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El tesoro español de Mussolini. Antes de morir, Mussolini envió a Barcelona a la familia Petacci y a un emisario con instrucciones sobre sus inversiones en España
EDUARDO MARTÍN DE POZUELO - 24/07/2005 - La Vanguardia


SERRANO SÚÑER pudo ser el receptor y garante de una fortuna que, según indicios, el Duce hizo llegar en secreto a lo largo de 1942

Podría decirse, sin llevar a engaño, que siempre que son desclasificados documentos secretos, algún hecho desconocido queda desvelado. De hecho, podría afirmarse que siempre es así, pues la condición de máxima confidencialidad se otorga a un documento en el instante en que personas con poder y capacidad de decisión resuelven que algo ya conocido sólo debe ser sabido por ellas y por nadie más. Sin embargo, hay ocasiones en que los documentos desclasificados no hacen más que arrojar sombras y plantear misterios allí donde se suponía que no los había hasta el momento de ser leídos. Y éste es el caso del tal vez imaginario tesoro de Mussolini perdido en España.

Apenas una cuartilla, redactada el 24 de abril de 1945 y que contiene el relato verbal que le hizo Antonio Correa Véglison, gobernador civil de Barcelona, a David McKey, cónsul de Estados Unidos en esta ciudad, es la llave que abre una puerta que conduce a una historia en la que los hechos son pocos y las especulaciones muchas.

La Segunda Guerra Mundial en su fase europea tocaba a su fin. El Reich que debía durar mil años se deshacía en pedazos y los prepotentes jerarcas nazis huían en desbandada como alma que lleva el diablo. Por aquellos días Goering y otros colaboradores de Hitler huyeron de Berlín, mientras Hitler, asesediado por el ejército rojo, decidió permanecer en su búnker de la capital alemana. El mismo día que Correa hablaba con McKey, los últimos combatientes alemanes eran capturados en las montañas de Harz y el orondo y toxicómano mariscal Goering declarado traidor al comunicar a su Führer que negociaba con los aliados. Hasta el cínico Himmler hablaba con el representante de la Cruz Roja, el conde Bernardotte, en busca de una paz imposible. Faltaba menos de una semana para que Hitler y Eva Braun se casaran y poco después se suicidaran.

Las cosas iban peor, si cabe, para Benito Mussolini, que en Milán planeaba salvar la vida huyendo por el norte de Italia camino de Suiza y... tal vez de España. Le acompañaba su amante, la inseparable Clara, Claretta, Petacci, mucho más joven que él. El plan fracasó. Capturado por los partisanos el 27 de abril junto con su comitiva, los ametrallaron el 28 en Giulino de Mezzegra, cerca del lago de Como, para, finalmente, acabar en exposición pública colgados por los pies del voladizo de la gasolinera Esso del Piazzale Loreto de Milán.

El 23 de abril de 1945 Mussolini aún vivía y es justo pensar que mantenía esperanzas de salir bien parado de tan difíciles momentos. Aquel día, un avión Savoia Marchetti 84, matrícula NDH 34017, de nacionalidad croata, aterrizó en el aeródromo de El Prat (Barcelona) con unas quince personas a bordo. En la pista esperaba el ex ministro de Franco Serrano Súñer y, por lo que se desprende de la nota secreta norteamericana en la que se basa este relato, también estaba el gobernador civil Correa.

De la quincena de personas que llegan a Barcelona, cuatro son, según los salvoconductos españoles que presentan, el matrimonio formado por Arturo y Diana Rosseti, y su hija Miriam y su marido, Enrico Mancini. Pero en realidad el único pasaporte que presentaba datos reales era el correspondien-te a Mancini, pues todos los demás habían sido falsificados horas o días antes en el consulado español de Milán por petición expresa de Benito Mussolini. Los Rosseti eran en realidad los padres y la hermana (Miriam) de Clara Petacci. Pero Mancini no era su marido, sino un enviado personal del Duce que portaba en su nombre sendas cartas, una para Serrano Súñer y otra para Franco. El avión no era croata, era italiano.

La comitiva fue alojada en el hotel Suizo y quedó no se sabe bien si bajo la protección o la vigilancia de los falangistas. El caso es que tras los saludos iniciales, Serrano Súñer abrió la carta que el Duce le remitió y, asegura McKey, el gobernador fue testigo de como se le cambiaba el semblante. ¿ Qué noticias traía Mancini? ¿ Los inminentes planes de huida de Mussolini? Es una posibilidad, pero en el Departamento de Estado de Estados Unidos creen con un 99 por ciento de seguridad que la carta trataba de una fortuna que Mussolini había ocultado en España con la ayuda de Serrano Súñer.

Por lo que le contaron aquel día a McKey, durante 1942 Benito Mussolini hizo llegar secretamente a España no menos de 42 títulos negociables, así como dinero y otros valores. El responsable y emisario de tan delicada misión fue Ettore Muti y el receptor y garante de las inversiones clandestinas del Duce en España, el propio Serrano Súñer.

El asunto toma sentido al saber que Ettore Mutti era un convencido y activo fascista. Era un admirador próximo de Mussolini y había combatido en España. Un personaje que había sido "cónsul de la milicia fascista", combatiente en la guerra mundial desde su puesto de oficial de la Aeronautica y que, incluso después de la muerte del Duce, si-guió manifestando su veneración por el líder fascista desaparacido. Es decir, que no habría extrañado a nadie que Mussolini hubiera elegido a Muti para una misión tan delicada.

Sin embargo, en este punto se entra en el terreno de la especulación, pues no hay ningún dato adicional que sitúe el supuesto tesoro español de Mussolini. No obstante, la propia muerte de Ettore Muti, misteriosamente asesinado el 24 de agosto siguiente, en Fregene, al norte de Fiumicino, en las playas romanas, mientras los carabinieri le conducían a prisión, acaba por intensificar la leyenda. Hay quien ve en aquel crimen la medida extrema para eliminar a un testigo molesto, pero es más probable que sólo fuese una venganza más contra un fascista furibundo. Pero los que sostienen la primera hipótesis consideran la posibilidad de que el mariscal Pietro Badoglio no anduviese lejos del episodio.

Especulaciones aparte, otro despacho secreto del contraespionaje de Estados Unidos aporta datos y hechos concretos. Está fechado unos días después del anterior y en él se informa de que Franco ha ordenado que los Petacci y Mancini viajen de Barcelona a Madrid, por carretera. Los agentes norteamericanos informan además de la llegada a la capital de la familia de la amante de Mussolini y añaden el contenido de sus maletas: "Llegan con 80 millones de liras en joyas, seis millones de libras en abrigos de piel, cinco millones de francos franceses y 300.000 francos suizos". Tal vez ése fue el auténtico tesoro de Mussolini y si hubo otro, ni el Duce, ni Serrano Súñer, ni Ettore Muti, ni Enrico Mancini están aquí para contarlo.

Investigación: Eduardo Martín de Pozuelo
Edición: Iñaki Ellakuría
Documentación: C. Salmurri y F. Martínez
Mañana: España, la fortaleza imprescindible / 16