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"Lo mejor es que Carrero desaparezca". EE. UU. creía que para defender sus intereses en España era mejor que Carrero Blanco no fuera el sucesor de Francisco Franco
EDUARDO MARTÍN DE POZUELO - 24/08/2005


EL ALMIRANTE ERA visto por EE. UU. como un reaccionario, un personaje anclado en el pasado, antiamericano y ultracatólico

El almirante Luis Carrero Blanco, el consejero de mayor confianza del general Franco, subsecretario de presidencia desde 1941, vicepresidente del Gobierno desde septiembre de 1967 y que murió asesinado por ETA el 20 de diciembre de 1973, era considerado por los analistas gubernamentales de EE. UU. como un gris reaccionario amargado, más franquista que Franco. Los informes de Inteligencia que escribían sobre su persona, su entorno y su actitud política no dibujaban a Carrero sólo como un personaje antiamericano, ultra católico, feroz anti masón, anclado en el pasado, sino que lo pintaban más bien como un estorbo para el desarrollo de los intereses estadounidenses en España y para la modernización de nuestro país. Los comentarios y datos de interés sobre el almirante procedían en gran parte de fuentes españolas y se plasmaban en informes secretos, llamativos por su contenido, que se transmitían de inmediato al Departamento de Estado de EE. UU.

Este es el caso del Telegrama confidencial 700 enviado a primeros de enero de 1971 desde la embajada norteamericana en Madrid al secretario de Estado, William Pierce Rogers, y que recoge advertencias muy negativas sobre Carrero, obtenidas por espías estadounidenses en el Ministerio de Asuntos Exteriores español el 29 de diciembre de 1970. Por esas fechas, un tribunal militar constituido en Burgos acababa de sentenciar a muerte a seis activistas de ETA y el asunto era objeto de encendidos comentarios entre los funcionarios del ministerio español a los que, por lo que evidencia el telegrama, los agentes norteamericanos tenían fácil acceso.

La fuente principal de los norteamericanos - que citan a varios funcionarios- era un cargo de "alto nivel", al que no identifican pero al que consideran lo suficientemente importante como para que su opinión fuera conocida cuanto antes por William P. Rogers. El mensaje está escrito en el lenguaje típico de los telegramas y dice textualmente: "En oficina de funcionario de alto nivel, ese funcionario dijo que caso de juicio de Burgos es el asunto manejado más estúpidamente que puede recordar desde que es suficientemente mayor para recordar algo sobre política española". La fuente "hizo responsable a Carrero Blanco" de la situación y añadió que "el Ejército está furioso" y que "es una situación peligrosa en España". Más adelante escriben, atribuyendo el comentario al alto funcionario, que "el mejor resultado que puede surgir de esta situación sería que Carrero Blanco desaparezca de escena (con posible sustitución por general Díez Alegría o Castañón)" y subrayan la posibilidad del regreso al poder de los elementos más reaccionarios del régimen aunque - dicen- el "temido mandato de los ultras fuera sólo un corto paréntesis antes que España pudiera reanudar los esfuerzos liberalizadores".

Dos años y medio después del aludido telegrama, el 8 de junio de 1973, Franco nombró a Carrero presidente del Gobierno o primer ministro, en la terminología utilizada en la documentación norteamericana. El nombramiento pilló por sorpresa a los analistas de EE. UU. "La decisión de Franco no se esperaba. En fecha tan reciente como fue su discurso de fin de año, el último diciembre, había reiterado que pretendía continuar ´mientras Dios le diera vida´", se dice en el memorándum secreto, de difusión totalmente prohibida fuera de EE. UU. que entregaron al secretario de Estado, Henri Kissinger, aquel mismo día. El objeto del dossier era el "cambio de gobierno en Madrid", pero su contenido se centraba en Carrero y su perfil y en valorar la decisión de Franco. "Franquismo después de Franco", anunciaban a Kissinger sus expertos en asuntos españoles que le situaban así al almirante español: "Carrero Blanco, que durante más de 30 años ha sido el ayudante, colaborador y mente gris de Franco, es, sin duda alguna, leal a Franco personalmente y está absolutamente comprometido con el franquismo. Como hombre de visión extremadamente conservadora, cree en la superioridad del sistema político español actual y en la necesidad de preservarlo intacto en la era post-Franco". Eso sí, también indicaban que Carrero apoyaba a Juan Carlos como futuro Jefe del Estado.

A partir de ese instante, la biografía secreta de Carrero que manejaban los estadounidenses seguía por los mismos derroteros y, a cada paso, reafirmaba la condición ultraconservadora del militar español: "Algunos oficiales de la embajada americana en España han descrito a Carrero como un reaccionario amargado que se opone tenazmente a cualquier liberalización del régimen. Esto parece ser correcto, al menos en lo referente a los asuntos políticos. Carrero ha adquirido una reputación de favorecer una línea dura en el orden público que incluye el uso de medidas represivas en la resolución de las disputas con estudiantes y trabajadores".

Pero, con toda seguridad, uno de los hitos que marcó la imagen de Carrero para los estadounidenses fue un discurso que pronunció en marzo de 1972 y que es calificado de duro en el informe. El párrafo es textual: "Carrero resaltó la función del Movimiento Nacional como guardián de las instituciones políticas del país, en una indicación de que no permitiría la liberalización política en forma de partidos políticos. El principal énfasis de su discurso, no obstante, lo puso una vez más sobre el peligro de la subversión comunista, que él describió como la fuente de todo los problemas actuales de España, en referencia a la juventud, a los disturbios laborales, e incluso a la moralidad. En un típico lenguaje de ley y orden, atacó a las ´fuerzas corrosivas´ que estaban utilizando ´porno-grafía, drogas, negación de los valores religiosos, desprecio de la autoridad y rechazo de los valores patrióticos´ para corromper a la juventud española". Carrero hizo una "referencia inquietante a la necesidad de iniciar acciones decisivas para atajar estos problemas que, dijo, eran síntomas negativos en una nación básicamente sana, para que éstos no alcancen proporciones más serias".

Otra de las características negativas que llamaban la atención de EE. UU. era su condición de "católico devoto y practicante" que explicaba su oposición "a otorgar libertad religiosa a los que no son católicos" y a los "líderes de la Iglesia liberal que desean una separación claramente definida entre la Iglesia y el régimen de Franco".

Toda su biografía, escrita sólo para ojos de un número limitado de miembros del gobierno Nixon, transmite inquietud: "En referencia a los asuntos económicos, Carrero parece ser más abierto, aunque esto podría deberse al hecho de que no ha manifestado ningún interés particular en los asuntos económicos o comerciales, excepto en los que afecten a la vida política del país", dicen del nuevo presidente español, del que afirman que es un hombre mediocre y honesto. Además destacan su profundo antiamericanismo.

En el informe también recogen escabrosos pasajes familiares: "Casado con la difunta Carmen Pichot Villa desde 1929, Carrero Blanco tiene tres hijos y dos hijas casadas. En algún momento se rumoreó que la esposa de Carrero le estaba avergonzando en su vida oficial. Su supuesto affaire con un coronel de la Armada española en 1951 se dijo que casi obliga a Carrero a presentar su dimisión de la vida pública. Se cree que ella también ha recibido tratamiento psiquiátrico".

Investigación: Eduardo Martín de Pozuelo
Edición: Iñaki Ellakuría
Documentación: C. Salmurri, F. Martínez
Mañana: Carrero espiaba a su propio gobierno / 46

UNA JUGADA DECISIVA
El interlocutor menos deseado
IÑAKI ELLAKURÍA - 24/08/2005

Tras la lectura de informes desclasificados por los servicios de inteligencia de EE. UU. con fecha del 7 de abril 1971, se deduce que la Casa Blanca no creía que el mejor interlocutor posible para defender sus intereses en España fuera el almirante Luis Carrero Blanco. Preferían dialogar con tecnócratas como López Rodó o López Bravo antes que con un militar del bloque duro - africanista, pues había luchado en Alhucemas- al que consideraban incluso más reaccionario que al propio Francisco Franco.

Horas antes de que el Generalísimo nombrara a Carrero Blanco como primer ministro, un documento secreto estadounidense se refería a esta decisión en los siguientes términos: "Hay muchos rumores circulando por Madrid acerca de las razones de este cambio, pero en este momento no es posible tener ninguna certeza sobre el significado de la jugada ni del momento elegido".

Para el redactor del informe, Francisco Franco quería fortalecer el bando más reaccionario del régimen y poner fin a la lucha entre los diferentes sectores que empezaban a tomar posiciones en la carrera por la sucesión del dictador. "Se ha movido para poner freno a la disensión interna. Al nombrar al almirante Luis Carrero Blanco ahora, en lugar de dejar que se convierta en ministro después de su muerte, Francisco Franco parece estar moviéndose para crear un cierto sentido de cohesión. Este refuerzo muy probablemente dé como resultado un leve giro a la derecha en política interna", rezaba el informe con fecha de 8 de junio de 1973. -