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El accidente que marcó la sucesión. En diciembre de 1961 un accidente de caza provocó que Franco comenzara a pensar en la muerte y en el más allá
EDUARDO MARTÍN DE POZUELO - 14/08/2005 - La Vanguardia


VICENTE GIL FILTRÓ A EE. UU. el informe completo sobre la salud de Franco y les dijo que estaba recuperado para cazar y pescar de nuevo

Apenas comenzaban los años sesenta del siglo pasado cuando la salud de Franco se convirtió por primera vez en tema de conversación de los españoles. La explosión accidental del cañón izquierdo de una escopeta de caza evidenció que el dictador no era inmortal. Prensa y radio, sujetas a censura, trataron el asunto quitándole importancia. Informativamente hablando todo quedó en un susto. Sin embargo, la historia oculta de aquellos días, desvelada por los servicios secretos de EE. UU., muestran que aquel accidente tuvo una enorme importancia pues cambió la actitud de Franco ante la vida y el porvenir.

El accidente se produjo el 24 de diciembre de 1961 después de comer, durante una cacería en los bosques de El Pardo, la residencia del Generalísimo;pero la noticia no se hizo pública hasta el martes 26, cuando la agencia Cifra emitió un escueta nota informativa en la que daba cuenta de que "su excelencia el jefe del Estado" sufría leves heridas en la mano izquierda de las que había sido curado en el hospital Central del Aire. El brevísimo parte médico añadía que Franco había sufrido fractura abierta del segundo metacarpiano y del dedo índice de la mano izquierda. Al mismo tiempo que la agencia difundía la noticia, unas fotos de un alegre y familiar Caudillo,en las que se podían apreciar un aparatoso vendaje en su mano izquierda, fueron difundidas para la tranquilidad de la opinión pública española.

Sin embargo, aquel accidente de caza disparó, nunca mejor dicho, toda clase de rumores que, obviamente, sólo circularon por el boca a boca. La hipótesis de un atentado y de que Franco estaba peor de lo que el gobierno intentaba hacer creer corrieron como la pólvora. Como no podía ser de otro modo, la salud del Caudillo era un tema capital que condicionaba el presente y futuro de España de tal suerte que desde el mismo momento en que se supo que el dictador estaba herido, los servicios de inteligencia de las embajadas en Madrid, en especial la de EE. UU., se pusieron manos a la obra para tratar de conocer qué había de cierto sobre aquel supuestamente leve accidente de caza.

Documentos, entonces secretos y hoy desclasificados, del Departamento de Estado de EE. UU. arrojan luz sobre el asunto en forma de dos sorprendentes revelaciones: 1) Que a raíz de aquel accidente Franco comenzó "a pensar en los misterios de la vida". 2) Los norteamericanos tuvieron acceso confidencial pero total y sin restricciones al informe médico del dictador. El propio médico personal de Franco, Vicente Gil, se lo facilitó.

Que aquel diciembre de 1961 Franco comenzó a pensar en los misterios de la vida y por lo tanto en su sucesión es un hecho que los norteamericanos confirmaron por distintas fuentes, en Madrid. Sin embargo hubo otra que procedió del exterior, concretamente de alguien muy próximo a la Corte griega que informó al embajador de EE. UU. en Atenas, que a su vez lo comunicó al secretario de Estado en Washington y al embajador en Madrid. El documento lleva fecha de 26 de enero de 1962 y reza lo siguiente: "Una fuente cercana a la Corte griega ha dicho al funcionario de la embajada que aquí se ha recibido información del hecho de que Fran-co ha estado reflexionando sobre los misterios de la vida a raíz de su accidente de caza de diciembre. Como resultado de sus reflexiones sobre el tema, se cree que está planificando presentar la cuestión de la sucesión real ante las Cortes en febrero. No ha divulgado si recomendará al conde de Barcelona o al hijo de éste, Juan Carlos. A la vista del próximo enlace de la princesa Sofía con don Juan Carlos, este informe ha creado una expectativa entusiasta, como es lógico, por parte de la Corte griega".

"La embajada cree que la fuente original de este informe es, probablemente, el embajador español Luca de Tena. La embajada de Madrid estará en una mejor posición que la de Atenas para verificar la fiabilidad de Luca de Tena como proveedor de información interna sobre los planes de Franco", así termina la nota.

En cuanto a las cábalas norteamericanas sobre la sucesión a Franco por lo que respecta al año 62 y a los analistas de inteligencia adscritos a la embajada de EE. UU. en Madrid se puede decir que afinaron muy poco. La prueba, el preámbulo de la nota en la que informan de la experiencia mística del dictador: sobre la cuestión de a quién nombrará Franco para sucederle, un despacho reciente de Madrid dice que casi se puede dar por seguro que Don Juan y no su hijo Juan Carlos será nombrado el próximo Rey".

Desde luego, los estadounidenses no acertaron ni por asomo pero, en su descargo, hay que señalar que de la documentación estudiada por este diario se desprende que en aquellas fechas la salud de Franco focalizaba la atención informativa de los americanos con muchísima más intensidad que su sucesión. Tanto es así que el asunto se convirtió en el Memorandum salud de Franco del Gobierno de EE. UU., de 11 de mayo de 1962.

Los datos que siguen fueron obtenidos el 5 de mayo de aquel año y el informador fue Vicente Gil, el médico de Franco, una fuente que los americanos protegieron durante años y cuyo nombre fue añadido a mano sobre el informe original en fecha desconocida. Un comentario al final del informe justifica la actitud de Gil: "El doctor, que es una persona muy próxima a Franco desde el punto de vista personal" y se siente "muy orgulloso del estado de salud de su paciente". Gil ha hecho "una gran excepción al mostrar los datos de salud de Franco, y dijo que lo hacía debido a la confianza personal en el oficial comunicante y para asegurar que EE. UU. tenía información precisa sobre el tema. Este despacho está marcado distribución limitada para mantener en estricta confidencia que el doctor de Franco ha sido tan abierto como para mostrar los datos de salud de Franco a un oficial de la embajada".

Lo que vio aquel oficial es que la mano que Franco se accidentó "está completamente curada y ha dejado de causarle dolor. Los músculos del dedo índice están volviendo a la normalidad, aunque en una postura relajada el dedo sigue estando doblado". Los rayos X mostraban que la primera rotura, en el nudillo, se había curado de forma normal. La segunda rotura, en la primera unión, no se había curado de forma tan limpia, viéndose claramente que, en la parte de la rotura, el soldado de los huesos no era todavía perfectamente limpio y derecho". Pero ante esta circunstancia el doctor dijo que no había intención de corregir esa imperfección sin importancia. "Si Franco fuera un violinista profesional, tendríamos que hacerlo", dijo el doctor, "pero como puede mantener una caña de pescar y una escopeta perfectamente bien, eso es todo lo que le importa", señaló Gil al agente. Luego le demostró que no tenía diabetes, que estaba bien de tensión y que ya lanzaba la caña de pescar perfectamente. También le dijo que "ya no tenía dolor en la mano y que ahora dormía normalmente sin ningún tipo de pastillas".

Antes de acabar, Gil sentenció: "El estado físico general de Franco es aproximadamente el de un hombre de 55 años", 15 más de los que el mismo doctor había dicho a la prensa días atrás al hablar de la salud de su admirado paciente.

Investigación: Eduardo Martín de Pozuelo Edición: Iñaki Ellakuría Documentación: C. Salmurri, F. Martínez
Mañana: "¿Agua? Si tienen vino y no se lavan"/ 37

UN 'LÍDER' MORTAL
El día que Franco tuvo miedo
IÑAKI ELLAKURÍA - 14/08/2005

Dentro del imaginario colectivo de los dictadores, el miedo es una palabra tabú. Franco, Hitler, Mussolini eran vendidos a sus respectivos pueblos por la maquinaria propagandista (alguna de ellas, como la alemana con Goebbels al frente, más sutil que las otras) como seres valerosos, infatigables ante la adversidad, rayando la inmortalidad.

Muy distinta es la visión que da un documento secreto del gobierno de Estados Unidos, con fecha del 13 de julio de 1951, que habla de una operación de cálculo biliar - cuya única referencia que hemos encontrado hasta la fecha es este memorándum- a la que iba a someterse el dictador. "Una fuente confidencial dentro del gobierno ha avisado de que el Generalísimo Francisco Franco se espera que se someta a una operación biliar en fecha próxima. El Generalísimo es consciente de que la operación es necesaria aunque se encuentra extrañamente asustado de someterse a esta operación", afirma el memorándum. Según el redactor del informe, Franco, por motivos de seguridad, no quería que la intervención se llevara a cabo "en un hospital, prefiriendo que se instale una sala de operaciones en su palacio del Pardo". Los servicios de inteligencia norteamericanos creían que "en caso de que Franco decidiera que la operación se llevara a cabo en el Pardo, se estima que serán necesarias unas cinco horas para llevar al edificio al equipo de operaciones necesario", y apuntaban que el responsable de la operación del Caudillo sería "el doctor Duarte, considerado en estos momentos el mejor cirujano abdominal en España". -