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SIEMPRE QUEDARA PARIS. Ramón Acín novela la historia coral de los maquis aragoneses que resistieron en el Pirineo negándose a aceptar la dictadura de Franco
El Periódico de Aragón - 07/11/2005


JUAN Bolea

La épica del maquis, su fulgor, su gloria y posterior olvido oficia como tema dominante de esta novela coral, la última del escritor aragonés Ramón Acín, cuyo epicentro narrativo va paulatinamente orientándose hacia la tierra que mejor conoce: el Pirineo.

En esas pardinas y valles, entre los bosques, sobre los cortados, en medio de la nevisca o de la soledad de la noche en la montaña es donde las cualidades literarias de Acín encuentran los materiales para construir sus páginas más veraces. En esa atmósfera, fría, épica, claustrofóbica y metafórica de la alta montaña, pero también en la madera humana de los resistentes que decidieron oponerse al régimen de Franco hasta bien entrada la dictadura y que, en condiciones infrahumanas, mantuvieron en jaque a las fuerzas represivas durante años, décadas, incluso, de lucha y de imposibles sueños.

Hay en Montalé, en Villacampa, en Montes, en El Esquinazau , en El fusilao , en el elenco de personajes, reales o imaginarios, que desfilan por las páginas de Siempre quedará París , un aura de ensoñación y de pólvora que los hace inmediatamente atractivos, y próximos a la sensibilidad del lector. Podemos verlos, con sus fusiles y pistolas, con sus zamarras y boinas, cumbreando por las alturas de Benasque o Boltaña, pasando las mugas, conectando con los guerrilleros de la Ibérica o con los resistentes asturianos. Podemos compartir su indignación y su esperanza porque ambas eran justas y porque, de haberse impuesto, habrían evitado al resto el dolor y el oprobio de cuarenta años de libertad secuestrada. Eran héroes, claro, con su ideología y su canana a cuestas, pero poco a poco las balas comenzaron a escasear, la esperanza a palidecer, la ideología a resultar traicionada. Esas partidas que lucharon en dos guerras, que perdieron la española y ganaron la mundial, vivieron una aventura al límite de cualquier experiencia. Siempre en peligro, perseguidos siempre, cobijados en grutas, delatados, cercados, sobrevivieron una y otra vez pese a dejar tras ellos un reguero de pérdidas: compañeros degollados por los fascistas, fusilados, encarcelados; para no hablar de esas mujeres, también heroicas, que alentaban su amor por ellos en poblaciones inmersas en el miedo, y que a menudo un día, sin que nadie supiera por qué, cubrían de luto sus jóvenes cuerpos porque había llegado la noticia fatal de una emboscada.

Los atentados que se planificaron contra Franco, la toma del Valle de Arán o las andanzas de Kim Philby, el célebre doble espía británico, por el frente español, oxigenan la novela, amplían su horizonte y su marco, pero donde realmente late el mérito de este libro es en su clima opresivo, geológico, mineral; en su prosa metálica y en el férreo corazón de ese puñado de valientes que desafiaron al ejército vencedor, a su Alto Estado Mayor, a sus fuerzas de seguridad y al tirano que acababa de pisar con su bota el alma republicana.

Novela dura, sin florituras ni concesiones, sin adornos ni regalos. Fría, conmovedora, violenta. Como debió de serlo la historia de aquellos hombres perdidos en la frontera del tiempo.

*Escritor y periodista