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La fuga de la cárcel de Segovia. Un total de 29 presos, la mayoría de ETA, escaparon en abril de 1976 por un túnel excavado durante seis meses
El Periódico de Catalunya - 11/03/2005



Escondite Los presos fugados entraron de esta manera en el camión que les llevó a Navarra. Foto: ARCHIVO / EFE


Los fugitivos, que pretendían llegar a Francia, fueron detenidos al día siguiente por la Guardia Civil

RAFAEL PRADAS
BARCELONA

Durante los meses siguientes a la muerte de Franco abundaron noticias, rumores y muchos sobresaltos. El clamor popular de la calle no se correspondía con la parálisis del gobierno, incapaz de responder a la imparable avalancha democrática expresada a través de manifestaciones, huelgas obreras y un ansia general de libertad. Es más, la impunidad de la policía y el descontrol de la extrema derecha no estaban sino expresando el profundo temor del régimen de que la herencia del franquismo se desplomase como un castillo de naipes.
Una de esas noticias que cayó como un mazazo fue la fuga del penal de Segovia, el 5 de abril de 1976, de 29 presos políticos, la mayoría militantes de ETA, excavando un túnel, y la muerte en un encuentro con la Guardia Civil de uno de los cinco presos catalanes de la evasión, Oriol Solé Sugranyes. Con 28 años era uno de los fundadores del grupo anarquista Movimiento Ibérico de Liberación (MIL), el mismo de Salvador Puig Antich, ajusticiado a garrote vil en 1974 en Barcelona. Los demás pertenecían a otros grupos de extrema izquierda y cumplían condenas por terrorismo o lucha armada.

Preparación y logística
Esa fuga de Segovia fue convertida en película, con el mismo título, por el director Imanol Uribe, autor también de filmes que reflejan la situación política y social de Euskadi como El proceso de Burgos o La muerte de Mikel, entre otros.
Josep Lluís Pons Llobet, ahora con 49 años y piloto de helicóptero, uno de los catalanes fugados, no puede disociar sus recuerdos de la muerte de su compañero Sugranyes: "Me enteré cuando ya me habían vuelto a detener después de la fuga, en la cárcel de Pamplona. Desde las ventanas decían: 'Han matado a Pons'. 'No, Pons soy yo y estoy aquí', contesté. Se estaban refiriendo a Sugranyes y así supe que le habían matado".
Junto a este trágico hecho, Pons Llobet tiene vivo, 30 años después, el momento de entrar en el túnel: "No teníamos miedo. Nos preocupaba más la posibilidad del fracaso, pero lo veíamos como una acción de militancia más, que si salía bien, también significaba la libertad".
La iniciativa de la fuga, su preparación y logística fue en todo momento de los militantes etarras, tal como explica Pons: "Nosotros colaboramos en tareas auxiliares como distraer a los funcionarios o eliminar arena a través de dobles fondos en los muebles o las alcantarillas". La excavación del túnel duró seis meses y comenzó prácticamente en el mismo momento en que la infiltración del famoso Lobo en ETA abortó una primera fuga en agosto de 1975. Algunos de los invitados a participar en esta nueva ocasión no aceptaron, como Lucio Lobato, dirigente del PCE, o los miembros de ETA VI Asamblea.
Los 29 evadidos llegaron hasta la frontera francesa, donde hubo un enfrentamiento con la Guardia Civil. Se dividieron en grupos, pero Pons Llobet y otro compañero quedaron aislados. "La Guardia Civil tuvo toda la noche para montar un dispositivo, nos cogieron al día siguiente, nos llevaron a Burguete, de ahí a Pamplona y luego fuimos dispersados por lo que llamaban las cárceles del sur", cuenta Pons.
Al año siguiente, 1977, Pons Llobet salió de la cárcel al beneficiarse de un indulto. Luego la amnistía cerraría una era trágica y oscura de nuestra reciente historia, llena de dolor y rabia por la esterilidad de tanta sangre derramada.