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Recorrido por la memoria. El hijo de un republicano que huyó hacia Almería de las bombas franquistas revive el éxodo de miles de malagueños en 1937
EL PAÍS - 05-02-2006


SERGIO MELLADO  -  Málaga

Hace justo un año, en una soleada mañana de invierno, la argentina Ana Graciela Garrido asistía emocionada al homenaje que junto a la estación de autobuses de Torre del Mar (Málaga) se rindió a las cerca de 150.000 personas que el domingo 7 de febrero de 1937 tuvieron que huir despavoridas hacia Almería ante la inminente caída de Málaga en manos de las tropas franquistas que lideraba el general Queipo de Llano.

La inauguración hace un año del Parque de la Memoria en el punto exacto donde comenzaba la antigua carretera Málaga-Almería a iniciativa de la Diputación de Málaga reunió a varios supervivientes de aquel forzado éxodo que rompió muchas familias y que dejó abiertas heridas por cerrar. Esa soleada mañana de febrero, ante el almendro que se plantó para recordar a los cientos de muertos que causaron las bombas que lanzaron la marina italiana y la aviación alemana, Ana Graciela rindió tributo a sus abuelos paternos, tíos y a su padre, un cabo republicano que entonces contaba con 17 años y que logró sobrevivir al éxodo. Un año después, el padre de Ana Graciela y ella misma asisten conmovidos a otro homenaje, este mucho más personal: el que le rinde su hijo Miguel Garrido, que desde el pasado jueves recorre a pie en sentido inverso desde Almería el camino que su familia transitó en su dura huída de las tropas franquistas.

La idea de realizar esta marcha por la memoria le sobrevino a este argentino de 44 años cuando el pasado verano asistió al reencuentro de su padre, Miguel Garrido, con sus vecinos de Pizarra, pueblo que dedicó un homenaje a este veterano de 86 años. "Mi padre se enteró un par de días antes de que iba a hacer esta marcha y se emocionó. Es un homenaje a mis abuelos paternos y a mi padre", explicaba Miguel hijo por el teléfono móvil mientras recorría los kilómetros que le faltaban para llegar a Motril (Granada) la tarde del pasado viernes. Aficionado a la maratón, Miguel asegura que el esfuerzo físico que conlleva "trotar" los 260 kilómetros que separan Almería de Pizarra no le supone tanto calvario como cuando su mente le juega malas pasadas y le lleva a imaginarse cómo de horrenda tuvo que ser la huida a la que se vieron abocados sus familiares en el invierno de 1937.

"Cuando salí de Almería estaba muy nervioso. Emocionalmente no me sentía preparado para revivir aquél triste capítulo de la historia", afirmaba con la voz entrecortada mientras caminaba. Con el apoyo de un vehículo que la Diputación le ha proporcionado para atender cualquier eventualidad durante la marcha, Miguel llegará hoy a Torre del Mar, donde se encontrará con su hermana Ana Graciela para participar en el homenaje que un año más se rendirá a los más de 150.000 malagueños que huyeron hacia Almería bajo las bombas. Un éxodo que el médico canadiense Norman Bethune, que se alistó como voluntario en los servicios médicos de las Brigadas Internacionales, describía en sus memorias hace 69 años como "la más grande marcha forzada, la más horrible evacuación de una ciudad que hayan visto nuestros tiempos".