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El papel de la Falange en la represión franquista
Floren Dimas 10/03/2003


FRASE DE JOSE ANTONIO: 'Si nuestros objetivos han de lograrse en algún caso por la violencia, no nos detengamos ante la violencia. Porque ¿quién ha dicho -al hablar de 'todo menos la violencia'- que la suprema jerarquía de los valores morales reside en la amabilidad? ¿Quién ha dicho que cuando insultan nuestros sentimientos, antes que reaccionar como hombres, estamos obligados a ser amables? Bien está, si, la dialéctica como primer instrumento de comunicación. Pero no hay mas dialéctica admisible que la dialéctica de los puños cuando se ofende a la justicia o a la Patria'

Frases aparte, conforme voy avanzando en la investigación del aparato represivo en la provincia de Murcia, no acierto a penetrar en las profundas motivaciones que llevaron a Falange a asumir el papel más relevante en el programa represivo implantado por el régimen franquista (me refiero a un territorio que se mantuvo leal a la República hasta el final).

Aunque el Requeté cubrió una importantísima cuota de terror en su zona de dominio (la Rioja, Navarra, Álava, etc) parece ser que, acabada la contienda fue relevada en estos menesteres por los camaradas de las 'Delegaciones del Servicio de Documentación e Información de FET y de las JONS' (la Gestapo española) en sus cometidos policial-represivos.

No tengo noticia de que, hasta hoy, se haya publicado trabajo alguno dedicado al estudio específico de esa faceta falangista que tanto significó para la implantación de la 'seguridad' en la retaguardia -durante la guerra- y para la implantación del nuevo régimen a partir de 1939 y hasta el final de los años 40.

Al menos en lo que llevo leído sobre actuaciones de milicias falangistas, no aprecio una diferencia significativa en la 'intensidad' represiva de FE en el 'antes' y el 'después' de la ejecución de José Antonio el 20-11-36, ya que la práctica de las ejecuciones irregulares, las sumariales, las torturas y el sotemiento por el terror, fue una actividad característica desde el 18 de Julio de 1936 por parte de los 'camisas azules' y hasta bien adentrada la posguerra..

Cuando uno se desenvuelve en el estudio del ámbito local (pueblo a pueblo) y va poniendo caras, nombres y hechos, de los que se derivan gravísimas consecuencias para los vencidos, por mucho que uno intente 'sumergirse' en los recovecos mentales de estos sicarios del Glorioso Movimiento Nacional, no acierta a hallar la clave de tanta inquina, de tanta rabia persecutoria, de tanta miseria moral en sujetos que, en su mayoría, pertenecían a una 'baja burguesía', educada en las 'buenas formas' y por cuyo 'trabajo' policial, aparte de la posibilidad de lucimiento de uniformes y pistolas, solo les reportaba unos ingresos muy bajos (entre cuatro y siete pesetas diarias, por término medio en 1939-40) con unos horarios desmedidos que implicaban largas caminatas, detenciones, apaleamientos, indagaciones e interrogatorios.

No varía mucho el talante de la Falange de un pueblo a otro. Sorprende encontrar esta 'uniformidad' en las conductas en personas que no habían tenido una 'preparación doctrinal ni funcionarial' en una sociedad con tan amplio catálogo de caracteres, dando la impresión de que mediase un riguroso 'casting' para la selección de individuos con esta carga de patologías sádicas e inquisidoras como condición esencial. El encarcelamiento y en muchos casos, el asesinato de los líderes falangistas en los primeros momentos de la sublevación, pudieran dar la clave de estas conductas tan agresivas y exaltadas, abonadas con la exaltación del 'martiriologio', pero no parece que el atávico sentido de la venganza propio de las posguerras, justificase tal obcecación de hostilidad contra los vencidos, una vez satisfecha este ansia justiciera al fusilar sumarial o arbitrariamente a los principales responsables del Frente Popular y demás relevantes opositores políticos de izquierdas, comprobando como la masa más importante de sus víctimas la integran modestísimos obreros, jornaleros y personas con escasa significación en el organigrama republicano, acusados de horrendos crímenes o achacándoles los epítetos más degradantes, sin aportar en la mayoría de los casos más el propio testimonio del redactor del documento y de quién se lo dicta.

Siguen pasando ante mi vista informes del SDI de FET y de las JONS fechados en 1943, con calificaciones como 'indivíduo muy peligroso para nuestro Movimiento Nacional sin posibilidad de enmienda' lo que, en términos contextuales, invitaba al fiscal a pedir la última pena para los procesados, ya que de todos los certificados que informan los Sumarios, es el de Falange el más significativo para el Fiscal de la Auditoria de Guerra y el que sirve de referencia a los demás órganos informantes; Alcaldía, Policía y Guardia Civil, para redactar los suyos (casi siempre confeccionados al pie de la letra y hasta, en algún caso, repitiendo faltas ortográficas).

Sería muy interesante penetrar en el 'alma' de este cuerpo represivo, retroalimentado por la venganza por la persecución de que 'los suyos' fueron objeto, pero en donde permanecen ocultos muchos otros componentes psicológicos que convendría esclarecer.Tanta maldad, no solamente me impresiona, si no que me produce un sentimiento de perplejidad e incomprensión.

Agradecería comentarios fundamentados.
Floren Dimas