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Vicens de la Llave, en su informe sobre la situación de las bibliotecas españolas durante la guerra, explicita que todo el proyecto bibliotecario republicano fue desmantelado
La actividad bibliotecaria durante la Segunda República Española


Vicens de la Llave, en su informe sobre la situación de las bibliotecas españolas durante la guerra, explicita que todo el proyecto bibliotecario republicano fue desmantelado:

'... la suerte de las bibliotecas que se encuentran actualmente en zona rebelde, la historia es simple, siempre la misma: el bibliotecario es fusilado, los libros son quemados y todos los que han participado en su organización son fusilados o perseguidos.'

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Primer Congreso Universitario de Ciencias de la Documentación
La actividad bibliotecaria durante la Segunda República Española
ROSA SAN SEGUNDO MANUEL
Dpto. de Biblioteconomía y Documentación. Universidad Carlos III de Madrid

1. Antecedentes y situación cultural con anterioridad a la llegada de la Segunda República

La situación cultural y educativa de la población española, al inicio del siglo XX, era desoladora: un 40 % eran analfabetos totales y la actividad política y social había propiciado una muy extendida aculturización de las grandes masas de población. Existían grandes propietarios de tierras que eran explotadas con mano de obra barata de los jornaleros, que trabajaban por jornadas laborales, como su propio nombre indica, con salarios ínfimos y con un ínfimo nivel cultural y de estudios, siendo mayoritariamente analfabetos. Los pueblos vivían con total dependencia, a todos los niveles, de los grandes terratenientes, quienes apoyaban a los partidos mas reaccionarios, preservando que no penetraran entre otras capas de la población la cultura, así como las ideas comunistas, anarquistas, socialistas, republicanas y otras, colaborando al mantenimiento de este estado de postración cultural de las masas1.
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Con la llegada de la Segunda República se produce, de forma institucional, un intento de cambio muy notable en muchos ámbitos de la realidad; uno de ellos va a ser la cultura, apoyada con una nueva concepción del libro y de las bibliotecas. Se va a articular con una fuerte extensión de las bibliotecas, creándose un incipiente sistema auspiciado por los numerosos intelectuales, científicos, pensadores y artistas que durante este periodo destacaron por su actividad. La Segunda República construyó un número muy elevado de escuelas y de bibliotecas, pues la política bibliotecaria republicana estuvo muy centrada en servir a la causa de la cultura de las masas, además de la cultura de élite y profesional, e incluso los intelectuales se sintieron comprometidos política y culturalmente con los proyectos republicanos.
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La Segunda República continúa esta dedicación al libro, a la lectura y a las bibliotecas, y los gestores y fundadores de la República van a estar muy imbuidos por la Institución Libre de Enseñanza y la Junta de Ampliación de Estudios. Este nuevo periodo ha sido denominado como el nuevo Siglo de Oro del Arte, del Pensamiento y de la Cultura Española, lo que se vio refrendado por una política bibliotecaria de gran alcance y el intento de creación de un sistema de bibliotecas.

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Sin embargo, en los pueblos pequeños se encontraban mayores dificultades para llevar a efecto esta política bibliotecaria, ya que si el político local o el cacique no estaban acuerdo con la instalación de una biblioteca pública, su desarrollo era muy difícil, además del bajo nivel de alfabetización y cultural existente en ese momento en el campo español, que se encontraba en un estado de postración y abandono cultural y educativo muy grande. El acceso a los libros en los pueblos estaba sólo destinado al médico, veterinario, maestro, alcalde y a algunos de sus amigos, por lo que la colaboración en el proyecto republicano de extensión y de implantación de bibliotecas en los pueblos tuvo grandes costes y dificultades añadidas.
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Con el levantamiento militar del general Franco contra el Gobierno de la República,, diversas instituciones republicanas continuaron con el gran esfuerzo por la cultura y la lectura popular, e incluso se produjo un incremento de actividades bibliotecarias y también de la actividad desarrollada por otras distintas organizaciones como sindicatos, partidos políticos y otros.

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En la denominada zona nacional o bando nacional, y más tarde también denominada zona del Gobierno de Burgos, no surgió una organización o modelo bibliotecario, según asevera el estudioso de las Instituciones documentales españolas Márquez Cruz. Ciertamente, en la zona nacional, y junto con el avance de sus propias tropas, se emitieron varias disposiciones con el fin de lograr un control total de los fondos bibliográficos, lo que contribuyó a la reducción del número de bibliotecas públicas que anteriormente había creado la Junta de Intercambio y Adquisición de Libros para Bibliotecas Públicas Republicanas.


Las primeras tareas y disposiciones, ya en 1936, se centran en la prohibición de producción, comercio y circulación de libros, periódicos, folletos e impresos que no sirviesen para propagar las ideas de este sector del Ejército y del nuevo Estado, lo que supuso el inicio de una política de depuración. La primera medida que se adoptó fue la prohibición de la libre circulación de libros en diciembre de 1936 (orden de 23 de diciembre, BOE del 29 de diciembre), a la que contribuyó la orden 16 de septiembre de 1937 (BOE del 17 de septiembre) para proceder a una exhaustiva depuración de las bibliotecas públicas, así como la desarticulación del sistema bibliotecario republicano. La creación de estas Comisiones de Depuración de Bibliotecas, encargadas de censurar y retirar de las bibliotecas los libros que atentasen contra la nueva ideología, suponía la retirada de las bibliotecas de todos los libros que sirvieran para propagar ideas progresistas. Esta política de depuración de bibliotecas comportó la creación de Comisiones Depuradoras compuestas por distintos miembros como académicos y militares eclesiásticos, que tenían la facultad de efectuar en las bibliotecas expurgos ideológicos, científicos, literarios y de otro tipo, siempre que por su contenido se opusieran al Movimiento Nacional.
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Vicens de la Llave, en su informe sobre la situación de las bibliotecas españolas durante la guerra, explicita que todo el proyecto bibliotecario republicano fue desmantelado: '... la suerte de las bibliotecas que se encuentran actualmente en zona rebelde, la historia es simple, siempre la misma: el bibliotecario es fusilado, los libros son quemados y todos los que han participado en su organización son fusilados o perseguidos'

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La sistemática quema, destrucción y depuración de las bibliotecas continuó pese a que el Gobierno Republicano se viera obligado al exilio, junto con miles de personas que habían combatido al lado de la República. El auge tan inconmensurable de la cultura durante este momento se había visto apoyado, en gran manera, por la creación de todo tipo de bibliotecas. La política bibliotecaria republicana fue desmantelada de forma total, eficaz y definitiva. Sin embargo, intelectuales, aristas, pensadores y bibliotecarios prosiguieron su acción mas allá de nuestras fronteras. La acción republicana bibliotecaria fue destruida en nuestro país, aunque vio germinar de nuevo sus frutos en muchos países de América Latina, como México, país que asimiló una eclosión cultural en sus instituciones académicas y universitarias, junto con su sistema bibliotecario creado por los bibliotecarios españoles exiliados. La aniquilación total del sistema bibliotecario republicano y el exilio de los bibliotecarios pudo conformar un segundo renacimiento cultural en el exilio.