INTRODUCCION A LA ANTROPOLOGIA FORENSE
ANALISIS E IDENTIFICACION DE RESTOS OSEOS HUMANOS

JOSE VICENTE RODRIGUEZ CUENCA, Ph.D.
Departamento de Antropología
Universidad Nacional de Colombia
Santafé de Bogotá, 1994
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RECAPITULACION


Con frecuencia los antropólogos físicos, médicos y odontólogos son solicitados por organismos judiciales para la identificación de restos óseos. Estos pueden provenir de siniestros aéreos, incendios, masacres, expuestos al aire libre, enterrados o arrojados a ríos.

La labor del especialista forense estriba en la respuesta más completa posible al siguiente cuestionario:

1. ¿Los restos óseos son humanos o animales? Si la respuesta es afirmativa para la segunda opción se procede a cerrar el caso y remitir los huesos a un veterinario, paleontólogo o biólogo. Si el esqueleto es humano se continúa con la investigación.

2. El NMI o número mínimo de individuos. Habitualmente se utilizan huesos pares para contabilizarlos o dientes de un sólo lado y grupo (por ejemplo el fémur o el M1).

3. El tiempo trascurrido desde la inhumación. Depen-diendo de las características de la inhumación un cuerpo se puede esqueletizar aproximadamente al año de haber sido enterrado; este período se puede acortar si se le ha arrojado al agua o dejado en la superficie expuesto a la acción de los depredadores (American Academy of Forensic Sciences Workshop 1993. Recovery, Examination and Evidence of Decomposed and Skeletonized Bodies. An Anthropological and Entomological Approach. Boston, Mass., february 16).

4. Las causas de la muerte. Si la víctima fue muerta mediante disparo de arma de fuego en la cabeza se pueden apreciar los orificios de entrada y salida -si existen- en el cráneo. También se pueden observar las lesiones producidas por armas cortocortantes y corto-contundentes en el cráneo, mandíbula, costillas y huesos largos. Finalmente, si el cuerpo fue incinerado con tejido blando o en seco deja huellas inequívocas en la parte de los dientes expuesta a la acción del fuego, y agrietamientos específicos en los huesos largos (Howard et al., 1988; Ubelaker, 1989; White, 1991).

5. La edad al morir. Para le estimación de la edad se recomienda la aplicación del método complejo y la seriación, promediando los cálculos obtenidos a partir de la observación de la terminación esternal de la cuarta costilla, la superficie auricular del ílion, la sínfisis púbica, la atrición dental, el grado de sinos-tosis de las suturas craneales, los cambios radiográfi-cos y la variación histomorfométrica, para los casos adultos. Cuando se trata de un individuo inmaduro se promedian los resultados de la observación de la meta-morfosis de las epífisis de los huesos largos y la formación y erupción dental. Cabe subrayar que la estimación de la edad contribuye a descartar intervalos poco frecuentes en las estadísticas de los desapareci-dos. Según los reportes del Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses la mayoría de N.N. y desaparecidos se ubican entre los 15-40 años de edad.

6. El diagnóstico del sexo. Aunque el dimorfismo sexual se aprecia mejor en individuos adultos, recientemente se han introducido procedimientos que permiten una aproximación al sexo en individuos inmaduros. Se reco-mienda complementar la observación morfológica del grado de desarrollo de las inserciones musculares del cráneo y pelvis, con mediciones de regiones craneofa-ciales, neurocraneales y de la pelvis del esqueleto en estudio. Las estadísticas evidencian igualmente que aproximadamente un 85% de los desaparecidos pertenece al sexo masculino. Por tal razón, si se dictamina sexo femenino a un individuo se está descartando más del 85% de las posibles víctimas.

7. La estimación de ancestros (patrón racial). En este procedimiento se recomienda aplicar el principio de los rasgos diagnósticos-diferenciadores del esplacnocráneo y huesos largos, particularmente del fémur, mediante la aplicación de medidas de proyección obtenidas con el goniómetro, simómetro o compás de coordinación y el mandibulómetro. La forma y tamaño de la nariz, pómulos, órbitas y mandíbula son las más informativas. Cabe subrayar, que aunque en un país tan heterogéneo como el nuestro este procedimiento es bastante dispendioso, no obstante su aproximación contribuye a una reconstruc-ción de la estatura y del rostro más precisas. Por otra parte, permite discernir entre los casos forenses y los arqueológicos.

8. La reconstrucción de la estatura. Depende del diag-nóstico del sexo, edad y patrón racial. En este paso se recomienda aplicar los métodos anatómicos de recons-trucción de la estatura y la utilización de fórmulas de regresión apropiadas de huesos combinados del fémur y tibia. Facilita el descarte de individuos muy altos o muy bajos.

9. La individualización. La lateralidad, las huellas de traumas o intervenciones quirúrgicas, los hábitos laborales y las proporciones corporales conducen a la reconstrucción de la biografía biológica del individuo y establecen algunos parámetros que brindan la oportu-nidad para aproximarnos a algunos aspectos socio-econó-micos de la víctima.

10. El cotejo cráneo-foto y radiográfico. Si existen fotografías y radiografías de la víctima se pueden comparar con las obtenidas del cráneo en la misma posición. En virtud de la gran variación intraespecífi-ca de las poblaciones humanas solamente coinciden en este cotejo los hermanos monocigotos.


11. La reconstrucción facial. Si se tiene la certeza, con un margen de probabilidad mínimo de un 65% de que los restos óseos pertenecen a una persona específica, se procede a la reconstrucción del rostro teniendo en cuenta los parámetros ontogénicos, sexuales, raciales e individuales de variación. Posteriormente se fotografía el rostro obtenido y se distribuye para su identifica-ción.

12. La huella genética. Para que la huella genética pueda servir como instrumento de identificación se debe llegar a esta prueba una vez se haya reducido al máximo el universo de las posibles víctimas, con el fin de optimizar los costos y aligerar el proceso. Se reco-mienda remitir las muestras libres de cualquier conta-minación a laboratorios dotados del suficiente equipo y trayectoria investigativa en el tema. Actualmente la Unidad de Genética de la Universidad Nacional de Colom-bia adelanta estudios sobre el tema.

Con el fin de subsanar los vacíos arriba mencionados, se plantea la necesidad de montar bancos óseos con carácter compara-tivo, compuesto de esqueletos de diferentes partes del país, de distintos grupos étnicos, sexo y edad, preferiblemente de quienes se les conozcan todos sus datos personales (talla, peso, rasgos morfológicos, fotografías, sexo, edad, lateralidad, profesión), de manera que los desaparecidos se pueden identificar mediante la comparación con poblaciones de su mismo entorno físico y cultu-ral. Se sugiere ubicar estas colecciones óseas en las institucio-nes que realizan las labores de identificación (Cuerpo Técnico de Investigación, Medicina Legal), como en los Centros de investiga-ción (Laboratorios de Antropología biológica, facultades de Medicina). Igualmente se recomienda actualizar las bibliotecas con materiales recientes y especializados, también con archivos fotográficos de rostros colombianos. Así, el lugar donde la muerte enseña a los vivos (Hic locus est ubi mortui viventes docent) se podrá convertir en un centro de acción científica en favor de la lucha por la paz y la convivencia pacífica.

 

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[José Vicente Rodríguez Cuenca][portada SEIAAL]