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Iglesia, memoria histórica y perdón
A lo largo de la vida de la Iglesia sus pastores han tenido que salir una y otra vez a pedir perdón por hechos cometidos por miembros de ésta
José Alonso Sánchez (Melilla Hoy, 05-12-2007)


José Alonso Sánchez, Cristiano Católico

 

En estos últimos días se ha producido un hecho relevante dentro de la Iglesia, protagonizado por el Presidente de la Conferencia Episcopal, que, aunque de forma tibia, ha realizado manifestaciones públicas de arrepentimiento por el papel de la Iglesia durante el franquismo. A lo largo de la vida de la Iglesia sus pastores han tenido que salir una y otra vez a pedir perdón por hechos cometidos por miembros de ésta, que han causado mucho daño a personas, instituciones, países, culturas, a la misma Humanidad y, por supuesto, a la misma Iglesia, ya que actitudes seguidas frente a descubrimientos como los de Copérnico o Galileo, sentencias como las de la Inquisición, o el silencio ante el genocidio nazi, han provocado que mucha gente creyente y sencilla se haya apartado de ella.

 

La "Carta colectiva de los obispos españoles a los de todo el mundo con motivo de la Guerra de España", publicada el día 1 de julio de 1937, que no fue firmada por dos cardenales y un obispo, resume la ideología de la mayor parte de la jerarquía eclesiástica española en los trágicos momentos del inicio de la Guerra Civil. La Carta fue escrita por el Cardenal Gomá a instancia de Franco, que necesitaba un pronunciamiento de ese tipo como propaganda de guerra ante la comunidad de naciones, para justificar su insurrección contra el Estado republicano; contrarrestando los efectos en la opinión pública mundial de hechos como el bombardeo de Durango por los rebeldes, que causó, entre otras, la muerte de catorce monjas y un sacerdote mientras celebraban la Eucaristía.

 

Se hace una descripción en esta Carta de todo el imaginario que durante más de treinta años imbuyó el Estado, que salió de la sublevación militar, en la conciencia social de los españoles, y que tenía sus fundamentos en la propaganda joseantoniana, nazi y fascista de la época. Presentaba la insurrección y la Guerra como el enfrentamiento de los "dios" contra los "sin dios", de españoles frente a extranjeros, y único remedio para conseguir la justicia y la paz, títulos que daba al nuevo orden, el cual devolvería el espíritu nacional religioso. Anteriormente, la Pastoral del Obispo de Salamanca, de finales de septiembre de 1936, "Las dos ciudades", calificaba a la insurrección, por primera vez, de "Cruzada", término que en España fue oficialmente adoptado, pero que nunca fue aceptado por el Vaticano. La influencia de este discurso no pudo ser neutralizada ante la comunidad católica internacional ni ante el Vaticano por los católicos españoles, que optaron por defender el Estado republicano y la Democracia. La conclusión de todos sabida fue una Iglesia mayoritaria, que durante mas de treinta años vivió a la sombra de un Estado autoritario y dictatorial, recibiendo de las autoridades honores, privilegios, cargos y dinero; y otra Iglesia minoritaria, que fue perseguida por acercarse a los necesitados y a los problemas de la gente.

 

El análisis de la actuación de la Iglesia en este periodo de la Historia de España está por hacer. Están por conocerse muchas cosas y, sobre todo, si la decisión de unirse a una insurrección militar se hizo, desde el Evangelio, interpretando los signos de los tiempos. Recientemente, el Papa Benedicto XVI, en Auswitch, conmovido por lo que estaba viendo en ese antiguo campo de concentración, se preguntaba donde estaba Dios cuando allí se estaban exterminando a millones de personas. Si esta pregunta se le hubiera hecho a cualquiera de los pastores de la Iglesia, que apoyaron el levantamiento de 1936, ¿ no podrían contestar que Dios estaba al lado de los verdugos, para crear un nuevo orden mejor que el anterior?


José Alonso Sánchez, Cristiano católico



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