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Enero 5, 2008

Escribe Esteban Gómez en su libro El eco de las descargas, Adiós a la esperanza republicana: “Finalmente, Clemente Campo, Julián Jordán, Bernardo Laclaustra, José Pérez y Miguel Sanchez, vecinos de Asso-Veral, tras ser detenidos, peregrinaron por las cárceles de los pueblos vecinos, para terminar en Jaca. Cuando parecía que todo había sido un error y eran devueltos a su pueblo (un falangista de Jaca que los conducía era primo carnal de unos de ellos) pasaron de largo por el desvío de Asso-Veral para ser conducidos a la pardina de Miramont, donde los fusilaron”.

Acompañando una fotografía asso_esteban.jpg añade como pie para la misma “Pardina de Miramont. Antiguo carrascal hoy roturado y conocido como ‘las Tempranas’. Lugar donde todavía permanecen enterrados los restos de cinco vecinos fusilados de Asso-Veral, ‘paseados’ el 11-08-1936. Al fondo el pueblecito de Artieda”.

Es uno de los muchos lugares de nuestra geografía donde reposan los restos de ciudadanos y ciudadanas injustamente ejecutados por el fascismo, especialmente en aquel periodo de “terror-caliente” que abarcó verano-otoño de 1936. Dicen en mi pueblo, Artieda, que se oían las descargas y se comentaba: ‘ya han matado a otro’ . Y dicen que no son sólo los cinco de Asso-Veral los que están enterrados, que también llevaron gentes de otros lugares como la cercana Liédena. Y se dice, que más de uno fue enviado caminando por la pista forestal con los fusiles a la espalda, conminados a andar para encontrar una sorpresa que resultaba ser un cadáver previo. La impresión por lo visto terminaba con la descarga de fusiles que a continuación les segaba la vida. Y dicen en mi pueblo que a ese lugar que llamaban la cantera de los muertos, que era un carrascal y posteriormente fue roturado, durante años acudían las viudas el día de Todos los Santos para, en un pequeño cerco de piedras que señalaba el lugar, poner flores.

Hoy me he acercado allí porque han comenzado las obras de la autovía Jaca-Pamplona y ¿será casualidad? justamente lo han hecho en el emplazamiento que Esteban Gómez señala en su libro. Puede haber alguna indeterminación porque otras fuentes señalan un lugar diferente, eso sí en las cercanías. En cualquier caso he tomado fotos como la que he puesto en el encabezamiento o al final del post y coincidiréis conmigo que la amenaza de que los restos de los fusilados queden una vez más machacados, ahora ante la impresionante maquinaria y movimientos de tierra que genera una obra de esta magnitud, es de certeza casi total.

Los dramas que se desarrollaron a partir de aquellas fechas terribles del 36 hacen que muchos familiares de fusilados se hayan querido olvidar del pasado como mecanismo de defensa ante el dolor inhumano. En otros casos el mero trascurrir de los años ha apagado el pequeño rescoldo de recuerdo que quedaba en corazones familiares angustiados. Y lo comprendo. Pero creo que la sociedad en su conjunto, y cada uno de nosotros como parte de ella, no podemos permitir la orfandad histórica para cualquiera injustamente asesinado. Por eso creo que, en la medida que podamos, debemos conseguir que los restos que allí hay sean localizados, exhumados y trasladados a un lugar adecuado que dignifique su memoria. Permitir un nuevo atropello sobre sus cadáveres sería imperdonable.