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Jaume Claret Historiador, autor de «EL ATROZ DESMOCHE»
«El asesinato del hijo de Clarín no tiene parangón en la historia de ningún país»«Ni en la Universidad alemana nazi se produjo una depuración tan sanguinaria como en la española»
La Nueva España (Rafael Sarralde, 2-10-2006)


Jaume Claret.

Jaume Claret (Barcelona, 1973), historiador de la Universidad Pompeu Fabra, acaba de publicar «El atroz desmoche», un libro en el que documenta el proceso de represión y depuración en la Universidad española durante el primer franquismo. Este estudio detalla el asesinato del rector de la Universidad de Oviedo Leopoldo Alas Argüelles, hijo del autor de «La Regenta», y en él se hace eco de la investigación sobre el caso realizada por LA NUEVA ESPAÑA en el Archivo Militar de Ferrol; la purga contra un destacado grupo de docentes y el colaboracionismo (o el silencio cómplice) de muchos compañeros de los represaliados.
-¿Por qué «El atroz desmoche»?

-Así calificó Pedro Laín Entralgo a la depuración franquista de las universidades españolas. Desmochar es quitar, arrancar la parte superior de algo. Descabezarla. Eso es lo que hizo el franquismo. Todo aquello que brillaba era desmochado. El franquismo descabezó la ciencia y el pensamiento para someterlos a su voluntad.
-¿Y lo logró?
-Sí, en los primeros años lo logra. Con el exilio masivo, la ciencia española (que no la ciencia en general) sufrió una pérdida irreparable. Los que se quedan en España lo hacen por convencimiento o por miedo. Lo que prima es la fidelidad política. Eso se nota sobre todo en las oposiciones de los años cuarenta. Se valora para conseguir una plaza la fidelidad ideológica, no el mérito académico. Así, se garantiza la adhesión de todo el funcionariado, no sólo el universitario. El mérito académico desaparece de la Universidad española hasta los años sesenta
-¿Todo el mundo pasa por un proceso de depuración?
-Todos. Lo de purgar las malas prácticas profesionales es pura retórica porque lo que en realidad se hace es un purga ideológica como en la Alemania nazi o la Italia fascista. No se juzga la aptitud profesional. Los cargos que se utilizan contra algunos profesores son los de «marxista», «rojo» o «ateo». Se da manga ancha para las delaciones. Si alguien quería promocionar, ya sabía la fórmula: delatar a algunos compañeros. Las plazas vacantes se convirtieron en recompensa para los adictos. El botín universitario se lo repartieron las distintas familias franquistas.
-¿La conquista de la Universidad fue un paseo militar?
-Hay una serie de estereotipos, como que toda la intelectualidad era de izquierdas. Es mentira. El franquismo no fue sólo el general Franco. El caudillo no aplicó personalmente la represión. Franco no estaba solo. Quienes depuraban eran compañeros de los represaliados. Nos quedamos en la parte superficial y nos olvidamos del hecho de que el régimen sirve para cohesionar a los triunfadores. El franquismo aguanta porque los intereses personales se vinculan a los del régimen. Cada asesinato ocasionaba una baja y una situación de ventaja.
-¿Aquella depuración es comparable con la que se registró en otros países?
-Ni en Alemania, Portugal o la URSS se produce una depuración tan sanguinaria como en España.
-¿Ni siquiera en la Alemania nazi?
-Ni siquiera. El 18 de julio rompe el juego democrático y, del día a la noche, se pone la violencia en el tablero público. Se desata la violencia porque se hunde el Estado de derecho. La violencia es el único rasgo definitorio con continuidad a lo largo de la dictadura. Es la herramienta para instaurar el nuevo régimen. Lo que no se podía frenar en las urnas se frenaba con las armas. En Alemania muchos profesores salen a la calle. Otros, como Einstein, se van. El nazismo se instala progresivamente. En España pasamos directamente a un sistema que aniquila. Franco quería volar la República. Su voluntad es eliminar todo vestigio educativo republicano. Quería volver al Siglo de Oro. Y cuenta con el apoyo incondicional de la Iglesia católica, que le presta personal cualificado e ideología.
-¿Las purgas de la Universidad de Oviedo se sitúan entre las más crueles?

-La represión no es de las más cruentas en cuanto al número de asesinatos. En este capítulo destaca Granada. Pero la Universidad de Oviedo tiene características especiales por cuanto incluye el asesinato de un rector, la máxima autoridad académica. El asesinato del hijo de Clarín no tiene parangón en ningún otro país. Pero en Oviedo también hay más purgas. Se aparta a mucha gente de la docencia y el régimen garantiza que la Universidad sea un lugar seguro ideológicamente.
-¿El rector Alas fue asesinado por ser hijo de Clarín o por ser de izquierdas?
-Hay una combinación de ambos factores pero el elemento decisivo, el detonante de su asesinato, es ser hijo de Clarín. Había más militantes de izquierda y no todos son asesinados. Y Alas Argüelles no tenía una vinculación muy fuerte con la República. Matan al padre en la figura del hijo. Piense en aquella foto terrible, la de los falangistas que se fotografían delante del busto de Clarín y le ponen una careta de burro antes de hacerle volar por los aires. Esto demuestra ese odio hacia el autor de «La Regenta».
-El asesinato de Alas Argüelles fue recibido con un silencio sepulcral en la Universidad.

-Ninguno de sus antiguos compañeros denunció su muerte, pese a que muchos le mostraron su apoyo incondicional un año antes, en una huelga de Derecho. Eso es significativo del mundo universitario español, salvo en contadas excepciones. Los que se quedaron estuvieron 40 años para construir una falsa memoria. La Universidad española actual es hija de la Universidad franquista. No por ideología sino por tradición. La falta de enfrentamiento con el pasado impide denunciar que hay profesores que llegaron a una cátedra por méritos de guerra. Es muy preocupante que nadie haya hecho nada por reparar la memoria de Alas Argüelles.
-¿Cuál es su consejo?
-La Universidad debe encarar sus fantasmas porque el franquismo consiguió borrar del recuerdo a cientos de profesores que quedaron en el camino. Si no sabemos de donde venimos, no sabemos quienes somos. Se impone un reconocimiento a la gente que fue depurada por el régimen franquista. Pienso en Alas Argüelles y en Ramón Prieto Bances, un hombre de derechas, al que se represalió por ser demócrata.
-Sostiene que el rector accidental Isaac Galcerán tuvo un gran papel en la represión de la Universidad de Oviedo.
-Maquillaba las acusaciones y añadía cargos nuevos contra sus compañeros. Por eso sostengo que Franco no lo hizo todo solo. Quienes ejercen la represión son los vencedores por puro interés personal. En dos años, un profesor de Primaria de Oviedo acabó de catedrático universitario en Barcelona. Esa carrera meteórica sólo es explicable por su papel de hombre fuerte de falange en Asturias.
-¿De qué forma influyó el cerco militar republicano sobre la vida académica de la ciudad?
-Tanto la Revolución del 34 como el asedio condicionaron la historia de la Universidad. El asedio provoca el aislamiento de la Universidad respecto de su propio distrito y del resto de España durante meses. Prácticamente todos los documentos quedaron arrasados. Tras ser liberada la ciudad se plantea la necesidad de reconstruir unas instalaciones absolutamente arrasadas, tres años después de la Revolución de octubre, en un momento de replanteamiento del centro académico que podría comportar su eliminación.

-Describe con ironía que una vez finalizado el asedio de Oviedo, la junta de gobierno universitaria dedicó la principal partida presupuestaria para libros a la compra de crucifijos y retratos de Franco.
-Es cierto. Las instalaciones y los archivos universitarios quedaron arrasados en el incendio del 34 y en el asedio republicano. Se necesitaban miles de libros pero se apostó por adquirir retratos del caudillo. No deja de ser ésta una metáfora del régimen.
-¿A qué atribuye esta forma de nebulosa sobre la represión franquista en la Universidad?
-La Universidad tiene un problema de tradición. La única tradición de que se puede declarar heredera es la creada por el franquismo. Buscar una nueva tradición significa rechazar la actual y buscar la fuentes de la República y eso es complicado. La Universidad de Sevilla acaba de editar un libro sobre su historia reciente y se salta los años que van del 36 al 39. La historia, casi siempre, la acaban escribiendo los vencedores.