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Monumento a los represaliados del franquismo
El tiempo se está llevando los testimonios vivos de los que vivieron el horror del franquismo y su labor de aniquilación de las ideas de igualdad y libertad, y de las buenas gentes que las defendían 
Laura Rivera Carnicero (laopinióndezamora.es, 22-08-2009)


LAURA RIVERA CARNICERO

 

Algo está cambiando en la ciudad para hacerla más de todos.

 

Las placas de las calles ya recogen tres nombres de zamoranos, nacidos o vividos aquí, muertos por vil asesinato tras el golpe de estado que rompió la legalidad republicana que el pueblo español había decidido democráticamente.

Felipe Anciones, los hermanos Barayón y Antonio Pertejo han recibido el pequeño homenaje del recuerdo de la ciudad donde vivieron y murieron, que les había olvidado como se pretende olvidar la infamia, porque no otra cosa fue su muerte.

 

Su nombre en las placas de sencillas calles de la ciudad, puestas con sigilo administrativo y político, sin inauguraciones, corte de cintas ni discursos oficiales, es un pequeño símbolo de una vida tan sencilla como la de la gente sencilla a la que defendían con sus ideas. Gente como muchos zamoranos que tuvieron que sufrir primero y callar después la pena y la indignación durante muchos años.

 

Puede que los nuevos vecinos no sepan quiénes eran, como no saben quiénes fueron los nombres de otras calles más céntricas e importantes. Pero su nombre es nuestra memoria, la memoria colectiva que fue arrebatada para que en la ciudad habitase el olvido de sus personas, de sus obras, de sus ideas… de las nuestras.

 

El tiempo se está llevando los testimonios vivos de los que vivieron el horror del franquismo y su labor de aniquilación de las ideas de igualdad y libertad, y de las buenas gentes que las defendían.

 

Por eso en Zamora la comisión pro homenaje a los represaliados del franquismo —una buena idea de unos buenos amigos que cada vez es más de todos— ha trabajado por conseguir un espacio donde colocar un símbolo que represente a los que no se callaron ni se resignaron, a los que lucharon abiertamente o en su fuero íntimo por mantener la verdad histórica del tiempo que condenaron al olvido colectivo.

 

Su actividad ha ido levantando pequeños monumentos de homenaje en el corazón de cuantos han participado: poetas, artistas, actores y actrices… y todos los que han colaborado asistiendo a los actos programados o comprando una postal para materializar esa idea de justicia que ya ha crecido en cada uno de nosotros.

 

Ahora sólo falta que se haga realidad palpable en un pequeño monumento, sencillo como los hombres y mujeres a los que quiere homenajear, cargado de dignidad, y sea colocado en la ciudad para que sea más de todos.

 

Tardará más o menos en ocupar un lugar en la ciudad, pero en nuestro corazón y en nuestra memoria se ha ido construyendo un monumento que es un homenaje a quienes defendieron con su vida, a veces con su muerte, esas mismas ideas que en nosotros crecieron porque alguien antes las pensó y las fue transmitiendo.

 

Los muertos de los caminos y las cunetas están gritando bien alto para que se oigan sus palabras de esperanza. Y serán realidad un día de estos, cualquier día, porque cada vez somos unos pocos más los que las pensamos, y sobre todo porque son muchos más los que las necesitan.

 

Están por ahí y crecen aunque hayan querido enterrarlas en el olvido.

 

Tres placas en las calles de la ciudad y un monumento serán testigos de la barbarie, que se irá olvidando cuando podamos decir que su muerte mereció la pena: porque nos dejaron el ejemplo de su lucha para seguir viviendo en nosotros; porque no murieron del todo.

 

Han querido arrebatarnos la memoria histórica del tiempo de la victoria de la barbarie —una más de las muchas de la historia—, pero los derrotados han resistido el tiempo del olvido y se vuelven a oír sus voces de esperanza.

 

Sus nombres en la calle nos recuerdan que un mundo mejor es posible. Un sencillo monumento será un lugar para reconocernos en ellos, los que lucharon, nosotros los que estamos obligados a intentarlo.

 

 

 



http://www.laopiniondezamora.es/opinion/2009/08/22/opinion-monumento-represaliados-franquismo/378977.html