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Necrológica. ELEUTERIO FERNÁNDEZ-GIRO DOMECH. La muerte de un infame
Antonio Martínez Valero - 20 de abril de 2004




Queridos amigos, me encuentro ya en una edad , en la que en la lectura y revisión diaria de las noticias, se incluye un vistazo a las esquelas mortuorias. Más que nada, por aquello de saber si algún amigo ha pasado a mejor vida, y poder acompañarle en su breve viaje final, así como confortar a su familia.

Pues bien, ayer, día 19 de abril, al abrir las páginas correspondientes a las esquelas, descubrí que había fallecido ELEUTERIO FERNÁNDEZ-GIRO DOMECH. No constaba su edad, y se citaba a modo de slogan una frase de la Biblia flameando sobre su nombre. Nombre, que sólo unos pocos recordarán. Si le añadiéramos los apodos por los que era conocido, esto es, "El Legionario", o "El Lute", unos cuantos más caerán en la cuenta de que estoy refiriéndome a uno de los más crueles, bestias y sanguinarios torturadores de la Brigada Politico-Social franquista de Zaragoza.

Desde los años 50, dos generaciones de militantes obreros de oposición, así como de estudiantes universitarios, pasamos, nunca mejor dicho, por sus manos, y soportamos su fétido aliento cuando, esposados a las espaldas nos gritaba pegando su cara a la nuestra, en lo que pretendía ser un método psicológico aprendido de la GESTAPO hitleriana para doblegar nuestro ánimo y hacernos delatar a nuestros compañeros. Por supuesto que si no lo conseguía, los métodos que aplicaba eran más prosaicos, a pesar de sus divertidos nombres: te hacía la bañera, o el salto de la rana, o directamente te aplicaba corrientes o te colgaba desnudo del quicio de una puerta durante días. Desde luego, sin unas cuantas bofetadas y puñetazos no te ibas de su presencia.

A las órdenes de otros verdugos como Gilaberte, o Raimundo Maestro, que fue nombrado en los años 80 Jefe Superior de Policía de Sevilla por el ministro Barrionuevo, desarrolló su triste cometido en compañía de otro energúmeno que hacía el papel de "bueno", o de "tonto", Ausencio Latorre, el cual (al menos éste sí), murió hace ya unos cuántos años de una dolorosa enfermedad.

En lo personal, recuerdo que en mi primera detención el 30 de Abril de 1970, víspera del 1º de Mayo, en un momento del interrogatorio me dijo: "Pero bueno.... ¿ no te dás cuenta que cuando ganéis vosotros, los comunistas, yo seguiré siendo policía, que seguiréis utilizándome?".

Me da vergüenza recordar lo que yo pensaba en esos momentos hacer con aquel individuo si "algún día ganábamos".

Aquella frase sin embargo, me ha perseguido estos años, como símbolo de mi decepción. En octubre de 1977 las Cortes democráticas españolas aprobaron la Ley de Amnistía, que fue un punto final, y que no solamente hizo que todos los verdugos de aquellos años se fueran de rositas, sino que elementos como el nombrado difunto, siguieron siendo policías e incluso desempeñaron importantes cargos de "protección " y seguridad de nuestra joven democracia.

Del carácter de aquel energúmeno, puede ser demostrativa, la frase que me dijo en nuestro último encuentro a finales de 1976, al tiempo que, estando yo esposado me lanzaba un directo a mi ojo derecho que tardó un mes en volver a su estado natural: " Ya estaréis contentos, que tenéis al rojo ése de Fraga, de Ministro de la Gobernación....!!!!! (Sic).

No suelo alegrarme de las desdichas ni de la muerte de mis semejantes, pero individuos como éste es imposible que puedan ser "semejantes" a nosotros. Por ello, hoy también me acuerdo de algunos amigos que pasaron por sus manos, me acuerdo de Manolo Gil ,de Rafael Casas, de Julito Martínez, de Floreal, de Felix Matute, de Mikel Azcue, de Fernando Arnas, de Fidel, de Antonio Rosel, de Tere Fauste, y de muchos otros, y quiero pensar que a pesar de aquella amnistía, a pesar de la generosidad de la democracia (es fácil ser generoso con el dolor de otros), ése individuo rabió todos estos años por el fracaso de aquel régimen que defendió tan miserablemente, y que aquellos que le hemos sobrevivido, contaremos nuestra experiencia y no dejaremos que caiga en el olvido quién fue y cómo fue el régimen que lo produjo. ¡Espero que no descanse en paz, jamás!

Antonio Martínez Valero.
20 de Abril de 2004