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El barracón 85 de Bram

El Periódico, | 21 septiembre 2009

Las 39 fotos de Antoni Agulló retratan la vida en la llamada «universidad» en el campo francés de refugiados republicanos. Intelectuales y médicos ejercían de docentesEVA MELÚS, BARCELONA

Mañana se abre la exposición gratuita Fem Memòria, organizada conjuntamente por el Museu Nacional d’Art de Catalunya (MNAC), EL PERIÓDICO y Memorial Democràtic. Más de 800 imágenes inéditas de la guerra civil enviadas por los lectores durante este verano, entre ellas las de Antoni Agulló, que compartió penurias con Centelles, han abandonado álbumes familiares y cajones para ocupar la sala de la Cúpula del MNAC hasta el domingo. Es el colofón a las muestras Això és la guerra! Robert Capa en acció y Gerda Taro.

Cada una de las fotografías de la guerra civil rescatadas a través del proyecto Fem memòria, la convocatoria impulsada por el MNAC, EL PERIÓDICO y Memorial Democràtic, es el extremo del hilo de una historia. Y estirando, la bobina se redondea. Antoni Agulló era un técnico del Comisariado de Deporte y Salud de la Generalitat republicana, con carnet de ERC. Como muchos perdedores de la guerra, abandonó Barcelona poco antes de que las tropas franquistas entraran en la ciudad, el 26 de enero de 1939. Justo un mes después, Agulló llegó al campo de confinamiento de refugiados de Bram (Francia) desde Argelès, otra «prisión humanitaria» habilitada en la misma playa, y tomó posesión de un catre en la barraca 85 del quartier E.

Llevaba con él su preciada cámara Kodak Brownie, con la que hizo al menos 39 fotos de sus compañeros, muchos intelectuales y políticos republicanos caídos en desgracia. Su barraca era, según el tosco cartel de la puerta, la «universidad» del campo, y los refugiados iban a recibir clases del psiquiatra Diego Ruiz o del dibujante Gustau Vila, Grapa. Agulló convivió con ellos hasta febrero de 1940.

El laboratorio de Centelles

A finales de octubre, el Centre d’Art Santa Mònica de Barcelona expondrá las 600 fotografías que el fotoperiodista Agustí Centelles tomó también en Bram, donde estuvo entre abril y septiembre de 1939. En el barracón 62 del quartier D, separado de Agulló por una de las alambradas que dividían el campo en diez sectores incomunicados, montó un laboratorio fotográfico. Esta muestra llega a Barcelona después del reconocimiento que implica pasar por el prestigioso Jeu de Paume francés.

Antes de morir, Agulló regaló sus imágenes a su sobrino Josep Maria, quien las sacó por primera vez del cajón a finales del pasado julio para la muestra Fem memòria, que ahora presenta el MNAC. Sus modelos, la lista de las 100 personas del barracón 85, se puede consultar en la web de EL PERIÓDICO.

En ella está Pedro Massanella, secretario del Comisariado de Deporte de la Generalitat. Con él, Agulló puso a salvo la documentación del departamento en un pajar de Girona y luego cruzó la frontera. También Rafael Santacreu Monar, su compañero en el grupo clandestino de la Resistencia francesa donde militó al salir del campo, hasta que alguien les delató en febrero de 1943. Familiares bien relacionados con el franquismo le arreglaron la documentación para volver a Barcelona.

«Que sepamos, Centelles y Agulló fueron los únicos que retrataron la realidad del campo desde dentro. El descubrimiento de estas nuevas fotos de Bram ha sido algo muy afortunado», dice Teresa Ferré, que lleva una década investigando el trabajo de Centelles y comisaria de la muestra sobre Bram. Ferré cree posible que no se conocieran: «Pudieron coincidir algún domingo en el pasillo central, el único momento en que los refugiados podían abandonar su quartier, pero cuando Centelles llegó al campo se alcanzó un pico de 17.000 residentes. ¡Es casi un pueblo!».

Centelles sí conocía a Josep Rosas, director del semanario Vertical y dirigente destacado de la CNT. Cuando este sabadellense se embarcó hacia Chile en el barco Winnipeg junto a otros exiliados republicanos, llevaba dos fotografías como recuerdo de su estancia en Bram. Una de ellas ilustró sus memorias, El ciutadà desconegut del Llobregat a Mapocho, editadas por el Arxiu Històric de Sabadell. Casi por lógica, estas imágenes fueron atribuidas a Centelles. Sin embargo, los negativos de ambas estaban entre los de Agulló. La hija pequeña de Rosas, que vive en Chile, reconocía en las fotos a su tío Josep Pera y a Grapa, quien le dibujaba muñequitos en los márgenes de las cartas que le llegaban desde Bram

Junto a Miquel Bertran y otros refugiados de Sabadell, Rosas fundó una sociedad de ayuda mutua en el campo que llamaron «els 12 pòtols». Ni un recuerdo del autor de las fotos. Igual que Florenci Costas, que sí reconoció en el diario la foto de su abuelo Josep Farré y de otro pariente, Josep Bella. Agulló quedó detrás de su cámara.

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