Hoy ya se puede ver de nuevo la placa histórica de las Trece Rosas en la tapia del Cementerio, debajo de la que colocó en su lugar la Fundación que utiliza su nombreMás que limpia, la hemos visto pálida, seguramente, del susto y la paliza, herida en los costados por las palanquetas, la botonera rota, alicaída…¡pero es la misma que ha sobrevivido a su secuestro, a una muerte anunciada por sus captores en el mismo lugar de los hechos!

Desconocemos si alguien pagó por su rescate o, simplemente, los autores la devolvieron arrepintiéndose de su fechoría pero, en ambos casos, queda pendiente una explicación, una disculpa y, sobre todo, una rectificación.

No sólo es necesario que quienes dicen sentir y compartir la lucha de los familiares y amigos de las víctimas del franquismo respeten los lugares comunes de memoria, sino que, además, deben contar en todo momento con la dignidad de los allí fusilados y de los suyos.

En cualquier caso, podemos felicitarnos quienes hemos alzado la voz contra este atropello indigno por la súbita aparición de la placa. Pero habríamos preferido que primero hubiera aparecido la vergüenza.

Ojalá nos cuenten algún día qué les motivó para apropiarse de un espacio que no les pertenecía, de una restauración que nadie les había pedido, de una arrogancia capaz de ignorar a sus familiares y amigos.

Entre tanto, las veteranas y veteranos, además de poder leer mejor las letras de su placa, por estar repintadas de verde y a su altura, tendrán un buen perchero encima para sujetar la tricolor.

Gracias a todas y a todos por vuestro apoyo

(CONTINUARÁ…)