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La exhumación de Lorca rodeada de misterios, leyendas y… 3.000 fusilados

Juan Carlos Rodríguez. El Economista, 22-10-2009 | 24 octubre 2009

La probabilidad de dar con los restos del poeta es, atendiendo a la extensa bibliografía lorquiana, mínimaLa probabilidad de dar con los restos del poeta es, atendiendo a la extensa bibliografía lorquiana, mínima. Aunque la preocupación familiar no es tanto el paradero del cuerpo si se halla e identifica -al final, entregará el ADN-, dado que ya ha solicitado que siga enterrado en el mismo lugar de la fosa y el Ayuntamiento de Alfácar ha recalificado el parque como cementerio. Lo que espanta a la familia es realmente lo contrario: ¿Y si no se encuentran los huesos?

Entonces se recrudecerán las teorías fantasmas, que desde hace décadas apuntan a que la propia familia, una vez que conoció el fusilamiento dos días después, rescató el cadáver y lo enterró, todo en secreto, en la Huerta de San Vicente, actual sede de la Fundación García Lorca en Granada. «Es absolutamente disparatado -afirma Laura García Lorca-, tanto como cuando se ha dicho que se trasladó el cuerpo a la Huerta de San Vicente o que está oculto en mi casa de veraneo en Nerja. Es totalmente improbable».

Leyendas

La especulación en torno a la muerte, desentierro y funeral, tres etapas de las teorías alrededor del fusilamiento del poeta, no han cesado. «Ya sólo falta que vengan a Fuente Grande a hacer psicofonías en busca de la voz de ultratumba», afirma Alfonso Alcalá, director del Museo García Lorca de Fuente Vaqueros, que denuncia las «leyendas disparatadas» que surgen de vez en cuando sobre el lugar en donde se encuentran los restos del poeta.

«Está muy claro que hay una operación mediática de proporciones enormes y el que se apunte a eso ya tiene cierta propaganda», sentencia el catedrático de Literatura de la Universidad de Granada Andrés Soria. Uno de ellos ha sido el científico Luis Avial, que está convencido de que la fosa fue removida «poco después de la muerte del poeta», tras haber inspeccionado la zona con un georradar, semanas antes de la inspección oficial que corrió a cargo de la Universidad de Granada. «La tierra fue removida en dos metros de largo y 50 centímetros de ancho poco después de ser enterrado el poeta», declara Avial, sin embargo es imposible datar algo así con días de diferencia. En cualquier caso, Avial ha dado pie a rescatar viejas teorías.

«Se ha dicho de todo. Incluso han llegado a escribir que me los llevé yo al chalé que tengo en Nerja», insiste Laura García Lorca, sobrina-nieta del poeta. La cuestión es que la tesis que triunfa, en cierto modo, la que presume de un Lorca enterrado en la Huerta de San Vicente corría ya en los años setenta por Granada. Y algunos, como el periodista Fernando Guijarro, la defienden a toda costa.

Un invento franquista

«Es lógico que la familia de Lorca se haya resistido hasta ahora a la exhumación de sus restos porque todo apunta a que ni el poeta ni quieres fueron asesinados allí están sepultados donde se dice», ha escrito Fernando Guijarro. Sin embargo, no sólo no hay pruebas, sino que, según interprentan Ian Gibson y otros investigadores, la teoría fue un invento del entorno franquista para intentar contrarrestar el mito de un Lorca mártir, lo mismo que el intento de reducir su asesinato a un ajuste de cuentas homosexual.

El periodista Andrés Ramos Espejo, autor de García Lorca en Fuentevaqueros afirma: «Se están diciendo muchas barbaridades y lo peor es que se están extendiendo. Estamos volviendo a los pábulos de antes y a las confusiones de antes. Lo cierto es que el asesinato de Lorca fue un asesinato político. El mismo Franco se quejó en 1956 de que el diario ABC le hubiera dedicado un artículo a García Lorca porque era un izquierdista. A Lorca lo fusilaron por eso. Y nada más».

Gibson tampoco le da pábulo. «Quienes saben si Lorca está enterrado en la Huerta de San Vicente son sus herederos, y éstos han dicho una y otra vez que no está allí y que nunca se recuperó su cadáver. Según la teoría de Guijarro son unos mentirosos. No lo puedo creer. A mi juicio se trata de un bulo más, de los muchos que circulan en Granada en torno al asunto. Una de las razones más sólidas para buscar científicamente los restos del poeta es, precisamente, acabar con esta situación indigna y aberrante, vergonzosa para España en el mundo».

Algunas de las teorías de la rumorología lorquiana tienen una raíz literaria. Fernando Marías en la novela La luz prodigiosa -luego transformado en la película dirigida por Miguel Hermoso- juega con la imaginación y da pie a teorías que luego se han lanzado a la calle, incluso de modo anónimo. El argumento literario de Marías es que Lorca es rescatado con vida tras su fusilamiento, aunque con heridas cerebrales irreversibles, sin memoria y vive sin saber quién es en el Convento de San Bartolomé hasta que muere 18 años después.

Hay quien la data en 1976, pero en realidad su difusión es mucho más reciente. El origen es un capítulo de Páginas ocultas de la historia, una serie de Televisión Española, hoy de culto, que Juan Bas y Fernando Marías diseñaron y escribieron entre 1995 y 1997. La serie, pionera del formato hoy tan extendido del falso documental y emitida en La 2, contenía trece historias, dos de ellas, La otra muerte de Federico García Lorca y La Corporación, basadas en sendas novelas de Fernando Marías, La luz prodigiosa y Esta noche moriré.

Algunos tragaron. El periodista Juan Jesús Haro Vallejo publicó en agosto de 1999 en la revista Enigmas, dirigida por Fernando Jiménez del Oso, que el poeta granadino sobrevivió al «paseíllo» y falleció por causas naturales dieciocho años después. «Los documentos gráficos así lo corroboran», se decía en el índice de la revista, en la que además se destacaba que el cuerpo fue enterrado en la casa de verano que los Lorca tenían y mantienen en Nerja, dado que allí «se están produciendo supuestos fenómenos extraños».

Lorca superviviente

La supervivencia de García Lorca a su ejecución se había apuntado por primera vez, según Haro Vallejo, en un reportaje publicado por la periodista Rocío Pérez en el diario Ideal de Granada el 19 de agosto de 1976. La pieza, titulada La otra muerte de Lorca, era la primera parte de un amplio trabajo de investigación, que fue suspendido tras esa primera entrega. «Por desgracia, el director del periódico granadino no permitió que la totalidad del relato viera la luz», se lamentaba Haro Vallejo en Enigmas.

Nada de lo que hablaba Haro Vallejo había pasado en el mundo real: no existían ni el reportaje de Ideal de 1976 ni la periodista intrépida ni el panadero ni el convento y, por supuesto, la foto era un montaje para la serie de Juan Vaz y Fernando Marías, padres del guión original. En junio de 2000, un juzgado madrileño condenó a Haro Vallejo, Jiménez del Oso y Enigmas por el plagio de la ficción de Marías y Bas, al «resultar indiscutible» que su texto «es una copia literal del trabajo» de los novelistas.

El espectáculo está a punto de comenzar. Esa hondonada, esa quebrada, en la carretera de Víznar a Alfacar, esa tumba con el cuerpo insepulto del poeta granadino -y presumiblemente de tres mil republicanos asesinados por los franquistas- es ya objetivo descarnado del ojo público.

73 años después

Excavadoras que removerán la tierra y la memoria ya están allí. Han pasado 73 años del asesinato de Lorca, y la inminente apertura de la fosa, cuyos trabajos previos han comenzado esta semana, se ha consumado como un acontecimiento mediático mundial.

La reconstrucción de los acontecimientos de la noche del 18 al 19 de agosto de 1936 sigue obsesionando a historiadores, escritores, cineastas y a la sociedad española en general. Por el momento el rompecabezas se resuelve con un relato que lleva al poeta desde la casa de los Rosales en la que se hallaba refugiado hasta el paraje de Víznar, junto a la fuente de Aynadamar, hoy Fuente Grande, donde, en compañía de un maestro cojo, Dióscoro Galindo, y dos banderilleros de la CNT, Francisco Galadí Melgar y Joaquín Arcollas Cabezas, le llegó la muerte, por lo que cuentan a la orden que dio el mismísimo Queipo de Llano por teléfono a José Valdés Guzmán, con la expresión muy castiza de: «Dale café, mucho café».

Antonio Machado recreo trágicamente en un famoso poema el instante: «Se le vio, caminando entre fusiles, / por una calle larga, / salir al campo frío, / aún con estrellas de la madrugada. / Mataron a Federico / cuando la luz asomaba. / El pelotón de verdugos / no osó mirarle la cara. / Todos cerraron los ojos; / rezaron: ¡ni Dios te salva! / Muerto cayó Federico / sangre en la frente y plomo en las entrañas / Que fue en Granada el crimen / sabed ¡pobre Granada!, en su Granada».

En la misma Granada el debate de si desenterrar o no la fosa de Lorca ya es algo popular. El realizador chileno José Rovano lo ha abordado en el documental Tres pasos para el retorno. La cinta, un homenaje a los cuatro fallecidos y al resto de los miles de represaliados republicanos que yacen en el barranco de Víznar (Granada), es una producción chileno-española que cuenta con la colaboración de la Fundación Euroárabe de Altos Estudios, la Universidad de Granada y el Patronato Federico García Lorca.

Rovano afirma: «Creo que España aún no puede arreglar su problema de reconstrucción de la memoria histórica porque aún existen muchos odios. Hasta que no se abra la fosa se va a seguir especulando con su historia». Especulación, ciertamente. En cualquier caso, ya lo escribió en verso Rafael Alberti: «No tuviste tu muerte, la que a ti te tocaba».

La Consejería de Justicia de la Junta firmó un convenio en el que participa la Diputación de Granada, la Asociación Granadina para la Recuperación de la Memoria Histórica y el Ayuntamiento de Alfacar, término municipal en el que los historiadores han ubicado la fosa. Según Álvarez, «se podrán compatibilizar los deseos de todos los familiares».

Las incógnitas

Porque esa es otra cuestión. Porque la ‘tumba’ de Lorca está llena de incógnitas. La existencia de la fosa es indudable, en principio, según los testimonios contemporáneos. Sin embargo, su ubicación baila según hablen unos y otros. En 1986 la Diputación de Granada inauguró en Alfacar el Parque Federico García Lorca, el mismo que sirve de escenario a la romería de cada 18 de agosto. El terreno, que adquirió la institución para evitar presiones inmobiliarias, fue señalado por investigadores -sobre todo, por el propio Gibson- y testigos como el lugar más probable en el que había sido enterrado el poeta.

Para llegar a esa conclusión seis años antes la Diputación creó una Comisión de Encuestas para entrevistarse con «cuantas personas puedan aportar algún dato o informe en relación al lugar de enterramiento de Federico García Lorca». El 22 de julio de 1980, la Comisión concluyó: «Nosotros entendemos que, tras estos testimonios y con las dudas razonables, el terreno en que puedan estar los restos de García Lorca, deben situarse en el paraje que se viene repitiendo en los testimonios y que se ubica próximo a los olivos y peñascos reiteradamente citados». En ese punto, cerca de la llamada Fuente Grande, se erigió un monolito.

Según Gibson es ahí el punto exacto: «Deben empezar donde me indicó Manolo ‘El Comunista’, donde está el olivo». Manolo ‘El Comunista’ es Manuel Castilla, el enterrador de Lorca, uno de los que esa noche fueron detenidos y salvó su vida ejerciendo el drama de tapar las tumbas de los suyos. El hispanista ratifica la información publicada en su obra El asesinato de Federico García Lorca e incluida en su biografía posterior de acuerdo con la descripción que el enterrador, Manuel Castilla, le facilitó a él y a Agustín Penón. Aportó también la declaración de dos testigos que dijeron haber visto a Lorca detenido «el 20 de agosto de 1936 a un lado de la carretera de Víznar».

El periodista Antonio Ramos Espejo, que había investigado reiteradamente la situación de la fosa, dijo entonces que era «prácticamente imposible fijar con exactitud» el lugar donde se encuentran los restos, pero apostó por las investigaciones de Gibson.

¿Pero donde se enterró?

¿Pero donde se enterró? En principio, entre Víznar y Alfacar hay, presumiblemente, cientos de fosas. Durante más de tres meses se fusiló y enterró en fosas comunes a cientos de represaliados. La cifra nunca se sabrá. La cuestión es identificar entre ellas la que cobija los huesos de Lorca, en principio con cuatro cuerpos. Porque investigadores como Víctor Fernández descartan la presencia del cadáver de Fermín Roldán enterrado junto a Lorca, porque, al menos, éste fue enterrado y asesinado una semana después.

Fernández ha localizado al hijo del hombre que enterró a Roldán. Es Antonio Mendoza García y su padre, Antonio Mendoza Lafuente, presidente de una logia masónica de Granada, que salvó la vida enterrando a los condenados a muerte en Víznar una semana después del asesinato de Lorca. Entre los 17 que enterró ese primer día estaba Fermín Roldán, algo que, además, le confesaría, según Víctor Fernández, el propio Mendoza Lafuente en 1969 al periodista granadino Eduardo Molina Fajardo, lo que éste dejó escrito en su libro Los últimos días de García Lorca.

Juan de Loxa valora una y otras teorías: «Lorca atrae a mucha gente. Por eso no es difícil que se hayan disparado las teorías sobre la localización de su tumba. Cualquier investigador o presunto investigador parece tener derecho a opinar», subraya. «Es como si se hubiera organizado una quiniela y todos estén apostando por el lugar exacto donde está enterrado», dice uno de los mayores expertos en la poesía lorquiana y director durante casi veinte años del museo dedicado al poeta en su ciudad natal.

Porque otra cuestión son quiénes están en la misma fosa que el poeta. Hasta el momento, parece que cuatro. La presidenta de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Granada, Maribel Brenes, explica que «documentalmente» no se puede confirmar la existencia de ese quinto cuerpo, ya que existe la posibilidad de que «no esté o de que haya incluso más cadáveres», algo que sólo se podrá constatar «cuando se abra la fosa». De momento, la Junta de Andalucía asegura que, incluso, se podría dar por hecho la existencia de un sexto cadáver: Miguel Cobo Vilches, propietario de una venta también asesinado en torno al 19 de agosto de 1936.

«Mataban por placer»

Las autoridades granadinas sublevadas asesinaron en Granada a miles de personas, algunas fuentes señalan que tres mil son las enterradas entre Víznar y Alfacar, sobre todo a pie del barranco. Los verdugos eran en su mayoría miembros de la llamada Escuadra Negra, un grupo militar al servicio de José Valdés Guzmán, gobernador civil de Granada, que en muchos casos, según el periodista Víctor Fernández, «mataba por placer».

Uno de los criminales, Manuel Luna hablaría de los hechos en una carta: «Algunos días después cogimos al gran canalla de García Lorca -el peor de todos- y lo fusilamos en la Vega, junto a una acequia. ¡Qué cara ponía! Alzaba los brazos al cielo. Pedía clemencia. ¡Cómo nos reíamos viendo sus gestos y sus muecas!».

El músico Ángel Barrios, gran amigo de Lorca, al enterarse del bárbaro crimen fue hasta Alfacar dos días después de los hechos. Con horror comprobó que se había arrojado cal viva donde reposaba Lorca. Los asesinos no querían dejar huella y, tras la guerra, muchas fosas fueron disimuladas con pinos. Hasta el propio Franco buscó los restos de Lorca, o al menos, ese fue el ofrecimiento que hizo a la familia García Lorca, indignados ante la ‘idea’ retomada por el investigador Miguel Caballero de trasladar los restos del poeta a, ni más ni menos, que el Valle de los Caídos. Para la sobrina de Federico y presidenta de su Fundación, Laura García-Lorca, esto es «absolutamente disparatado».

Los sobrinos de Federico García Lorca se siguen manteniendo fiel al comunicado que hicieron público en 2005. Los firmantes, los hermanos Vicenta, Concepción y Manuel Fernández-Montesinos García (cuyo padre, alcalde de Granada, fue también fusilado en agosto de 1936), y Gloria, Isabel y Laura García-Lorca de los Ríos, se declararon contrarios a desenterrar al poeta, pese a que «es perfectamente legítima cualquier iniciativa de exhumación cuando vaya a enriquecer lagunas que pueda haber en la memoria pública».

«Estamos convencidos, y en ello basamos nuestras opiniones, de que las circunstancias de la muerte de Federico García Lorca, por lo que se refiere a la constatación de la memoria histórica, son lo suficientemente conocidas como para que en su caso particular no haya que remover sus huesos», decía. En cualquier caso, Laura García Lorca, más recientemente, se ha ratificado en la idea de que los restos del poeta deben permanecer donde están porque, como decía el comunicado, «la existencia de una fosa común es parte de la verdad histórica». En cualquier caso, los Lorca reniegan de que la búsqueda de los restos se convierta en un acontecimiento -que lo será- mediático sin parangón.

Federico García Lorca

Los preparativos para la instalación de la carpa que preservará la privacidad de los trabajos de excavación de las seis posibles fosas localizadas en terrenos del parque de Alfacar, entre ellas la que pudiera albergar los restos de Federico García Lorca, siguen su curso. Ayer finalizaron los trabajos de la instalación de la malla protectora que impide la visibilidad en la zona donde se encuentran las seis fosas y hoy está previsto que comiencen las tareas para levantar la carpa que tapará los 200 metros cuadrados que la Consejería de Justicia ha ordenado acotar para garantizar la privacidad de los trabajos de exhumación, atendiendo así a la petición de los familiares de las víctimas, incluida la del poeta Federico García Lorca.

Una docena de personas -casi todos ellos voluntarios y miembros de la Asociación Granadina para la Recuperación de la Memoria Histórica (AGRMH), además de un geólogo-, finalizó los trabajos para delimitar la zona, según informaron fuentes de la Consejería de Justicia. En el lugar se personaron miembros del Instituto Andaluz de Geofísica que han localizado los seis enterramientos posibles a una profundidad de entre 0,60 y 1,80 metros, además de la historiadora y presidenta de la AGRMH, Maribel Brenes.

En principio, la carpa permitirá llevar a cabo las excavaciones con independencia de que la climatología sea adversa. De hecho, ayer amenazó lluvia durante todo el día y ya se nota el descenso de las temperaturas que puede ser más acusado en los próximos días.

Intimidad de las familias

Aunque la AGRMH ha negado en los últimos días que exista «secretismo» en torno a la fosa donde supuestamente yacen el poeta, los banderilleros anarquistas Joaquín Arcollas y Francisco Galadí, el maestro Dióscoro Galindo, el restaurador Miguel Cobo y el inspector de tributos Fermín Roldán, las medidas impuestas para «preservar la intimidad de familiares y víctimas» nunca antes se habían adoptado. La enorme carpa, que podría estar instalada en tres días para iniciar la apertura de la fosa la próxima semana, deja fuera a los medios de comunicación ante el temor expresado -no sólo por las familias sino también por la AGRMH y de la propia Administración-, de que la exhumación se convierta en un «circo mediático».

Ni siquiera se conocen los criterios que se seguirán para difundir imágenes de las fosas si bien la consejera Begoña Álvarez adelantó tras la firma del convenio que no se suministrarán detalles que «afecten a la intimidad» de las familias. Las exhumaciones de fosas practicadas hasta ahora por la AGRMH en Melegís y Loja se llevaron con absoluta discreción, sin que los medios de comunicación tuvieran conocimiento de ello hasta que no finalizaron los trabajos. Fue sólo entonces cuando se informó de los detalles de los hallazgos con una puesta en escena, en el caso de Melegís, que incluyó la exhibición de uno de los 19 milicianos republicanos desenterrados, ninguno reclamado por sus familiares al desconocerse su identidad.

La AGRMH, que solicitó en su día la exhumación al juez Baltasar Garzón -a petición de los familiares de Francisco Galadí y Dióscoro Galindo (los descendientes de este último se desmarcaron con posterioridad)- cree que no todas las fosas «pueden y deben» ser abiertas, al tiempo que niega que hayan dado prioridad a la de Alfacar por ser el lugar donde supuestamente se encuentran los restos del poeta granadino.

http://ecodiario.eleconomista.es/libros/noticias/1636225/10/09/Lorca-entre-tres-mil-fusilados.html