El mismo alcalde al que le parece tan rebién que nuestro callejero siga homenajeando a un militar sedicioso, al tiempo sea capaz de negarle el más mínimo reconocimiento personal a quien sí fue demócrataEste fin de semana ha terminado una semana de reencuentro con un hijo ilustre de Guadalajara, Emilio Herrera «Petere». Un excelente literato al que la losa de la Dictadura pretendió borrar de la faz de la tierra, y para el que han tenido que pasar 30 años en Democracia para que la tierra que le vio nacer recupere su memoria histórica.

El refrán de que nunca es tarde si la dicha es buena se hace ahora más evidente que nunca. Pero ahora bien: no quiero dejar de denunciar públicamente la actitud del Partido Popular de Guadalajara en general; y del Equipo de Gobierno de la capital en particular.

Parece, como poco, bochornoso, que para dejar las cenizas del escritor y su mujer en el Cementerio Municipal, cumpliendo así la voluntad del poeta, Diputación haya tenido que pagar al Ayuntamiento el columbario donde se alojan.

Y es que el consistorio de Antonio Román no ha sido no siquiera capaz de ceder gratuitamente este lugar para quien es, no se olvide, Hijo Predilecto de Guadalajara desde que en 2003 así lo votó por unanimidad la corporación que entonces presidía José María Bris. No digo ya encargar una plaquita o un monolito como los que Román sí tiene a bien encargar cuando le da la gana. Digo, sencillamente, ceder gratuitamente el cubículo. Ni eso.

Por cierto, que Bris, una vez más, es quien se salva de la ignominia popular, y demuestra que él es lo que siempre ha sido, ante todo y por encima de todo: un señor muy educado, y un caballero.

Mientras ni un solo representante del Equipo de Gobierno del Ayuntamiento acudió al acto del Cementerio (ni tampoco un solo diputado provincial popular, senador, diputado o diputado regional del PP), al menos Bris sí fue a la inauguración de la exposición sobre Petere que se celebró instantes después.

Es lamentable, de verdad, que el mismo alcalde que no ve problema alguno en burlar a su manera la Ley de Memoria Histórica; y al que le parece tan rebién que nuestro callejero siga homenajeando a un militar sedicioso, fascista y desleal como Boixareu Rivera, al tiempo sea capaz de negarle el más mínimo reconocimiento personal a quien sí fue demócrata, leal y pacífico en vida.

Para hacérselo mirar, de verdad.

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