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Seminario «El movimiento de la fotografía obrera. Hacia una historia política del origen de la modernidad fotográfica»

| 13 enero 2010

Madrid. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.21 al 23 de enero

 

Introducción

En marzo de 1926 la revista AIZ (Arbeiter Illustrierte Zeitung [Periódico Ilustrado de los Trabajadores]) publicó una convocatoria para que su público, la clase obrera movilizada, se convirtiera en proveedor de imágenes de la vida cotidiana proletaria, de las condiciones objetivas del trabajo industrial y de las organizaciones y actividad política de los trabajadores. Las luchas por la imagen empezaban a aparecer como parte central de la lucha política.

Esta convocatoria constituye el arranque de todo un movimiento fotográfico que se expande por el centro y norte de Europa y llega a Norteamérica, aunque su eje permanezca en Alemania y la Unión Soviética, o más bien en los intercambios foto-políticos entre las organizaciones comunistas de ambos países hasta el final del Primer Plan Quinquenal y la caída de la República de Weimar.

Si la URSS constituía el centro de la vanguardia política, Alemania era el centro de las industrias y tecnologías de la nueva cultura visual. Las redes se extienden mucho más allá de forma no homogénea o incluso con contradicciones, según las singularidades locales de los movimientos sociales.

Diferentes núcleos de documentalismo o fotografía social vinculados a los movimientos comunistas se producen a finales de los años veinte en Hungría, Austria, Checoslovaquia, Polonia, Holanda, Inglaterra, Francia, Estados Unidos, México y más allá. Grupos amplios y prácticas documentales complejas se desarrollan en ciudades como Praga, Bratislava, Budapest, Zúrich o Ámsterdam, promoviendo exposiciones y publicaciones de fotografía social y obrera entre 1932 y 1936. Un número destacado de fotógrafos participantes en el movimiento se ven obligados a sucesivas migraciones o exilios políticos en la expansión de los regímenes fascistas en Europa Central, sobre todo a partir de 1933. La propia revista AIZ se traslada ese año a Praga, y más adelante a París, hasta que deja de publicarse en 1938.

El tipo de fotografía que promueven los fotógrafos obreros amateurs y sus editores estaba en relativa oposición al fotomontaje y la abstracción, no sólo se encontraba vinculada a la factografía soviética, sino también a los más amplios movimientos documentales en el cine y la fotografía que emergen hacia 1930 a escala internacional. La principal misión de éstos es la representación de la crisis económica y sus efectos sociales, particularmente entre las clases desfavorecidas. La pobreza, la explotación y la desesperación eran algunas de las condiciones estructurales de la vida proletaria que debían ser mostradas. En este sentido, el crítico alemán Edwin Hoernle definía un ojo proletario específico, antagónico al humanismo burgués, en el que compasión es la expresión de superioridad de clase. Hoernle escribía: “Debemos proclamar la realidad proletaria en toda su repugnante fealdad, con su denuncia a la sociedad y su exigencia de venganza (…) Debemos presentar las cosas como son, con una luz dura, sin compasión”.(1)

Hacia mitad de la década de los treinta la estrategia política del movimiento comunista internacional cambia para aceptar una nueva forma de alianza amplia de partidos de izquierda, como medio para frenar el gran avance del fascismo en Europa, lo que favorece las experiencias de gobiernos del Frente Popular en Francia y en España a partir de 1935. Aunque por poco tiempo. La Guerra Civil española, iniciada en julio de 1936, constituye la fase final del movimiento, tanto en el sentido político, la derrota definitiva del impulso revolucionario, como en el sentido estético y generacional, en tanto que en ella confluyen buena parte de fotógrafos procedentes del movimiento europeo, como Walter Reuter, Tina Modotti, Robert Capa, Joris Ivens o Mijail Koltsov, citando sólo algunos de los mas conocidos.

El movimiento de la fotografía obrera constituye aún hoy un difícil capítulo pendiente en la historia de la fotografía del siglo XX. Este seminario forma parte de la investigación y publicación de la exposición Una luz dura, sin compasión. El movimiento de la fotografía obrera, 1926-1939 (Museo Reina Sofía, 2011), que contribuye a subsanar esa carencia y proporcionar elementos para una historia del movimiento por primera vez en un museo central de arte moderno.

http://www.museoreinasofia.es/programas-publicos/pensamiento-y-debate/2010/fotografia-obrera.html