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«Sois leyenda», un homenaje a los brigadistas

Diario del Alto Aragón, | 22 enero 2010

El escritor y editor Salvador Trallero presentó ayer en Huesca su último libro

 

Myriam MARTÍNEZ. 21/01/2010

En noviembre de 2007, a Salvador Trallero se le ocurrió el título de su último libro, «Sois leyenda», un homenaje a las Brigadas Internacionales que lucharon durante la Guerra Civil española contra el levantamiento franquista y un alegato en favor de la paz. El autor y editor de Sariñena se desplazó aquel mes a Albacete, donde visitó la Base de las Brigadas Internacionales y un centro de documentación con una biblioteca muy completa al respecto. Salvador Trallero visitó también el Archivo Histórico Provincial y estuvo en contacto con la Asociación de Amigos de las Brigadas Internacinales, que ha colaborado en el libro

 

HUESCA.- . «Al hablar de la Guerra Civil hay una parte a mitad de camino entre el mito y la leyenda, esa aureola que se ha ido forjando sobre quienes eran esos hombres que vinieron a España, sin conocer el idioma ni el país, unos idealistas que vinieron a combatir el radicalismo, el levantamiento militar de Franco, que venían a defender la democracia española. De ahí surgió «Sois leyenda» (Sariñena Editorial, 2009)».

Acompañado por el profesor de Historia Jesús Inglada, Salvador Trallero presentó ayer en el IEA el nuevo libro que acaba de publicar con su propia editorial.

El libro, en el que también ha colaborado el Gobierno aragonés a través del Programa Amarga Memoria, «no va dirigido a grandes historiadores ni eruditos en la materia», sino que pretende contar la historia de estos brigadistas a través de sus propios testimonios, algunos de los cuales han sido transcritos, «y centrarse en el lado humano, en cómo vivieron, los problemas que se encontraron hasta llegar a España, el traslado a la base de Albacete, lo que allí había, la instrucción o cómo fueron acogidos por el pueblo».

«El libro está dedicado a los brigadistas, el último gran movimiento romántico de la historia –continúa el autor-, a una gente que dio el paso de movilizarse y dejarlo todo, la familia, el trabajo y su país para defender con las armas esos ideales».

En los años 30, contextualizó Trallero, Hitler había liquidado en Alemania toda la oposición política y estaba reduciendo a esos opositores y a los grupos minoritarios a los campos de concentración. Mussolini, por su parte, mandaba en Italia y Salazar, en Portugal. En esas circunstancias, Franco dio el golpe y se produjo la llegada paulatina de 30.000 brigadistas procedentes de Estados Unidos, Irán, Hispanoamérica, Irak, Filipinas y Japón. «El estallido de la guerra produjo un movimiento único en el mundo de ayuda a España. Países y organizaciones de todo tipo empezaron a recoger fondos de todo tipo para defender la república, material sanitario, ambulancias, camiones y costearon también el traslado de voluntarios a España. Fue también muy importante el apoyo de la clase científica y cultural mundial», aseguró Trallero, que recordó al respecto una cita de Albert Einstein.

«Sois leyenda» comienza hablando de la Olimpiada de Berlín de 1936 y el movimiento opositor que había surgido en los años 34 y 35, liderado por organizaciones de izquierdas, que no querían que Alemania fuera la sede de esta cita deportiva, por la marginación total de los judíos, que habían sido excluídos a pesar de ser deportistas de élite. Se planteó organizar unos juegos paralelos y se acordó celebrar las Olimpiadas Populares de Barcelona, con 10.000 atletas. El 17 de julio se efectuó incluso un ensayo general, pero aquella misma noche se supo que el Ejército se había levantado en África y se suspendieron. De los atletas procedentes de otros países, entre 200 y 300 se quedaron en España y se sumaron a las columnas milicianas que fueron a combatir a tierras aragonesas.

«Uno de los grandes problemas a los que tuvieron que enfrentarse los brigadistas fue el idioma. La columna Internacional Lenin, situada en las barricadas más avanzadas de Huesca, había combatientes de Italia, Francia, Bélgica, Portugal, Suiza, Checoslovaquia, Alemania, Rumanía y España. La mayoría no sabía español y se propuso como lengua oficial el francés. La falta de entendimiento por este motivo produjo descoordinaciones en los ataques».

Cuando estalló la Guerra, la Internacional Comunista decidió apoyar la República con gente voluntaria. Las oficinas del partido de distintos países se utilizaron para reclutar voluntarios y coordinar su traslado a España desde Francia. Se estableció la base en Albacete y allí se realizaba la instrucción. «Era octubre de 1936. Se encargó al secretario general del PC italiano, Luigi Longo, que viajara a España a ofrecer este contingente al Gobierno republicano. Hubo alguna reticencia, porque se temía que este partido podía tomar más peso político, como así fue, pero finalmente aceptó. «Hay que destacar que cuando se hizo el ofrecimiento, había ya alrededor de 600 brigadistas internacionales viajando hacia España».

La elección de Albacete como base central fue otra sorpresa. Luigi Longo se decantó por este emplazamiento, explicó Trallero, porque quedaba a cierta distancia del frente de combate, pero no demasiada; los accesos ferroviarios y por carretera por donde entraban brigadistas y material bélico eran buenos; y había grandes llanuras para realizar prácticas militares. Además, era una zona autosuficiente en cuanto a alimentos agrícolas y ganaderos. El primer mes llegaron 2.000 brigadistas.

Enseguida estalló la guerra de Madrid. Las fuerzas franquistas avanzaban sin problemas, victoria a victoria, y se enviaron tropas brigadistas a la capital, que desfilaron por la Gran Vía cantado la internacional en varios idiomas, ante la esperanza de muchos madrileños que salieron a las calles a jalearlos. «La leyenda comenzaba», aseguró el autor.

Tomaron posiciones en la Ciudad Universitaria, pero los combatientes apenas tenían instrucción, su armamento era deficiente y, aunque lograron detener el ataque franquista, sufrieron muchas bajas. «Su aportación, más que militar, fue una inyección de moral para el Ejército republicano y los madrileños –señaló Salvador Trallero-. Los brigadistas, en realidad, suponían un diez por ciento de las fuerzas republicanas, en las que también había 2.000 anarquistas que habían acudido con Durruti y 200 combatientes del Poum llegados desde Aragón».

Después de la Batalla de Madrid, los brigadistas regresaron a Albacete para reestructurarse. Habían sufrido muchas pérdidas, pero toda la prensa internacional reflejó la epopeya de estos hombres en Madrid y eso supuso una gran propaganda. «A principios de 1937, llegaron algunos batallones míticos como el británico y la Brigada Abraham Lincoln, que intervino en algunos de los puntos más calientes del combate. Con pocos días de entrenamiento, se les envió a una de las batallas más terribles, la del Jarama. Los dos primeros camiones de un convoy se extraviaron y cayeron en manos franquistas. Los mataron a todos. El resto llegó a las posiciones que debían defender, pero iban a cavar trincheras y no tenían palas, algunas metralletas no funcionaban, tenían poca munición… Un brigadista dijo que fue una carnicería».

EL FRENTE DE ARAGÓN

Hay un capítulo dedicado al Frente de Aragón, dominado por anarquistas y socialistas de UGT, FAI y el POUM. Las Brigadas Internacionales sólo acudían cuando se iba a producir alguna ofensiva o a taponar algún ataque. En diciembre de 1936, los brigadistas participaron en la ofensiva sobre Teruel, que, con temperaturas de hasta 30 grados bajo cero, fue un fracaso. Se habla también de la de Zaragoza, donde se consiguió conquistar Villamayor, pero el empeño por hacer lo propio con Belchite y la descoordinación generalizada hizo que las fuerzas franquistas pudieran reforzarse a tiempo. Y, por supuesto, el autor y editor aborda el frente de Huesca. «Mucho se ha criticado a las columnas milicianas alrededor de Huesca, que no pudieron conquistarla. En el 37 se trajeron 30.000 hombres, tropas bien entrenadas, pero no pudieron entrar en la ciudad». En la derrota de los republicanos, no obstante, no hay que olvidar el papel de la aviación, señaló Trallero. A finales de 1937, había 8 aviones franquistas por un avión republicano. «El dominio del aire fue absoluto y al arma aérea fue decisiva en la guerra española», subrayó.

En marzo de 1938, las fuerzas franquistas rompieron el frente de Aragón. Una fotografía del libro muestra a las tropas nacionales pasando por debajo del acueducto de Tardienta. Hay fotografías de todo tipo. En Tardienta también aparece uno de los primeros grupos de internacionales que llegaron y otras muestran las proximidades de Huesca, Barcelona, Albacete, el frente de Madrid con las trincheras en la Casa de Campo y hay hasta 15 instantáneas procedentes del Imperial War Museum de Londres, inéditas en España.

En octubre de 1938, el Gobierno republicano decidió retirar las fuerzas internacionales y se intentó presionar al Comité de no Intervención, para que Franco hiciera lo propio con sus marroquís, italianos, portugueses y alemanes. Las Brigadas Internacionales lo hicieron, pero no así los apoyos al bando nacional.

Los brigadistas se concentraron cerca de la frontera francesa y empezaron a regresar a su país. Antes, se celebró un gran desfile de despedida oficial por la Avenida 14 de Abril de Barcelona (hoy, la Diagonal), donde más de 200.000 personas salieron a la calle con pancartas, flores y tarjetas, para expresar su gratitud.

«Algunos brigadistas no pudieron regresar a sus países. Los alemanes, italianos y portugueses habían luchado contra sus propios regímenes dictatoriales y los estadounidenses habían sido incluidos en la lista negra, por luchar junto a fuerzas de izquierdas. Otros muchos fueron heridos y mutilados, y algunos, terminada la guerra española, volvieron a tomar las armas para intervenir en la segunda Guerra Mundial».

http://www.diariodelaltoaragon.es/NoticiasDetalle.aspx?Id=610776