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La memoria recuperada de los presos de Valdenoceda

Público / El País, | 8 marzo 2010

Las familias de 15 presos muertos en un penal franquista reciben sus restos

 

 

Público

La memoria recuperada de los presos de Valdenoceda

Quince familias reciben los restos identificados de sus abuelos represaliados

 

 DIEGO BARCALA – Madrid – 07/03/2010

Pepe González, de 51 años, vivió el momento más feliz de su vida hace dos años, cuando su padre, meses antes de morir, le abrazó a los pies de la fosa del cementerio de Valdenoceda (Burgos). Fue en la celebración del funeral de su abuelo, Juan María González, condenado a muerte por los franquistas por «adhesión a la rebelión». Es decir, por ser el conserje de la Casa del Pueblo de Torralba de Calatrava (Ciudad Real). Pepe, junto a otras 14 familias, recibió ayer de manos de la Agrupación de Familiares y Amigos de Fallecidos en la Prisión de Castigo de Valdenocenda los restos de su antepasado represaliado.

Este acto de entrega de los cuerpos, celebrado en el Ateneo de Madrid, cerró el círculo de la memoria histórica que nietos, hijos y sobrinos como Pepe González comenzaron hace apenas 15 años, seis décadas después de que los presos de aquella fría cárcel murieran, en su mayoría, de hambre. «La comida era agua con tizones para teñirla de negro y un caldo con una habichuela que solía tener gusano y no se podía comer», relató ayer uno de los supervivientes, Isaac Arenal.

A los 153 presos enterrados en el cementerio de Valdenoceda no hacía falta fusilarlos. Bastaba con morir enfermos. Los antropólogos de la Sociedad Aranzadi han recuperado 116 cuerpos, entre ellos los 15 que ayer fueron entregados a sus familias. Otros diez están identificados sin prueba genética y el resto están a la espera de encontrar a sus descendientes. «La última familia apareció hace un mes. Esperamos entregar muchos más», señaló el antropólogo Luis Ríos.

http://www.publico.es/300267

 

 

 

El País,

 

Y 70 años después, volvieron

Las familias de 15 presos muertos en un penal franquista reciben sus restos

 

NATALIA JUNQUERA – Madrid – 07/03/2010

A veces los descendientes ya han muerto. Otras, no hay dinero. Y en muchos casos, cuando finalmente se lleva a cabo una exhumación, los huesos hallados en la fosa no corresponden a los familiares de los que le están buscando, sino a los de otros. Por todo esto, el acto celebrado ayer en el Ateneo de Madrid para entregar a 15 familias los restos de los suyos fue algo extraordinario, que ha ocurrido muy pocas veces en los últimos 70 años. «Querido abuelo, gracias por ser como fuiste, yo quisiera ser como tú. Te llevamos con la abuela, tu esposa», anunció Julián de la Morena, nieto de una de las víctimas, al recoger, envuelto en la bandera republicana, una caja con sus restos.

En este caso, los asesinos no mataron a sus víctimas, todos presos del penal de Valdenoceda (Burgos), sino que las dejaron morir de hambre y frío. «Aquello fue una prisión de exterminio adonde mandaban a los presos de otras cárceles a morir», describió uno de los pocos supervivientes, Isaac Arenal, que ayer lloraba emocionado al entregar los restos de algunos de sus compañeros a sus familiares.

Arenal cuenta que en el libro que escribió sobre esta cárcel omitió algunas de sus experiencias más truculentas «porque nadie creería que ocurrieron de verdad». Ayer, no quiso detenerse en «las cosas desagradables», como la mancha negra de chinches que había por el día en el techo de sus celdas, pero sí quiso recordar a los brigadistas internacionales: «El día que los trajeron los colocaron en fila, desnudos, en el patio…».

Por el penal de Valdenoceda pasaron, entre 1938 y 1943, casi 6.000 personas. En el registro civil constan los nombres de 153 presos fallecidos. Aranzadi ha exhumado, desde 2007, los restos de 114. Los otros 39 están sepultados bajo enterramientos posteriores, ya que el lugar en el que fueron inhumados fue adquirido en 1989 por la parroquia del pueblo para ampliar el cementerio. De esos 114, 16 han podido ser identificados por ADN, aunque la familia de David Ruiz no recogió ayer sus restos porque una sepultura posterior ha impedido recuperarlos completamente.

También han sido identificados con estudios antropológicos otros diez presos, sin descendientes conocidos. Los responsables del penal obligaban a los reclusos a enterrar a sus compañeros. Lo hicieron en cajas, a un metro de profundidad y con sus escasas pertenencias: un anillo, un lápiz de carpintero, una goma de borrar… que ayer enseñó el antropólogo forense Luis Ríos.

Tras recoger los restos, todos los familiares corrían a abrazarse al mismo hombre: José María González, quien, en 1999, intentando cumplir el último deseo de su padre, descubrió que su abuelo yacía con otros 150 compañeros de prisión, en Valdenoceda y se puso a buscar a sus familias.

Hubo agradecimientos también para el Gobierno y los ayuntamientos que han ayudado económicamente y un recuerdo constante al juez Garzón.

«Todavía, ante el intento de hacer justicia a la historia, hay fuerzas que se oponen, como muestra la persecución al juez Garzón», lamentó Carlos París, presidente del Ateneo.

http://www.elpais.com/articulo/espana/anos/despues/volvieron/elpepunac/20100307elpepinac_17/Tes