La memoria suspendida
El Ayuntamiento de Moscú ha catalogado a los niños de la guerra de España que aún viven en la capital de Rusia de «arrendatarios de mala fe»
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El director del departamento de la propiedad del Ayuntamiento de Moscú, N. Vestov, ha catalogado a los niños de la guerra de España que aún viven en la capital de Rusia de «arrendatarios de mala fe». Asà que les ha enviado una carta al Centro Español, donde se reúnen, en una calle céntrica, para decirles que se van a tener que ir de allà en unos dÃas… salvo que paguen por el alquiler mensual 10 veces más (de 634 a 6.291 euros).
Los niños de la guerra de 1936 ya no son tan niños, asà que no se trata de que vayan a tener que irse a jugar a la calle. La cuestión tiene más bien que ver con las malas maneras propias del capitalismo más salvaje. El centro ha conseguido mantener los vÃnculos entre los 161 ancianos que sobreviven de entre los 3.000 que llegaron huyendo de la Guerra Civil. Resulta que el valor del local que tienen alquilado, y cuya renta pagan religiosamente con ayuda del Gobierno español, ha crecido de manera vertiginosa en los últimos tiempos, y la municipalidad de la capital quiere sacarle rendimiento.
Asà que el señor Vestov ha echado mano de una disposición municipal del pasado 29 de diciembre, que priva de subvenciones y facilidades a los inquilinos morosos, para darles el disgusto. La honradez de los niños de la guerra, que aseguran llevar las cuentas al dÃa, no cuenta nada, ni cuentan tampoco su larga historia y las tremendas vicisitudes por las que pasaron.
Se arrincona, asÃ, no sólo la parte que en relación a los niños de la guerra tiene que ver con España, sino la que tiene que ver con la propia Rusia. Y es que una buena parte de cuantos llegaron allà huyendo del avance franquista estuvieron listos para pelear contra Hitler cuando invadió la Unión Soviética. En esos campos de batalla murieron 70 de aquellos niños y otros 200 desaparecieron, enfermos o hambrientos.
Tuvieron que dejar España y lucharon en otra tierra. Cuando quisieron regresar, Stalin y La Pasionaria no los dejaron: los estaban preparando como la élite que volverÃa a España al caer Franco. Ya habÃan construido allà sus vidas, cuando les permitieron volver, en 1956: muchos se quedaron. Y ahora, como si se quisiera rematar la faena, los quieren echar a la calle.
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