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Las preguntas del pasado

El País, | 27 abril 2010

El II Encuentro Internacional de Centros de Memoria Histórica muestra en Salamanca el arte creado por supervivientes de Mauthausen

 

TEREIXA CONSTENLA – Salamanca – 26/04/2010

Algo minúsculo causa un gran escalofrío a la entrada de la sala Santo Domingo de la Cruz, en Salamanca. Es un fragmento diminuto de la alambrada que cercó el espanto mayúsculo de Mauthausen. Allí acabaron 7.300 españoles republicanos, que primero perdieron la guerra en España y luego el combate contra el nazismo en Francia. Cuando el campo fue liberado el 5 de mayo de 1945, apenas seguían vivos unos 2.000. El hambre, la enfermedad y la extenuación por el trabajo en una cantera hicieron a menudo la labor que el asesinato planificado dejó pendiente. Ramiro Santiesteban fue uno de los que vivió para contarlo. Hoy acudió a Salamanca para inaugurar la exposición «Supervivencia, testimonio y arte. Españoles en los campos nazis» con un bagaje humilde en el bolsillo. Entrecortado por la emoción, dijo que sus únicos méritos habían sido ser más joven y gozar de mejor salud que los fallecidos.

Santiesteban ha sido el último presidente de la Federación Española de Deportados e Internados Políticos, que fundó en Toulouse (Francia) en 1945 el socialista Francisco Largo Caballero. La entidad donó sus fondos al Ministerio de Cultura, incluidas creaciones artísticas y una bandera que Santiesteban entregó hoy a la ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, tras la inauguración del II Encuentro Internacional de Centros de Memoria Histórica, que se celebra hasta el miércoles en Salamanca y se detendrá especialmente en la represión de los países del antiguo bloque comunista.

Unos centros que, según la ministra, no sólo existen para preservar el pasado. «La memoria no es un tarro herméticamente cerrado. La memoria sirve para usarla y hacernos preguntas», dijo González-Sinde en una sala donde pequeñas esculturas escuálidas proporcionan un escalofrío muy grande. Presos que arrastran carretas con cadáveres, presos que se ayudan entre sí, presos en la cantera… los presos esculpidos por Ángel Hernández García «Hernán» (Madrid, 1912-Perpignan, 1992) son blancos, desnudos, escuetos, con toque Giacometti. Hernán, comunista y combatiente de la Resistencia, sobrevivió a Mauthausen por su trabajo como enfermero. Cuando liberaron el campo siguió ocupándose de los enfermos durante cuatro semanas más. Fueron sus últimas tareas sanitarias. La angustia que le deparaba su antiguo trabajo le obligó a buscarse la vida como peluquero y, en los últimos años, dedicó cada vez más tiempo a recordar la ignominia a través del arte.

Su viuda donó sus creaciones al Ministerio de Cultura en 1997. En sus esculturas, pequeñas, se condensaba toda su gigantesca repulsa. «El infierno», avisó el poeta Juan Gelman en Salamanca en 2008, «no termina cuando se cierran las puertas del campo de concentración y las luces se apagan».

Del pasado siempre faltan piezas, dijo González-Sinde, antes de recorrer la exposición con arte creado por supervivientes de los campos nazis. Pero no siempre es aceptable la razón. «Hay nietos, hay hijos, hay hermanos y parejas a los que la naturaleza no les arrebató las piezas de su pasado. No fue la vida, fue la barbarie y fue con crueldad. Y como vivir sin pasado también es una condena no tenemos más remedio que levantarnos, unirnos y actuar», apremió

http://www.elpais.com/articulo/cultura/preguntas/pasado/elpepucul/20100426elpepucul_4/Tes?print=1