Autoaberraciones
Luciano Varela divaga sobre sus propios votos particulares en lugar de explicar por qué sienta a Garzón en el banquillo
Â
ERNESTO EKAIZER 14/05/2010
Y el protagonista del auto de apertura de juicio oral contra el juez Garzón es… el magistrado Luciano Varela. En un auto que se supone histórico, por mor de la energÃa, la tensión y la repercusión internacional, el magistrado Luciano Varela dedica el cogollo a explicar sus votos particulares en las sentencias que el Tribunal Supremo resolvió sobre los casos del presidente del Banco Santander Emilio BotÃn y del ex presidente del Parlamento vasco Juan MarÃa Atutxa. Ya se pueden ir imaginando ustedes, por tanto, a qué conclusión va a llegar un jurista norteamericano, británico, francés, ruso o japonés cuando crea que podrá por fin comprender las razones de Varela para sentar en el banquillo a Garzón. Touché, que dicen los franceses.
Si se excluyen siete lÃneas, los fundamentos jurÃdicos del auto, algo menos de cuatro páginas, los dedica el magistrado instructor de la causa contra Garzón a sà mismo, a sus votos particulares. Precisamente, en esta columna se reveló el hecho de que Varela, habiendo estado en desacuerdo con la doctrina BotÃn por la cual el Tribunal Supremo decidió en diciembre de 2007 que la acusación popular en exclusiva, sin presencia del ministerio fiscal, no puede impulsar la apertura del juicio oral, presentó meses más tarde, en el caso Atutxa, un voto particular en el que advertÃa que el cambio de doctrina por el que sà se puede abrir juicio oral con la acusación popular en solitario suponÃa vulneración de derechos fundamentales al violarla igualdad de todos los es-pañoles ante la ley.
Varela desarrolló lo que llama los «autoprecedentes» que se impone a sà mismo el Tribunal Supremo y que las razones que se esgrimÃan para cambiar de criterio no eran justificación alguna. Con el argumento de Varela está pendiente en el Tribunal Constitucional un recurso de amparo admitido a trámite.
Sobre la ‘doctrina BotÃn’
Al solicitar el sobreseimiento de la causa, la fiscalÃa analiza el voto particular del magistrado Varela en el caso Atutxa y, reconociendo el cambio de criterio, insinúa la falta de coherencia del magistrado Varela al basarse en el caso Garzón exclusivamente en las acusaciones populares y reivindica la doctrina BotÃn. Pues bien: en lugar de limitarse a afirmar que él aplica el criterio vigente del Tribunal Supremo, Varela ataca duramente al «representante del ministerio fiscal» porque «omite, olvida o ignora» la sentencia del caso Ibarretxe, impulsado únicamente por la acusación popular.
La defensa de Garzón debe recusarlo de forma urgente
La introspección del magistrado es tal que pasa de la tercera a la primera persona en la narración y vuelve de nuevo a la primera. «Confunde mi autonomÃa», protesta en un momento del auto. O señala más adelante: «También me resultan difÃciles de entender en términos racionales los alegatos que el ministerio fiscal formula en defensa de sus tesis cuando hace referencia de forma manifiestamente errónea a la posición jurÃdica que este instructor ha mantenido en el pasado sobre la suficiencia de la acusación popular para justificar la apertura del juicio oral en el procedimiento abreviado.».
Si el tono de este auto rezuma a excusatio non petita y uno intenta saber en qué consiste la prevaricación de Garzón, cabe probar con otro auto de Varela del miércoles pasado, el mismo dÃa en que dictó el de apertura de juicio oral. En esa otra resolución, el magistrado vuelve a denegar las declaraciones de juristas extranjeros expertos en derecho internacional solicitadas por la defensa de Garzón, ya que no servirÃan para arrojar luz sobre el elemento objetivo de la prevaricación, que es el conocimiento por parte del juez de que sus resoluciones son injustas.
Doctrina sobre prevaricación
Según el magistrado instructor, Garzón solo defiende que su concepción jurÃdica es defendible, en lÃnea con el argumento de la fiscalÃa. Varela sostiene que esto no elimina la prevaricación. Pero cuando el magistrado, poco después, describe el núcleo de la doctrina del Supremo sobre la prevaricación, la define como aquella que no es defendible por ninguno de los procedimientos aceptados en Derecho.
Dos autos leÃdos después, la niebla sigue densa. Pero quizá la defensa de Garzón deberÃa dar un paso urgente. Porque en la resolución que lo lleva al banquillo, Varela ya ha decidido cuál es el tribunal que debe juzgar. ¿Adivina el lector? «Corresponde conocer en juicio oral al mismo tribunal que conoció de la instrucción y admitió a trámite las querellas que dieron origen a este procedimiento». Todo atado y bien atado. A recusar, pues, antes de que sea demasiado tarde.