El hallazgo de restos de cal y un casquillo de bala entre los huesos podrían indicar que se trata de fusilados en la Guerra Civil

 

ANTONIO JUNCAL ciudadanos@lavozdigital.es | PUERTO REAL.

La mayoría de los puertorrealeños situaba la fosa común, en la que fueron enterrados los fusilados durante la Guerra Civil, en la tapia del cementerio que hizo las veces de paredón. Pocos imaginaban que, la respuesta a un dolor calado tan hondo en el corazón de muchos, estaba de puertas para adentro del camposanto.

El hallazgo ayer de restos óseos junto a un casquillo de bala y residuos de cal indicaban que podría tratarse de gaditanos fusilados durante la contienda. Un Geo-radar ha facilitado las labores de búsqueda de los técnicos. Las tareas, encabezadas por la delegación provincial de Cultura, se han ejecutado en colaboración con la Consejería de Justicia, Diputación y el Ayuntamiento y, por encima de todo, a petición de los miembros de la Asociación local por la Recuperación de la Memoria Histórica.

Las primeras labores fueron infructuosas. Una tubería, detectada por el Geo-radar, provocó que la búsqueda tuviera que ser cancelada. Tras salvar dicho obstáculo se pudo identificar un cúbito y un radio, al que siguieron las costillas, una pelvis y un fémur. Un detalle certificaba las sospechas: «Como ha sucedido en otros hallazgos de esta naturaleza, junto a los huesos se ha detectado un alto nivel de restos calcáreos», describe Alfonso Pando, el técnico de Cultura, sobre la procedencia de estos peculiares enterramientos. Unos centímetros más abajo aparecía otro resto óseo, unos metatarsianos (correspondientes a un pie) junto a lo que podría haber sido un zapato. Con el impacto todavía en la retina, se afrontó el tercer rastreo. Lo primero en aparecer fue un cráneo. Unos 20 centímetros después surgía otro y, tras él, una clavícula. Para Pando, este hallazgo no deja lugar a dudas: «Nos ayuda a constatar que no se trata de enterramientos individuales, sino de fosas comunes».

El último y más revelador hallazgo cuadraba las teorías: cerca de uno de los cráneos se localizó un casquillo de bala, perteneciente a un fusil de la época de la contienda española.

Con los hallazgos y las teorías sobre la mesa la fosa volvía a taparse por orden del forense y del arqueólogo. De este modo, se conservarían los restos hasta la exhumación. Tras lo cual sólo quedaría proceder a la identificación mediante las pruebas de ADN, algo que Pando ya adelanta que traerá «un gasto muy elevado».

El portavoz de la Asociación para la Memoria Histórica ha sido tajante y mantiene que «empezaremos a realizar los trámites para la exhumación, esperando a que no se dilate en el tiempo». Ni siquiera tomarán aliento. Todavía buscan una respuesta.

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