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40 años de la «caída» de La Moraleja

Juan Moreno. Nueva Tribuna, | 28 julio 2010

Fue uno de los mayores fracasos de la Brigada Político-Social pues podían haber descabezado a Comisiones Obreras

 

JUAN MORENO NUEVATRIBUNA.ES – 27.7.2010

 

La reunión de La Moraleja constituyó uno de los mayores fracasos de la Brigada Político-Social pues, en un momento crucial, podían haber descabezado a Comisiones Obreras si hubieran detenido allí a los principales dirigentes como por ejemplo Cipriano García de Cataluña o Fernando Soto de Sevilla.

En plena dictadura, dos años antes de la detención en Pozuelo de Alarcón de diez miembros de la Coordinadora General de CCOO, que dio pie al famoso “Proceso 1001”, los días 25 y 26 de julio de 1970, “las llamadas Comisiones Obreras”, como gustaba denominarlas a la prensa franquista (casi toda), habían tenido más suerte. Los más de cien asistentes a la VI Reunión General de CCOO, su órgano más amplio (que se reunía de tarde en tarde) pudieron, casi todos, escapar del colegio y convento de la Sagrada Familia, situado en la urbanización privada de La Moraleja en Alcobendas.

El comisario jefe de la Brigada Político-Social, Saturnino Yague y el no menos tristemente famoso comisario Conrado Delso, debieron frotarse las manos al creer que iban a dar un golpe definitivo a las Comisiones (algunos de sus líderes estaban ya en la cárcel como Camacho o Ariza) que, desde hacía años, y de forma acentuada aquel de 1970, estaban impulsando un movimiento huelguístico que era la mayor amenaza para el Régimen. Hubo paros en las minas de Asturias y en fábricas de Barcelona, Madrid, Pamplona, Zaragoza, en la construcción de Sevilla…

La misma semana de la reunión, en Granada se estaba llevando a cabo una huelga general de la construcción en cuyo primer día la policía disparó y mató a tres trabajadores, y a la semana siguiente el “metro” de Madrid paró por primera vez desde la Guerra Civil y el Gobierno hubo de recurrir a militarizar a los trabajadores para que volvieran al trabajo.

La Reunión General se había convocado para evaluar las posibilidades de avanzar hacia una movilización general que se concretó en la convocatoria de una Jornada de lucha por la Amnistía. Asimismo acordaron volver a participar en las elecciones de enlaces sindicales que iban a celebrarse en 1971 después de haber sido retrasadas por el temor del Sindicato Vertical a un éxito de las Candidaturas Democráticas como en 1966.

Tratándose de una asamblea muy numerosa, para la policía no debió ser difícil seguir a alguno de los participantes desde su lugar de origen hasta Madrid pues casi todos eran militantes conocidos, muchos de ellos despedidos de sus empresas o desposeídos de sus cargos sindicales legales, en la ofensiva represiva agudizada entre 1966 y 1967, y casi todos fichados. En Madrid, la labor de despiste hecha por los organizadores, mediante grandes rodeos en autos para llevar a los delegados hasta La Moraleja, sirvió al menos para retrasar la localización.

El segundo día, la “Social” dio con el lugar, pero su llegada despertó las sospechas de los dirigentes de Comisiones, Nicolás Sartorius y Antonio Gallifa que también se habían acercado a vigilar la entrada de la urbanización privada y dando la alarma salieron todos (el segundo día habían acordado que la asistencia fuera reducida) en coches por la parte de atrás de la urbanización por un camino de tierra que previsoramente, en busca de salidas, habían explorado el día antes.

Solo uno, de León, se quedó rezagado y fue detenido y después lo serían los sevillanos Francisco Acosta y Luz María Rodríguez. Estos solo habían participado en la primera jornada pero se habían quedado hasta el día siguiente en Madrid para recoger a los otros sevillanos y al llegar y encontrarse con la policía alegaron que se acaban de casar hacía muy pocos días, cosa cierta, y que estaban de viaje y se habían perdido. Pero su matrícula también estaba anotada en la entrada de la urbanización por lo que quedaron arrestados. Luz María pidió ir al baño y allí intentó deshacerse de un boletín de CCOO pero era demasiado para la taza del retrete, ya que según le dijeron en la DGS la monja que la acompañó al baño lo sacó, y entregó.

Fernando Soto, que estuvo en la reunión, en su libro Por el sendero de la izquierda y Fernando Jáuregui y Pedro Vega en el suyo Crónica del antifranquismo relatan esta anécdota. Hace poco Paco Acosta me contaba que fue a Madrid porque solía participar en esas reuniones y que en aquellos años de lucha y recién despedido de su empresa pensar en un verdadero viaje de novios era absurdo. Todavía tuvieron la suerte de que la abogada Cristina Almeida convenciera al juez de que dejara en libertad sin cargos a su mujer alegando su minoría de edad.

A la altura de Ciudad Real la Guardia Civil metralleta en mano interceptó el auto en el que volvían a Puertollano Pedro Ruiz, el líder obrero de esa localidad y otros delegados. La redada continuó días después en Madrid, donde entre otros detuvieron a Antonio Gallifa y Luis Royo, que habían alquilado el local, mientras Sartorius se libró por los pelos. Varios más cayeron en Sevilla, Córdoba y Bilbao, llegando hasta unos quince.

Los detenidos tal vez por no haber sido pillados “in fraganti” sino de forma diseminada y por la escasez de pruebas, fueron puestos en libertad provisional. Algunos de ellos, y de los escapados, pasaron a la clandestinidad. Para evitar que la hermana superiora, que ya había reconocido ante la policía a algunos de los asistentes, se ratificara en el trámite procesal, Antonio Gallifa pidió a monseñor Echarren, que mediara ante ella, pero la monja dijo que “no quería jurar en falso”. Al final parece que el obispo progresista la convenció pues no fue a declarar.

La reunión de La Moraleja constituyó uno de los mayores fracasos de la Brigada Político-Social pues, en un momento crucial, podían haber descabezado a Comisiones Obreras si hubieran detenido allí a los principales dirigentes como por ejemplo Cipriano García de Cataluña o Fernando Soto de Sevilla y a los de las demás zonas. Cuando se produjo un nuevo golpe con las detenciones del “1001” en 1972, el movimiento obrero estaba ya en fase expansiva que no se detendría hasta la ruptura democrática de la cual fue protagonista decisivo.

Juan Moreno es Consejero del Comité Económico y Social Europeo

http://www.nuevatribuna.es/noticia/37904/OPINI%C3%93N/40-a%C3%B1os-ca%C3%ADda-moraleja.html