En el Valle de los CaÃdos no hay amapolas
El monumento no es ni de todos, ni para todos
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De paso por Londres coincidà hace pocos dÃas con la celebración del Poppy Day, DÃa del Armisticio o DÃa del Recuerdo
A las once de la mañana del dÃa once del mes once, la ciudad se paraliza durante dos minutos de silencio y miles de cruces, estrellas de David y Medias Lunas (muchas de ellas con nombres y fechas), adornadas todas con amapolas, llenan los monumentos a los caÃdos en todas las guerras y los jardines de las iglesias. Alguna banda de música de veteranos recorrÃa las calles; gente, mucha gente lleva en la solapa una amapola. Por supuesto también hay alguna manifestación contra las guerras (particularmente contra la operación actual en Afganistán).
Si soy sincero, tuve sentimientos encontrados: si por una parte me impresionó el tono cÃvico y enormemente respetuoso de la celebración, por otra me desagradó el fondo de exaltación bélica.
En esa sensación agridulce inevitablemente pensé en la imposibilidad de que en nuestro paÃs se celebrara algo parecido: la guerra que aquà nos duele aún es la guerra civil, la guerra de unos ciudadanos españoles contra otros ciudadanos igualmente españoles.
Durante la dictadura se honró únicamente a los muertos de los vencedores y se despreció y ocultó sistemáticamente a los muertos de los vencidos. Muerto el dictador, la Transición democrática hizo suya la idea de reconciliación nacional y, queriendo poner punto final a todo enfrentamiento, guardó silencio sobre todos aquellos oscuros años. Pero callar el dolor no es hacerlo desaparecer.
Probablemente la Ley de Memoria Histórica ha querido, para bien o para mal, dar voz a ese dolor que nos acompaña aún hoy y recuperar los cuerpos y el honor de aquellos otros muertos, anónimos y desaparecidos durante tantos años.
Yo no sé si hay que volar la Cruz de los CaÃdos –como pide el Foro de la Memoria-, desmantelarla con exquisitez –como dice Sopena- o dejarla como está. Sà sé que, por la cruz, por los caÃdos que recuerda, por los enterrados en la BasÃlica y por el uso que se le ha venido dando, el monumento no es ni de todos, ni para todos.
Jesús Pichel es filosofo