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La memoria de Juan Aperador

Diario Córdoba, | 8 noviembre 2010

Las pruebas de ADN han permitido identificar sus restos

 

07/11/2010 ANTONIO M.CABALLERO

En el mes de octubre del 2006 fueron hallados en una fosa común del cementerio de Pedroche los cuerpos de Juan Aperador, de 42 años y pastor, de su cuñado Rafael Fernández de 36 años y porquero, ambos de El Guijo, y de Pedro de la Fuente, de 65, casero del cortijo en el que trabajaban y natural de Pedroche.

Los tres fueron detenidos en la finca Fuente la Sierra por la Guardia Civil que los fusiló en diciembre de 1948. El estado en el que se encontraban los restos llevó a los familiares de Juan Aperador a hacer un esfuerzo económico y a acudir a la Universidad de Granada para obtener las pruebas de ADN que confirmaran su identidad.

En septiembre del 2010 los familiares recibían el resultado de las pruebas que confirmaban que los restos correspondían a Juan Aperador y a su cuñado.

Ayer, en las jornadas de memoria histórica que se han celebrado en Pedroche los familiares de Juan Aperador contaron su historia y le rindieron un emotivo homenaje.

Rosa García, una de sus nietas, explicó que la Guardia Civil, por represalias por los daños causados por los maquis, se vengó con el injusto fusilamiento con nocturnidad de su abuelo, su cuñado y un obrero del pueblo vecino. Los tres «inocentes, que sólo sabían trabajar por mantener a sus familias». El Foro por la Memoria colaboró con la familia «para levantar la tierra que lo ocultó bajo el silencio». El silencio impuesto bajo el terror y el miedo de aquella época negra, el mismo que debió sentir la esposa de Juan Aperador cuando se llevaron a su marido una fría tarde de diciembre de 1948. Tras los disparos fueron arrojados los cadáveres a una fosa de un metro de profundidad con el fin de ocultarlos y aumentar el dolor de los familiares.

Juan Aperador, otro de sus nietos, relató que el desvelo y la ilusión de la familia hicieron que lograran recuperar los restos hace cuatro años tras una larga investigación en la que intervinieron el arqueólogo César Pérez y una veintena de voluntarios y ahora, sesenta y dos años después de aquel crimen, le han devuelto su nombre, su memoria y su honor.

El mes pasado fue enterrado junto a su esposa, Adoración Castaño, en el cementerio de El Guijo.

Ambos descansarán juntos eternamente gracias al empeño de sus descendientes.

http://www.diariocordoba.com/noticias/noticia.asp?pkid=595570