No se entiende que el Ayuntamiento de Logroño opte ahora por posponer el cambio de calles alegando cuestiones económicas

MARCELINO IZQUIERDO | EL CRISOL

Escribía el retórico calagurritano Mario Fabio Quintiliano que «el que miente necesita tener buena memoria», aunque, por lo que parece, al concejal Carlos Navajas parece gustarle más la máxima que dice: «La memoria es la inteligencia de los torpes».

Como responsable de la Comisión de Memoria Histórica de Logroño, presentó Navajas hace casi un año una decena de propuestas, la principal de ellas sobre la supresión de los nombres de varias calles de la ciudad íntimamente relacionados con el franquismo. Parecía que, por fin, casi cuatro décadas después de la muerte del generalísimo, iban a desaparecer del callejero capitalino insignes acólitos de la dictadura como Calvo Sotelo, Jorge Vigón, Víctor Pradera o Martín Ballestero (que no Ballesteros).

Y no hubiera sido tan justo relevo de nombres un acto de revanchismo, como esgrimen los nostálgicos de neonazismo patrio, ni tan si quiera un torticero intento por reabrir viejas heridas. ¡Qué va!

Que le pregunten a Angela Merkel -cuya CDU se alinea junto al PP de Mariano Rajoy en el seno del Partido Popular Europeo-, si pondría la mano en el fuego por Hitler, Goebbels o Hess. Y que tampoco se esgrima ahora que Franco ni fue Hitler ni nunca lo apoyó, como prestidigita algún pseudohistoriador, antes terrorista de los GRAPO, porque las hemerotecas son muy tozudas.

De ahí que no se entienda que el Ayuntamiento de Logroño opte ahora por posponer el cambio de calles alegando cuestiones económicas, pese a convocar un pleno ad hoc para aplicar la Ley de la Memoria Histórica.

Además de una gran desmemoria, tan hilarante excusa evidencia un grado de incoherencia supina, si no de cobardía política.

http://www.larioja.com/v/20110212/rioja-logrono/memoria-desmemoria-20110212.html