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Niños robados

ADN.es, | 10 marzo 2011

El franquismo arrebató los bebés a presas republicanas; después, médicos y religiosas se aprovecharon de la debilidad social de algunas madres

Mariola Cubells, ADN |

Todo empezó en los años cuarenta, los más feroces del hambre y la represión del franquismo. Las madres presas parían en las cárceles y el régimen les arrebataba a los bebés, de cuyo rastro se perdía la pista. La ley permitió incluso que pudieran cambiar su apellido, por lo que la familia biológica nunca pudo encontrarlos. Se desconoce el número exacto.

«Durante más de 60 años no ha sido objeto de la más mínima investigación», apuntaba el juez Baltasar Garzón en su auto sobre este asunto, fallida causa penal que tanto le ha perjudicado.

Asociaciones varias, la famosa Ley de la Memoria Histórica y la investigación del propio juez abrieron esa caja monstruosa que forma parte de la Historia, con mayúsculas, de España. Y las dolientes historias, en minúscula, de esos niños robados saltaron a los medios de comunicación, dejando un rastro de miseria humana difícil de digerir.

Como si el ovillo de pronto se deshiciera, aparecieron de golpe otras prácticas de raptos de niños igual de siniestras, éstas ya en los sesenta y setenta.  Miles de bebés fueron sustraídos de sus padres durante esas dos décadas mediante una trama bien montada, en la que participaron médicos y órdenes religiosas, sin que ni la Administración ni la justicia hicieran nada por evitarlo o perseguirlo.

Sólo ahora, más de 40 años después, y gracias a la constancia de algunas de esas 743 familias que han denunciado los hechos ante la Fiscalía del Estado, se está conociendo este mapa de casos que salpican todos los rincones del país.

Durante los años del franquismo el móvil de los robos estuvo claro: la ideología de las presas, republicanas, era motivo  más que suficiente para semejante atropello moral. Sus hijos no debían ser educados en ese marco político. Después, ya en los sesenta, el móvil de los raptos fue sólo  económico -las tramas recibían dinero a cambio de los niños- o religioso. Pero se repiten en ambos casos patrones similares: estructuras bien organizadas, víctimas muy débiles y un mirar para otro lado por parte de las instituciones.

«Me aseguraron que me hija estaba muerta»

Yo tenía 17 años cuando tuve a mi hija, que me aseguraron que nació muerta», cuenta Nicolasa Ortega, una mujer de la localidad valenciana de Alaquàs que ahora está inmersa en la búsqueda de esta niña, una joven que ahora tendría 34 años. Está convencida de que tuvo una niña y de que el bebé que enterraron a los pocos días del parto era un niño. «Familiares míos que vieron el cuerpo en el ataúd me han asegurado que era un varón». Su familia no le dio esta información hasta que pasó un tiempo.

«Éramos muy jóvenes y estábamos muy afectados así que no quisieron remover el tema». Levanta también sus sospechas el hecho de que en el mismo Hospital General se encargaron de todo lo relacionado con el entierro «y eso que era un día festivo en Valencia», incide el marido de Nicolasa, Eugenio Corraliza. El matrimonio no  acusa a ninguno de los sanitarios que les atendieron.

Ella recuerda que «me dijeron que el bebé murió por asfixia relacionada con la rotura de la placenta pero no he oído que muera ningún niño por esto». Así que hace dos meses que Nicolasa solicitó  al hospital los documentos sobre el nacimiento y sobre la defunción. Aún no ha tenido respuesta.

http://www.adn.es/lavida/20110309/NWS-1754-politica-franquismo.html