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Burgos: La cruzada ya no existe

Diario de Burgos, | 6 marzo 2011

La presencia del Generalísimo dejó numerosos restos alusivos a la dictadura

La Ley de Memoria Histórica de 2007 ha erradicado los símbolos franquistas de la capital

Palacio de La Isla. La remodelación del edificio para acoger el Instituto de la Lengua en 2008 sirvió para retirar esta placa.DB

R. TRAVESI / BURGOS

BURGOS

Burgos fue el lugar elegido por Franco para firmar en el Palacio de la Isla el último parte de contienda civil el 1 de abril de 1939 con el ya famoso ‘En el día de hoy, cautivo y desarmado el Ejército Rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos militares. La guerra ha terminado’. Pero también fue en Burgos donde se había constituido la Junta de Defensa Nacional en julio de 1936 y donde Franco formó en 1938 su primer Gobierno. Además, el Generalísimo tomó aquí varias e importantes decisiones. No es de extrañar, por tanto, que Burgos contara con recuerdos franquistas.

La reciente decisión del Ministerio de Defensa de cambiar los nombres de los acuartelamientos e instalaciones militares ha afectado a Burgos. La Residencia y el centro socio cultural, que tenían el nombre de General Yagüe, han pasado a ser Dos de Mayo y La Deportiva, respectivamente. Es una medida que responde a la aplicación de la Ley de Memoria Histórica que recoge la retirada de cualquier símbolo franquista de los edificios públicos. Una ley que desde el año 2007 ha generado la eliminación de numerosos vestigios de la dictadura existentes en Burgos.

Los últimos en desaparecer fueron en enero del año pasado dos placas en memoria de los generales Emilio Mola y Francisco Franco, colocadas en el Palacio de Capitanía. Durante más de 70 años presidían la fachada de este edificio militar y recordaban, en el caso del Caudillo, que había recibido en Capitanía General «los poderes y suprema autoridad de la Nación, que le entregó ante el pueblo de Burgos el presidente de la Junta de Defensa Nacional, el general Miguel Cabanellas». La otra homenajeaba a Mola que «dirigió las primeras operaciones que culminaron en la brillante campaña de Vizcaya, durante la cual encontró honrosa muerte el 3 de junio de 1937». En su lugar, se colocaron textos que hacen referencia a la historia del edificio, construido hace más de 100 años.

El artículo 15 de la Ley de Memoria Histórica recoge que las administraciones públicas podrán proceder a la «retirada de escudos, insignias, placas y otros objetos o menciones conmemorativas de exaltación, personal o colectiva, de la sublevación militar, de la Guerra Civil y de la represión de la Dictadura». Acogiéndose a esta normativa, en los últimos tiempos han desaparecido en la capital elementos con esta temática. Tenemos los ejemplos del escudo preconstitucional que lucía en la fachada del antiguo Banco de España, que fue retirado en 2006 con motivo de la remodelación del inmueble para acoger la Subdelegación del Gobierno.

Residencia cuartel

El Palacio de la Isla, perteneciente a la familia de los condes de Muguiro, hizo las veces de residencia cuartel general de Franco y fue donde Franco firmó el último parte de guerra. Hasta la rehabilitación para la sede del Instituto Castellano y Leonés de la Lengua, el palacio contaba con dos inscripciones -una en latín y otra en castellano- donde podía leerse «aquí permaneció vigilante hasta la total liberación de España su inmortal defensor y gran Caudillo Francisco Franco. 1936-1939».

Luis Castro, en El recuerdo de los Caídos: una memoria hemipléjica, recuerda que, al igual que la ciudad de La Coruña, que había donado a la familia Franco el castillo de Santa Cruz y el pazo de Meirás, las autoridades locales de Burgos decidieron adquirir el palacio y cederlo en propiedad a Franco, para servir de residencia al jefe de Estado.

El Ayuntamiento de la capital trató, tal y como apunta Castro, de convertir el edificio en un museo de la Cruzada, dejando intactos despachos y habitaciones, además de mapas de operaciones militares y documentos de las últimas órdenes de guerra, que Franco dejó en Burgos. El jardín también llegó a lucir placas, alegorías y leyendas de los principales hechos del Franquismo.

El Caudillo siempre tuvo muy presente la relevancia de Burgos en su particular historia, por lo que no dudó en bautizarla como ‘Capital de la Cruzada’. En su despedida de la ciudad, el 18 de octubre de 1939, el Generalísimo se dirigió así a los burgaleses: «Vinimos a Burgos en los momentos de mayor peligro de la patria; he pasado en este despacho los días más decisivos de la Historia de España. (…) Ahora, de momento, sufriréis las consecuencias de la resaca producida por la marcha de los organismos oficiales que aquí se instalaron durante la guerra y en los primeros momentos de la paz (…) Tenéis que preparaos y trabajar para que Burgos prospere todo lo posible y que tenga no sólo la vida provincial sino también la vida industrial propia».

Pero hubo más monumentos con inscripciones a la Cruzada como la fachada posterior de la puerta de Santamaría, que contó con una inscripción en recuerdo de los miembros de la Junta Política burgalesa que se opusieron a la invasión francesa de 1808 y que fueron ahorcados en Soria.

La cartela colocada en uno de los muros del compás de Las Huelgas, en recuerdo a la celebración del primer congreso del Consejo Nacional de Falange Española Tradicionalista (FET) y de las JONS (Juntas de Ofensivas Nacionalsindicalistas), fue retirada en el verano de 2009.

Un monolito lució hasta hace unos años una placa en la rotonda de la vieja estación de trenes, con motivo de la inauguración de la línea férrea directa entre Madrid y Burgos en 1938. La fachada de la terminal de autobuses, en la calle Miranda, que fue inaugurada en 1944 también tuvo su pasado franquista con el escudo central de piedra del águila, con el jugo y las flechas, que fue retirado en la última reforma de la estación.

Al igual que en otras iglesias y templos de España, todavía es visible -aunque casi inapreciable- en la puerta del Sarmental de la Catedral la leyenda en recuerdo a José Antonio Primo de Rivera.

Monumento a los caídos

Luis Castro recoge en su libro el deseo del Ayuntamiento de Burgos de contar con un monumento nacional a los caídos, un complejo para el que se buscó ubicación en el Castillo y el cerro de San Miguel. Sería un lugar con una plaza de armas, un ‘Museo de la Revolución’, una biblioteca, una capilla y una cripta. Pese a los esfuerzos de la ciudad por su construcción, Franco optó por el paraje de Cuelgamuros, junto al Escorial.

La mayor parte de los símbolos existentes en la capital ha desaparecido en el tiempo aunque perduran diseminados por la provincia. El más emblemático está en Alcocero, que fue construido en recuerdo al fallecimiento del general Mola que murió en ese lugar tras estrellarse el avión en que viajaba. El monumento, que fue inaugurado por Franco en 1939, es -según Luis Castro- una de las primeras construcciones megalómanas con arcos y escalinatas hecha por prisioneros en España. La inscripción recoge el valor del militar con un «quien cien veces en su vida arrostró el peligro de la guerra con ánimo sereno y corazón levantado, vino a morir con las alas rotas en día de niebla sobre estas tierras».

Pero hay más, como el monumento a Sagardía, general de Artilleria de la División 62 y uno de los primeros oficiales de Franco en romper el Frente Norte, en Cilleruelo de Abajo. El mausoleo de mármol, que también es conocido como el monumento a los italianos, es visible desde la carretera de Santander N-623. El historiador Luis Castro también recuerda el altar con una cruz existente un poco más abajo, que hace referencia a la cuarta bandera de Falange de Palencia, o el resto existente en Valdenoceda en recuerdo a Máximo Nebreda.

El Foro por la Memoria recoge en el apartado ‘La caza del monumento franquista’ una serie de pruebas de la etapa franquista en la provincia. Aparecían, por ejemplo, una placa en recuerdo a los ‘caídos por España’ en Castrojeriz, también en Medina de Pomar -referencia al yugo y las flechas-, y la fachada de un edificio en Espinosa de los Monteros -en honor a Primo de Rivera-. También había restos, hasta hace unos años, en Redecilla del Camino y Tardajos.

http://www.diariodeburgos.es/noticia.cfm/Vivir/20110306/cruzada/ya/no/existe/56CF2882-D147-7C6F-8192D9D85C2357B0