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Galicia: El franquismo sobrevive a la ley

El País, | 6 marzo 2011

Las principales ciudades mantienen vestigios del régimen. A Coruña es el municipio con más calles dedicadas a Franco y a los militares golpistas

EL PAÍS – Santiago – 06/03/2011

Cumplidos más de tres años desde que entró en vigor, los principales ayuntamientos gallegos cumplen sólo a medias la Ley de Memoria Histórica, que obliga a retirar de los espacios públicos todo símbolo o mención «conmemorativas de exaltación, personal o colectiva, de la sublevación militar, de la Guerra Civil y de la represión de la dictadura». El caso más flagrante es el de A Coruña, pero no el único.

A Coruña Incumplimiento

El gobierno bipartito (PSdeG-BNG) presume de monumentos y homenajes a la República, pero la ciudad sigue plagada de símbolos del franquismo, que solo en parte desaparecerán tras el acuerdo adoptado por el pleno, sin el apoyo del PP, en septiembre de 2009. Año y medio después, sigue sin cambiar ninguna de las más de 20 calles que se acordó rebautizar, pese a que el concurso para las nuevas placas adjudicado en julio de 2010 preveía un plazo de dos meses. Las denominaciones franquistas permanecerán en el callejero. Bajo el nuevo nombre de cada vía, como la avenida de Oza, la primera prevista, habrá una segunda placa que recordará: «Antes, avenida General Sanjurjo». Lo mismo ocurrirá con el general Mola, la División Azul o Los Caídos. Otras calles con nombres de la dictadura o de golpistas ni siquiera están en la lista.

A Coruña derogó distinciones y honores a Franco y sus colaboradores y suprimió la estatua de Millán-Astray, fundador de la Legión. El bajo relieve dedicado al dictador que presidía en el salón de pleno los bancos de los concejales del PSOE también fue remplazado. Pero ni siquiera cumplirá íntegramente la propuesta de la comisión de expertos a los que el alcalde, el socialista Javier Losada, encomendó detallar todo lo que había que retirar para cumplir la ley.

Vigo Cruz de los caídos

La cruz erigida en O Castro en homenaje a los caídos en la División Azul es el testimonio más evidente de incumplimiento de la ley en Vigo, ciudad que hace años que eliminó de su callejero la huella franquista. El alcalde, Abel Caballero (PSdeG), lleva años sin responder a las peticiones de la Asociación pola Memoria Histórica do 36 para que sea derribada, pese a las más de 4.000 firmas presentadas. También negó a esta asociación la colocación de una placa conmemorativa en el cementerio de Pereiró, en cuyas fosas comunes está documentado el entierro de 740 represaliados, con las últimas palabras de Heraclio Botana, fundador de la UGT en Vigo.

Ha sido retirado el víctor grabado en el frontispicio de la Casa das Artes, pero no otros en fuentes públicas. También se han retirado de las iglesias las placas con la relación de caídos, aunque no el nombre, cincelado, de Primo de Rivera. El alcalde promovió la constitución de un Consejo de la Memoria Histórica, del que formaban parte portavoces municipales, empresarios, sindicato y la asociación específica. Los empresarios ni siquiera comparecieron al acto de constitución y el consejo nunca más fue convocado para elaborar el catálogo de actuaciones.

Santiago Tabla rasa

Santiago no esperó a la ley para hacer tabla rasa de sus símbolos franquistas. A finales de los ochenta, el entonces alcalde, el socialista Xerardo Estévez, borró toda referencia del callejero a la dictadura. Nada recuerda que O Hórreo, donde se asienta el Parlamento, era avenida del Generalísimo, que la vía central de la Senra estaba dedicada al general Mola o que la Praza Roxa se llamaba José Antonio. En las sedes de Correos y Renfe no se retiraron los escudos franquistas, pero sí se taparon las águilas.

Lugo Alcalde honorario

El Ayuntamiento de Lugo aprobó una moción en el mes de abril de 2006, a iniciativa del BNG, para retirarle a Francisco Franco la consideración de Alcalde Honorario (1942) y Alcalde Honorario Perpetuo (1954). Aún no se ejecutó, lo que ha servido para que los autores de la moción denunciaran una situación «anacrónica e inaceptable». Recientemente se reavivó la polémica, cuando la Comisión del Callejero había acordado dotar a cuatro calles de nombres de alcaldes de la dictadura franquista. De momento, el acuerdo todavía no se ha refrendado por el pleno.

Ferrol Adiós a la estatua

Borrar la extensa huella de Franco de su ciudad natal no ha resultado fácil en Ferrol. El bipartito PSdeG-IU dio los primeros pasos a finales del 2007, poco después de aterrizar en el Gobierno, con la retirada de un escudo franquista de la biblioteca municipal y la vidriera preconstitucional de la entrada al consistorio. Pero el pacto local se rompió y los planes para erradicar los vestigios del régimen se atascaron un par de años. El mayor obstáculo fue, otra vez, la estatua ecuestre de Franco que el ayuntamiento retiró de la plaza de España en 2002. La efigie pasó ocho años aparcada en un patio del arsenal, a la vista de turistas y curiosos. En enero de 2010, el Ministerio de Defensa ordenó al ayuntamiento que la retirase. Se trasladó a una zona militar de acceso restringido, bien cubierta con una gran lona gris. Fue un traslado rocambolesco.

En julio del 2010, el equipo del alcalde socialista Vicente Irisarri echó abajo la Cruz de los Caídos de Amboage, una mole de granito que recordaba a los muertos del bando nacional y el último de los grandes símbolos en la ciudad. Su retirada se costeó con fondos del Plan E (500.000 euros). La corporación también le retiró a Franco y a su familia todos los títulos honoríficos en noviembre de 2008, con la abstención del PP, y restituyó la memoria del último alcalde republicano y del contralmirante Antonio Azarola, fusilados durante la Guerra Civil, con sendas plazas públicas. Izquierda Unida sigue reclamando a Defensa que suprima el callejero franquista del Arsenal ferrolano, que luce placas que honran a los almirantes Carrero Blanco y Francisco Moreno. La última, el 15 de febrero, a través de una iniciativa en el Congreso que firmó Gaspar Llamazares.

Pontevedra Un caso dudoso

En Pontevedra apenas quedan vestigios desde la llegada del BNG a la alcaldía, en 1999. En poco tiempo desaparecieron de las placas los nombres del general Mola o de la avenida de los Alféreces Provisionales. «A partir de los ochenta se empezaron a retirar nombres», relata el concejal Cesáreo Mosquera, responsable de Urbanismo cuando se cambiaron las denominaciones. La excepción es la avenida Fernández Ladreda, ministro de Obras Públicas de la dictadura. La placa lo define como «científico y político». «Era un caso dudoso», explica Mosquera.

Ourense Cambio reciente

En Ourense, mientras la Diputación eliminaba vestigios franquistas, su presidente, José Luis Baltar, mantenía la disciplina del grupo de gobierno del Ayuntamiento, en el que es concejal. Votó siempre en contra de las mociones de PSdeG y BNG demandando el cambio de nombres. El cambio llegó hace tres años, con el bipartito. El PP aludió a un supuesto perjuicio para los empresarios locales, pero acabo aceptando la iniciativa. Desde entonces, las calles de Ourense suenan al pasado anterior a la dictadura.

Diputaciones Cara y cruz

Franco sigue siendo hijo predilecto y medalla de oro de la provincia de A Coruña, honores concedidos por la Diputación que su actual presidente, el socialista Salvador Fernández Moreda, no tiene en cartera derogar. El organismo, con gobierno bipartito PSOE-BNG, ni se plantea cumplir la Ley de Memoria Histórica. En la Diputación de Lugo se aprobó una moción del BNG para retirar todos los privilegios protocolarios para personajes del régimen franquista, pero no se ha ejecutado por no reunir los dos tercios de la corporación que exige el Reglamento de Honores de la institución. Casos distintos son los de la Diputación de Pontevedra, en la que no quedan emblemas franquistas, y de Ourense, que puso coto hace largos años a las reminiscencias del régimen, con José Luis Baltar como presidente. Ni un retrato, ni una alusión, ni un expediente en el que figurara recuerdo alguno del dictador.

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