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La esclavitud durante el franquismo

Gustavo Vidal Manzanares, El Plural 15/03/2010 | 12 marzo 2011

Bajo las tinieblas de aquella ignominia, medio millón de seres humanos fueron reducidos a la condición de esclavos

Aquellos bultos podían verse en apartadas carreteras, pantanos, vías férreas cubiertas de hojarasca… sobre ellos, la silueta inmóvil de hombres armados y, de fondo, el eco monocorde de una maza y un pico, el sonido estridente de la pala al hundirse en la tierra, el grito desabrido del vigilante ocioso y malhumorado…Esclavos.

Pero no me refiero a las cadenas y grilletes de las plantaciones del sur de los EEUU, bajo la férula de un amo inicuo de Biblia, látigo y cachimba. Tampoco es el reflejo del Egipto de los faraones o los huesos triturados de los infelices chinos que construyeron la gran muralla.

No es necesario retroceder tanto en el tiempo… Hablamos de España tras la Guerra Civil.

Bajo las tinieblas de aquella ignominia, medio millón de seres humanos fueron reducidos a la condición de esclavos. En jornadas sin fin tendían raíles, levantaban terrones donde, posteriormente, se incrustarían los adoquines de carreteras, cavaban zanjas, encofraban hasta derretirse de sudor y malnutrición, construían pantanos, morían…

Al leer y escuchar aquellas iniquidades cualquier persona de bien podría compararlas con las torturas narradas por Alexander Solzhenitsyn en Archipiélago Gulag. Lamentablemente, una parte de la población española se niega a admitir que nuestro país, tras la Guerra Civil, se convirtió en un colosal Gulag.

Del mismo modo que la dictadura soviética empleó esclavos para extraer minerales, gas y carbón, la dictadura franquista esclavizó a cientos de miles de paupérrimos brazos. Sin duda, la tiranía, la codicia, el odio, la maldad de las dictaduras no puede diferenciarse por la tonalidad engañosa del color. Tras el barniz son todas iguales.

Gracias a Solzhenitsyn, y a otros valientes, conocimos más de cerca el horror de una dictadura. Estoy convencido de que el pueblo ruso no olvidará su historia… para no repetirla. Y gracias a otros, cada día vamos conociendo más el terror del franquismo.

Pero, desgraciadamente, en nuestra España de Correas, Gurtells, Aguirres y calles con el nombre de Franco, muchos se niegan a asumir nuestro pasado atroz. Hablan de “pasar página” pero… ¿cómo se puede “pasar página” sin haberla leído antes?

Y, en una vuelta de tuerca infame, políticos de bajo astral e historiadores basura inventan la historia rescribiéndola con renglones tergiversados para lograr un beneficio y nombradía que les niega su orfandad de talento real.

Aquella esclavitud del franquismo enriqueció a individuos sin escrúpulos vinculados al régimen. De este modo amasaron descomunales fortunas. Los hijos de aquellos explotadores sin alma disfrutaron de una existencia opulenta, casas lujosas, acceso a los mejores trabajos… sí, el bienestar económico y social de cientos de miles de “buenas familias” floreció sobre los coágulos de sangre y las lágrimas de tantos desventurados.

Así, muchas veces me estremezco al pensar que, en España, convivimos con millones de individuos que no repudian aquellas monstruosidades, con sólidas fuerzas políticas que se niegan a condenar aquella barbarie, posiblemente porque son sus herederos, con mal nacidos que justifican ese horror … y en mitad de las reverberaciones de aquellas muertes, de aquellos desaparecidos, de aquellos exiliados, de aquellos presos, de aquellos esclavos, de aquel dolor eterno, me pregunto… ¿Estamos los españoles predestinados, más pronto o más tarde, a enfrentarnos y masacrarnos?

Gustavo Vidal Manzanares es jurista y escritor

http://www.elplural.com/opinion/detail.php?id=44344