Trueque de niños en San Ramón
Una monja le dijo a Carmen que para darle un bebé debÃa llevar una embarazada a cambio
Una monja le dijo a Carmen que para darle un bebé debÃa llevar una embarazada a cambio: «Explicó que lo hacÃan asà para que las madres no dieran la lata buscándolos»
NATALIA JUNQUERA / JESÚS DUVA – Madrid –
MarÃa del Carmen RodrÃguez Flores, la madre adoptiva de David RodrÃguez, es una mujer valiente. Es una de las pocas que, una vez destapada la trama de robo de niños y adopciones irregulares, ha accedido a contar su experiencia públicamente. En su caso, acudió en 1981, por recomendación de unos amigos, a ver a una monja que decÃan que «daba niños», después de que en la Diputación de Madrid les hubiesen dicho que tenÃan pocas posibilidades. «Sor MarÃa nos dijo que para que ella nos diera a un niño nosotros tenÃamos que llevar a otra mujer embarazada a cambio y que ella nos entregarÃa el de la madre que hubiese llevado otro matrimonio. Cuando yo le pregunté por qué no podÃa quedarme yo con el de la embarazada que tenÃa que llevarle, dijo que lo hacÃan asà para que las madres no tuvieran pistas y no dieran la lata buscándolos».
Carmen y su marido salieron desanimados de la entrevista con sor MarÃa. ¿Dónde iban a encontrar a una embarazada que quisiera dar a su hijo en adopción? «Pero preguntando por todos los sitios, me pusieron al habla con una chica jovencita, de provincias, que se habÃa quedado embarazada de un chico que no era su novio. Ella querÃa dar al bebé. Y le di la dirección de sor MarÃa». Hecho el contacto, Carmen esperó.
«Cada dos o tres dÃas llamaba a sor MarÃa para ver cómo iba la cosa. Supongo que ella nos investigó antes de entregarnos al niño. Hasta que un dÃa me informó: ‘Ha habido un parto gemelar de dos niñas, y otro de un varoncito. HabÃa pensado que el primero que me llamara le darÃa el varoncito. ¡Y sois vosotros!’ ParecÃa una tómbola. Luego me enteré que las gemelas se las habÃa quedado un matrimonio de Málaga. La monja nos anunció a mi marido y a mÃ: ‘Vengan mañana a por él y traigan el dinero. Son 50.000 pesetas por los gastos del parto’. Tengo papeles de todo, menos de aquella factura», relata Carmen.
Para su sorpresa, cuando llegaron a la clÃnica Santa Cristina, donde trabajaba sor MarÃa, esta les condujo a otro hospital, el de San Ramón, donde habÃa nacido el niño. «Allà nos recibió el doctor Eduardo Vela. Nos contó que la madre era una chica joven y sana y que el niño era prematuro y por eso habÃa tenido que estar un dÃa en la incubadora, que nos cobraron aparte. También nos dijo que tenÃamos que ir a ver a Maribel de la Vega, una asistente social, para que nos arreglara los papeles. Nada nos pareció raro. Todo nos parecÃa maravilloso».
A los tres meses, el doctor Vela telefoneó al marido de Carmen y le dijo que tenÃa que llevarle unos documentos. «Al llegar a la clÃnica, Vela abordó a mi marido y le urgió: ‘Aquà no’. Y lo llevó a su coche. Le dijo que las aguas estaban muy revueltas». Y tanto. Por aquellos dÃas se habÃa producido una redada por compraventa de niños que salpicaba a la clÃnica San Ramón. Vela ni siquiera fue interrogado. La investigación policial se cerró rápida y sorprendentemente sin ahondar más.
«Recuerdo que con aquello de la redada me llamó una amiga mÃa y me dijo: ‘¿Te has enterado de esto? ¿Tendrás algún problema tú?’ Yo le contesté que no, que tenÃa todos mis papeles en regla, con notario y todo, y que aquello no iba con nosotros. ¿Cómo iba a pensar yo…? En aquel momento no sospeché nada. Hoy no sé qué decir», relata. «Nada me parecÃa raro. Sor MarÃa era una de las vÃas que habÃa para adoptar un niño y cuando quieres una cosa, vas a por ella hasta conseguirlo».
Carmen y su marido también habÃan acudido a una casa de ayuda para madres solteras para ver si allà podÃan adoptar un niño. «Allà se quedaban chicas embarazadas que querÃan quedarse con los niños pero a veces también habÃa alguna que querÃa darlo… y por eso fuimos. Se quedaron con nuestros datos y casualmente nos llamaron cuando David tenÃa tres o cuatro meses. Cogió el teléfono mi marido y la persona que llamaba, al oÃr llorar a nuestro niño, cortó la conversación: ‘Me parece que lo que le vamos a ofrecer ya no lo quieren’. Era un niño de una chica que habÃa decidido no quedarse con él». Carmen y su esposo confesaron a David que era adoptado cuando contaba cinco años. «Al dÃa siguiente fue gritándolo al colegio, según me contó su profesor, y los otros niños le decÃan: ¡Qué suerte!», recuerda Carmen.
Cuando cumplió los 18 años, David quiso buscar a su madre biológica. «Pedà a mis padres los papeles. Pusieron mala cara, pero me los dieron. Al principio me equivoqué y fui a otra clÃnica, la de Virgen del Mar. Al pronunciar el nombre del doctor Vela, me abordó un médico diciendo: ‘Tú naciste en San Ramón. Eres adoptado. Yo que tú dejarÃa de buscar porque todo aquello se hizo por el bien de los niños». A partir de ahà David empezó a ver cosas raras. «Intenté hablar con la asistente social, Maribel de la Vega, pero fue imposible. En Santa Cristina me dijeron que sor MarÃa no habÃa dejado allà muy buena fama y en San Ramón, que no tenÃan archivos. Asà que fui a ver a sor MarÃa. Me hizo gracia porque cuando le dije por qué estaba allÃ, ella zanjó: ‘Uuuuy… estoy muy mayor, tengo mala memoria….’ Pero a continuación me preguntó en qué año habÃa nacido. Se lo dije, y me respondió con una lista de 15 nombres. Ninguno era el de mis padres».
Tampoco le sirvió de mucho la visita, hace un año, al doctor Vela, que sigue con consulta abierta y que no ha querido ofrecer su versión a este diario. «Me pareció un hombre afable. Cuando le hablé de por qué estaba allà me dijo que él hacÃa esas cosas para evitar abortos, porque las chicas se iban a abortar a Londres o a barcos en aguas internacionales. Le pregunté por el acta de renuncia de mi madre biológica [documento que deberÃa haber estado y nunca estuvo en su expediente] y me respondió que a los seis meses las quemaban. También me dijo que estuviera tranquilo: ‘Ninguno de vosotros es hijo de ninguna fulana’ . Según él, todos éramos hijos de gente bien. Lo dijo de tal manera que parecÃa que éramos todos hijos bastardos de la nobleza. Me insinuó que era mejor dejar de buscar y no remover el pasado».
David fue el verano de 2009 a una residencia para madres solteras en Los Molinos (Madrid). «La madre superiora me contó que la monja que se ocupaba de aquello, MarÃa Isolina, habÃa muerto el año anterior. Dijo que en 1985 ‘debido a la persecución del Gobierno socialista a la Iglesia’ tuvo que quemar los expedientes, que habÃa casos de niñas de 13 años embarazadas por una violación y que no podÃa darme datos porque las chicas daban a los niños en secreto de confesión. Las monjas, como supe más tarde, no tienen secreto de confesión».
Desde entonces, David ha pagado de su bolsillo, a razón de 500 euros cada una, dos pruebas de ADN con una mujer que dice que le robaron a su hijo y otra que asegura que la coaccionaron a darlo. Las dos han sido negativas. Al hablar con unos y con otros, el hoy portavoz de la Asociación de Afectados de la ClÃnica San Ramón, Santa Cristina y Belén asegura que solo ha encontrado otro caso como el suyo. «Lo del trueque que le hicieron a mi madre, esto de ‘traernos a otra embarazada’, solo lo he visto en otra persona. Creo que lo utilizaban con familias con menor capacidad adquisitiva, como si fuéramos una especie de niños en rebajas».
David ya no sabe qué pensar: «Por eso yo me he preparado para cualquier desenlace. Me da igual si soy robado, si me dieron, si a mi madre la coaccionaron…».
Buscar los orÃgenes
– El primer paso para confirmar que una persona es adoptada consiste en solicitar una copia literal del certificado de nacimiento en el Registro Civil. Al ser adoptados, estos documentos son declarados de publicidad restringida para proteger la intimidad, por lo que solo les serán entregados al titular o a sus padres adoptivos. Para localizarla hacen falta los nombres completos y el nombre del sanatorio donde se produjo el parto, asà como la fecha en la que ocurrió.
– El artÃculo 12 de la Ley 54/2007 garantiza el derecho de los adoptados a conocer sus orÃgenes biológicos. Literalmente establece: «Las personas adoptadas, alcanzada la mayorÃa de edad o durante su minorÃa de edad representadas por sus padres, tendrán derecho a conocer los datos que sobre sus orÃgenes obren en poder de las Entidades Públicas españolas, sin perjuicio de las limitaciones que pudieran derivarse de la legislación de los paÃses de que provengan los menores. Este derecho se hará efectivo con el asesoramiento, la ayuda y mediación de los servicios especializados de la Entidad Pública de Protección de Menores u organizaciones autorizadas para tal fin. Las Entidades Públicas competentes asegurarán la conservación de la información de que dispongan relativa a los orÃgenes del niño, en particular la información respecto a la identidad de sus padres, asà como la historia médica del niño y de su familia».
– Quienes buscan sus orÃgenes han solicitado al Gobierno la creación de un banco de ADN. El ministro de Justicia, Francisco Caamaño, ha ofrecido pruebas gratuitas siempre que haya una autorización judicial. Mientras tanto, los afectados de las clÃnicas San Ramón, Santa Cristina y Belén ya han contactado para tal fin con el laboratorio ADF Tecnogen.