Desde el mirador de la guerra, artÃculo de Antonio Machado
Hemeroteca de La Vanguardia, 3 de mayo de 1938
Veamos el caso de una nación como la nuestra, pobre y honrada. En ellas unos cuantos hombres de buena fe, nada revolucionarios, tuvieronla insólita ocurrencia, en las esferas del gobierno, de gobernar con un sentido de porvenir, aceptando, sinceramente, un mÃnimun de las más justas aspiraciones populares, entre otras, la usuaria pretensión de que el pan y la cultura estuvieran un poco al alcance del pueblo.
Se pretendÃa gobernar, no sólo en el sentido de la justicia, sino en provecho de la mayorÃa de nuestros indÃgenas. Inmediatamente vinos que la paz era el feudo de los injustos y de los menos. Y sucedió lo que todos sabemos, primero la calumnia insidiosa y el odio implacable, a aquellos honrados polÃticos, después la rebelión hipócrita de los militares, luego la rebelión descarnada, la traición y la venta de la patria a todos para salvar los intereses de unos cuantos.
El por qué de esta monstruosidad se ve muy claro desde el mirador de la guerra. La paz circundante es un equilibrio entre fieras y un gentlemen agreement. La corriente belicista es la más profunda en todo el occidente porque su cultura es preponderantemente polémica. Todas las grandes naciones están convencidas de la fatalidad de la guerra. La guerra se cotiza como amenaza y como medio de chantaje, antes de ser un hecho irremediable. España es una pieza en el tablero para la bélica partida. Y ocurrió lo inevitable.
Dos grandes potencias se propusieron eliminarla. Los españoles pensamos ingenuamente que la España propiamente dicha, no la que se vendÃa, tendrÃa de su parte a dos grandes imperios. No fue asÃ. Ambos concertaron la fórmula de no intervención con la participación de sus adversarios. Ya es voz unániume de la conciencia universal que el pacto de no intervención en España constituye una de las más grandes iniquidades de la historia.
Antonio Machado.
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