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«El franquismo planeó exterminar a todo aquel que pensara diferente»

ElCorreoWeb.es, 13/04/2011 | 16 abril 2011

El hispanista Paul Preston describe la feroz represión durante y después de la Guerra Civil en ‘El holocausto español’

 

Alejandro Luque

Con el contundente título de El holocausto español (Destino), subtitulado Odio y exterminio en la Guerra Civil y después, el hispanista Paul Preston acaba de publicar el voluminoso resultado de sus investigaciones alrededor de la represión franquista, que según afirma respondió a un plan de exterminio largamente madurado. «La idea empieza en abril de 1931, cuando una serie de monárquicos crean el grupo conspiratorio Acción Española, que hablan del derecho a la rebeldía y se refieren a la República como una tiranía. Más tarde, con el frustrado intento de golpe que hubo en Sevilla el 10 de agosto de 1932, ya subyace el plan de exterminio que se concretaría el 18 de julio. Y no sólo por la idea de Mola de eliminar a todos los que no pensaban como él, sino porque los fracasos anteriores se debían a la acción de las autoridades republicanas: lo primero, entonces era fusilar a éstas».

Preston (Liverpool, 1946), dedica una atención especial a Sevilla, una ciudad donde es sabido que la represión «fue especialmente terrible, asegura. «Había una derecha muy dura, que no sé si aún pulula por aquí… Y el golpe estuvo muy bien organizado con la misma gente del 32, entre el comandante Castejón, organizador de la matanza de Triana, y esas columnas mixtas de guardias civiles y de llamados falangistas. No soy partidario de las cifras, pero los expertos hablan de 12.507 ejecutados, por unos 400 de los sublevados; unos números muy superiores a cualquier otra provincia», señala.

Sobre la muy extendida idea de que ambos bandos cometieron atrocidades, Preston introduce un matiz significativo: «Salvo contadas excepciones, no hubo represión republicana», asevera tajante. «La represión de Franco es, como digo, parte de un plan, pero en la zona republicana, muchísimas veces, las muertes se producen en contra de la voluntad de las autoridades. En Sevilla, sin ir más lejos, hay un anarquismo bastante feroz, y muchísimos muertos caen a manos de anarquistas que odian la República casi tanto como los militares. Las condiciones sociales de la época eran extremadamente duras, pero no se puede decir ‘esos desmanes los hizo la República’. Los anarquistas llegan a abrir las cárceles con el mismo golpe; para ellos no eran presos, sino guerreros de la lucha social, y quien se une a la FAI a menudo vuelve a sus hobbys habituales: violación, robo… Los aparatos de orden público de la República habían saltado por los aires».

Otra cuestión que suele levantar ampollas refiere el hecho de que la represión franquista se extendiera hasta mucho después de apagadas las llamas de la contienda del 36. «Así fue. En el 64, 25 años después de su victoria, Franco hace una gira por España y mantiene su discurso: en ningún momento piensa en la reconciliación, sigue con la dialéctica de vencedores y vencidos. Es una idea que se nutre del concepto aquel de los venenos de la nación, el comunismo, el anarquismo, el socialismo, los derechos de las mujeres…»

«Por eso», prosigue Preston, «el esfuerzo bélico de Franco estuvo dirigido a matar al máximo número de enemigos, lo que explica que hiciera una guerra lentísima, y esquiva toda posibilidad de abreviarla. Los italianos, que le prestan su ayuda, están histéricos por acabar cuanto antes, pero él les explica que el avance debe ser centímetro a centímetro, kilómetro a kilómetro. No le interesa el territorio, sino la gente que hay dentro de él. Cree que, si avanza rápido, dejará el territorio infestado de enemigos. Incluso cuando algunas voces franquistas le indican que tal vez ha llegado el momento de la reconciliación, se llevan una bronca tremenda», agrega el hispanista.

No obstante, Preston defiende la existencia de esa «tercera España» completamente ajena a la confrontación, pero que también pagó el pato. «Hay gente que se queda pensando que no han hecho daño a nadie, y son los primeros a los que matan. Y muchos otros que huyen, vuelven bajo la promesa de que nada deben temer quienes no tengan las manos manchadas de sangre, en Andalucía, en Navarra, en Galicia, y pagan igual con su vida. Hubo también asesinados que luego son llamados a filas, y al no presentarse imponen multas a su familia…»

Unos desmanes que, según Preston, justifican el título tremendo de su libro: «Si se juntan todos los errores, no hay palabra más exacta. Fue un holocausto».

http://www.elcorreoweb.es/cultura/120727/franquismo/planeo/exterminar/pensara/diferente