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Los niños a los que Franco robó su infancia

Levante-EMV.com, | 24 abril 2011

Una veintena de antiguos alumnos del Auxilio Social de Buñol se reúne 50 años después

 

J. M. VIGARA BUÑOL

Reunión en Buñol. Una veintena de antiguos alumnos del Auxilio Social de Buñol se reúne 50 años después para recordar los tiempos en los que sufrieron maltratos psicológicos y físicos por ser hijos del bando perdedor en la Guerra Civil.

Eran los niños de los represaliados y los más pobres en los peores tiempos del franquismo. Los hijos del bando perdedor. Los huérfanos y vástagos de la represión. Los pequeños a los que la Dictadura franquista les quitó la infancia.

La terrible hambruna que sacudió España a finales de los años 40 y la depauperada economía de los 50 llevó a muchas familias a confiar a sus pequeños al denominado Auxilio Social. Esta organización de socorro humanitario fue constituida durante la Guerra Civil Española y posteriormente englobada dentro de la Sección Femenina de la Falange Española. Fue fundada por Mercedes Sanz Bachiller , viuda de Onésimo Redondo, uno de los fundadores de las JONS (Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista).

El Auxilio Social se tradujo en la creación, entre otros organismos, de una red de colegios en los que los chavales, niños y adolescentes, eran internados bajo un severo régimen disciplinario, donde recibían una formación paramilitar, inspirada en los valores del nacionalcatolicismo e impartida por maestros que no dudaban en maltratar física y psicológicamente a sus alumnos.

En Buñol existía uno de estos centros. El Hogar Rey Don Jaime de Auxilio Social de Falange Española Tradicionalista y de las JONS. Una veintena de antiguos alumnos de aquel colegio, que estuvieron internos desde principios de los 50 a mediados de los 60, han promovido durante esta Semana Santa una reunión, de excompañeros, que sólo buscan volver a encontrarse, charlar de cómo les ha ido la vida y recordar aquellos tiempos. Para muchos ha pasado medio siglo y ha llegado la hora, como afirma Manuel Palacios, uno de los promotores del encuentro, «de recordar viejos tiempos».

Pero lo cierto es que los recuerdos no son positivos, aunque «yo hablo de aquel tiempo sin ira» ,dice Manuel. Él ingresó en 1951 en la institución dependiente de Falange y salió en 1958. Entró con unos 7 años y salió con 14. Su padre murió de tuberculosis la en cárcel porque era de la CNT y durante la Guerra Civil permaneció fiel al gobierno republicano. Su madre no podía alimentarlo y pensó que lo mejor era confiarlo a un organismo donde tenía asegurado el sustento y una mínima formación. «Allí aprendimos a rezar todo lo que uno se pueda imaginar, antes y después de cada desayuno, almuerzo o merienda, había oración, y en Cuaresma y Semana Santa, el Rosario y todo lo demás», cuenta. El tipo de disciplina que allí se impartía era «paramilitar, de hecho, el objetivo es que salieras convertido en cura o en soldado». Los instructores eran «unas bestias inmundas, sólo guardo buen recuerdo de una monja que nos trataba muy bien, el resto nos castigaba o pegaba por cualquier cosa». En particular, una de sus cuidadoras, «me pegaba con un silbato de fútbol, hecho en un material metálico, en la cabeza, porque decía que yo estaba silbando, y en realidad, era que yo tenía los labios gruesos y despegados». Otra tenía «una pata de una silla de madera, en lugar de regla, y con ella nos pegaba», dice.

El credo que aprendían, además del de la Iglesia Católica, se fundamentaba en «el adoctrinamiento en los principios del nacionalcatolicismo, los de Falange, que incluían su particular versión de la Guerra Civil, en la que los perdedores eran unos bárbaros, y los ganadores, los salvadores».

Cientos de exinternos

Los exinternos ahora reunidos son sexagenarios. Por el centro de Buñol, a lo largo de aquellos años, desde finales de los 40 a los 70 cuando esta institución fue abolida con la Democracia, pasaron centenares y centenares de pequeños y adolescentes. En concreto, este grupo que se ha organizado a través de internet y por teléfono, son 21 que entraron en el Hogar Social hacia 1950 y que salieron hacia 1962. Junto a Palacios, hay otro compañero de fatigas que lleva la voz cantante. Se llama Juan Sanjuán, vive en Mislata y va a cumplir 64 años. Sanjuán rememora aquellos tiempos como una época de mucha hambre. «En el colegio -afirma- apenas nos daban comida, cuando salíamos a la calle, yo saltaba una valla que había en una porquera cercana al hogar y le robábamos la comida a los cerdos, las mondaduras de naranjas y otros desperdicios que les echaban, que nosotros nos los comíamos».

Juan echaba mucho de menos a su familia. «Pasabas -dice- muchos meses sin verlos, a pesar de que estábamos en Buñol, a pocos kilómetros de Valencia, donde ellos vivían». Salió del Hogar Social en 1960, con 14 años y se fue a Alemania a trabajar. Antes, compartió el asilo «con cinco de mis ocho hermanos, que estuvimos allí internos». El trato disciplinario funcionaba «a toque de corneta, con un régimen militar en el que incluso hacíamos instrucción, y en el que primaba la falta de cariño y la formación de nuestras mentes y almas, en el denominado entonces espíritu nacional».

Manuel Palacios y Juan Sanjuán confían en poder localizar a más amigos del Auxilio Social. Quieren reunirse este año y compartir viejas historias con los camaradas. Y si cuaja la iniciativa, repetirla otros años. Eso sí, sin rencor ni acritud hacia sus carceleros.

Manuel y Juan son dos de aquellos niños a los que Franco les robó su infancia y su niñez. A los que sus cuidadores humillaban «llamándonos hijos de rojos y causándonos escarnio y humillaciones», finalizan.

http://www.levante-emv.com/comarcas/2011/04/24/ninos-franco-robo-infancia/801367.html