Caso abierto por un fusilado del 36
Sus familiares de Buenos Aires, promotores de la causa con otros argentinos, piden «justicia» y que «los autores paguen por ello»
TOÑI ESCOBERO | BUENOS AIRES.
La justicia de Argentina investiga 75 años después el fusilamiento en Hervás del socialista Luis GarcÃa Holgado en la causa abierta en ese paÃs por los crÃmenes del franquismo
En pocos meses se cumplirán 75 años del fusilamiento de Luis GarcÃa Holgado en la cuneta de la carretera que une Hervás con Baños de Montemayor. Su sobrino, BenjamÃn GarcÃa Holgado, y la hija de éste, Inés, lo recuerdan sentados frente a un café con churros y mediaslunas en el bar Frattempo del barrio de la Recoleta de Buenos Aires, donde ambos residen. Esta cafeterÃa es el lugar de encuentro habitual entre padre e hija y hoy repasan en una de sus mesas la historia de este pariente y de toda la familia, vÃctima de la guerra civil, el franquismo y el exilio.
La muerte en Hervás de Luis GarcÃa, salmantino de nacimiento, socialista, teniente de alcalde de la localidad cacereña, militante de UGT y administrador de Correos de la provincia de Cáceres, figura entre los presuntos crÃmenes de lesa humanidad cometidos por el franquismo que investiga la justicia argentina, después de que la Cámara Federal de Apelaciones de este paÃs decidiera el pasado septiembre dar curso a la querella promovida por diversos familiares de vÃctimas y organizaciones de derechos humanos.
La demanda por «genocidio» en el franquismo se presentó hace ahora un año en Argentina, al clamor de las reacciones contra el procesamiento del juez Baltasar Garzón por investigar estos mismos hechos en España. Sin embargo, la Cámara Federal argentina no dio luz verde a la instrucción judicial en este paÃs hasta el pasado septiembre. en base al principio de justicia universal para perseguir crÃmenes de lesa humanidad.
La causa está ya abierta. Se indagarán los presuntos crÃmenes del franquismo y se buscará a sus responsables y entre las medidas que se han pedido, figura la solicitud por exhorto de información sobre el caso y la persona de Luis GarcÃa Holgado a diversas instituciones extremeñas, entre ellas la Junta de Extremadura, la Diputación de Badajoz o la Universidad de Extremadura.
«Queremos que se haga justicia, que se cumpla la ley y reivindicar a nuestros familiares y al resto de las vÃctimas», dice BenjamÃn GarcÃa. «No es una cosa solo de familia, de lo nuestro -aclara su hija Inés-, sino de todos». Ambos son abogados, él profesor en la Universidad de Buenos Aires y ella letrada en el Registro de Derechos de Autor. Llevan años peleando por esta causa en diferentes foros y con diversas acciones, como el respaldo a la iniciativa popular española para ampliar y modificar la Ley de la Memoria Histórica.
Ninguno de los dos llegó a conocer al tÃo Luis, como ambos le llaman. Él fue el primer miembro de la familia vÃctima «de la limpieza polÃtica de Franco», señala BenjamÃn GarcÃa, que tenÃa solo dos años cuando un pelotón de fusilamiento acabó con la vida de su tÃo en la curva del cementerio de la carretera de Hervás a Baños de Montemayor.
Se contaron 49 disparos en su cuerpo y signos de aplastamiento, ya que le hicieron pasar por encima una carreta de mulas, según recogen Francisco Moriche en el libro ‘Represión, silencio y olvido. Memoria histórica de Hervás y el Alto Ambroz’ y una información aparecida en el ABC del 24 de marzo de 1937. En el certificado de defunción se registró la muerte por heridas de arma de fuego.
Luis GarcÃa Holgado fue enterrado en la misma curva del cementerio y, treinta años después, su hijo «pagó unos cientos de pesetas al sepulturero, que sabÃa perfectamente donde estaba, para llevarse los huesos», cuenta su sobrino. Los restos de GarcÃa Holgado descansan desde entonces en el cementerio de Astorga (León).
Cuando le dieron el ‘paseo’, como se denominaba en la guerra civil al traslado de los reos para matarlos sin juicio, tenÃa 40 años, estaba casado y dejó cuatro huérfanos. Su delito: tras la sublevación nacionalista, fue calificado de «peligroso», explican sus familiares, por haber participado en la revolución obrera de Asturias en 1934, por militar en las filas del Frente Popular y por pertenecer a la masonerÃa.
Primero lo encarcelaron en la prisión de Hervás y después lo condenaron a muerte por «adhesión a la revolución». Entre las pruebas documentales incorporadas a la querella argentina figura el expediente de depuración polÃtico social de Luis GarcÃa que realizó el entonces Ministerio de Orden Público, cuyo original se encuentra en los archivos de Correos y Telégrafos.
Cuando Luis GarcÃa murió, solo habÃan pasado dos meses desde el levantamiento militar que desencadenarÃa la guerra civil española. La familia GarcÃa Holgado iba a sufrir todavÃa tres pérdidas más. BenjamÃn GarcÃa y su hija Inés desgranan la historia familiar entre sorbo y sorbo de café con la distancia emocional que pone en los hechos el paso de los años, aportando cada uno algún detalle que el otro olvida o ampliándolo.
ElÃas GarcÃa Holgado, hermano de Luis, alcalde socialista de Lumbreras (León) y diputado de Salamanca, también fue fusilado en 1937 por «auxilio a la rebelión». A otro hermano, Vicente -padre de BenjamÃn GarcÃa-, funcionario de Correos en Madrid, lo encarcelaron y condenaron a doce años de prisión en 1939 por el mismo motivo.
También durante la guerra desapareció en el frente de Teruel el hijo de este último, de nombre Vicente y hermano mayor de BenjamÃn, que ejercÃa de médico. La familia no volvió a saber de él. Otra hermana tuvo que huir a Argentina precipitadamente ante su inminente detención tras ser acusada de pertenecer al Socorro Rojo, un servicio social comunista de aquellos años.
«Nosotros, mi madre y mis dos hermanas, nos tuvimos que venir para la Argentina», rememora BenjamÃn GarcÃa. TenÃa 14 años y el exilio parecÃa entonces la salida natural a la persecución y a la falta de dinero.
Han pasado 62 años y BenjamÃn GarcÃa tiene ahora 76. Nunca volvió a España pero no olvida. Menos aún aquellos viajes en tren a la cárcel de Alcalá de Henares cada dÃa de la Merced siendo aún un niño para visitar a su padre preso.
Su conversación deviene en una sucesión de recuerdos, expuestos sin odio ni rabia. «Yo no odio ni tengo rencor de ninguna naturaleza y no quiero resarcimiento, solo reivindicar a mi padre, a sus hermanos y al mÃo», explica con un suave acento argentino. Y aunque reconoce que toda su «puñetera vida ha estado marcada por esto», se considera «un ideólogo, no un fanático».
«Yo sà odio», recalca en cambio su hija Inés. «Por lo que les hicieron. Los autores tienen que pagar por ello. Odio a los que mataron al padre de mi padre, a los que firmaron sentencias, a todos los que participaron en esas barbaridades».
Ha sido ella quien, alentada por las historias que le contó su abuela paterna, comenzó a investigar el pasado familiar y se convirtió en una de las impulsoras de la querella argentina. Ya en el año 2006 viajó a España y recorrió algunos de los lugares relacionados con las muertes de sus familiares para recabar información y testimonios.
Visitó Hervás. Allà se entrevistó con miembros del PSOE (Pedro Cubino) y el PP (Vicente Castellanos), entre otros vecinos. «ConocÃan algunos detalles que les habÃan contado sus padres o sus abuelos. En el pueblo aún recordaban cómo murió Luis», explica su sobrina-nieta.
La querella ha sido el último paso. «Nadie quiere hacer apologÃa del martirologio -señala su padre-, lo que sà se quiere es que se conozca lo que pasamos durante la guerra y la represión posterior, el ajuste de cuentas que vivimos y la marginación social». Y añade: «Hasta ahora, Franco ha vencido. Ha borrado de la memoria, de la moral y de la ética de los españoles todo principio de responsabilidad. En el caso de estos crÃmenes, hay una conspiración del silencio».
En sus argumentos, padre e hija hacen referencia sobre todo al marco de la ley. Apelan a que los delitos de lesa humanidad «no prescriben, ni judicial, ni moralmente», concluye BenjamÃn GarcÃa.
A través de los ventanales del local, la oscuridad ha empezado a apoderarse de la calle. Las tazas hace rato que están vacÃas y solo quedan sobre la mesa unos pocos dulces que el padre pide que los preparen para llevar. En la despedida insiste en que solo buscan que se haga justicia porque esa aspiración no tiene fecha de caducidad, aunque hayan pasado 75 años.
http://www.hoy.es/v/20110529/regional/caso-abierto-fusilado-20110529.html