La Guerra Civil fue una «cruzada» y una «guerra de liberación»
La obra incumple reiteradas veces el convenio de su subvención
CARLOS PRIETO MADRID 02/06/2011
El ‘Diccionario Biográfico Español’ contiene definiciones sobre el conflicto bélico que socavan la historiografÃa democrática sobre el golpe de Estado de 1936 y sus consecuencias.
El Diccionario Biográfico Español empieza a correr serio riesgo de tener que cambiar su nombre por uno más adecuado a su contenido. Cuanto más se profundiza en la obra de la Real Academia de la Historia más razones se encuentran para confirmar su desequilibrio polÃtico. Los términos «pronunciamiento» o «alzamiento nacional», por ejemplo, se repiten en varias de las entradas del texto dedicadas a los altos mandos militares franquistas que organizaron el golpe de Estado del 18 de julio de 1936.
Eufemismos que casi suenan razonables al compararlos con las palabras usadas en algunas de las reseñas para describir la Guerra Civil: «cruzada» y «guerra de liberación». HabÃa que liberar España, en efecto, pero no precisamente de militares golpistas: «El 7 de noviembre de 1938 comienza la nueva misión, en ese momento difÃcil por la guerra de liberación que se vivÃa en España, de capellán de la Prisión Provincial».
El carácter sangriento de la represión queda sepultado
Este extracto, escrito por el historiador José MartÃn Brocos, está sacado de la biografÃa de JoaquÃn Alonso Hernández, religioso fundador de la Congregación de Misioneros de la Providencia. Brocos, profesor de la Universidad madrileña San Pablo-CEU, se calienta incluso un poco más en su entrada sobre Santiago Alonso Sáenz, coronel de infanterÃa del Ejército franquista fallecido en el frente («en gloriosa muerte»), en el año 1938: «Tras el alzamiento nacional, consciente del sentido de verdadera cruzada que adquirirÃa nuestra guerra».
Una «cruzada» o «guerra de liberación» cuyo carácter sangriento queda sepultado en el diccionario bajo una tonelada de circunloquios, perÃfrasis, rodeos, olvidos y silencios escandalosos de los historiadores. A la salvaje represión ocurrida en Almendralejo tras ser conquistada por los franquistas, por ejemplo, se la denomina «normalizar la vida ciudadana» (Paul Preston asegura en su último libro que hubo mil ajusticiamientos en la localidad). La descripción «normalizar la vida ciudadana» se encuentra en la reseña de José MartÃn Brocos sobre el teniente general del Ejército franquista Carlos Asensio Cabanillas.
Ayuda pública millonaria
Educación pagó la obra a cambio de «dar una versión ecuánime»
El Diccionario Biográfico Español ha recibido 5,8 millones de euros en subvenciones estatales. En el convenio firmado entre la Real Academia de la Historia y el Ministerio de Educación en 1999 se especifica claramente que la obra deberá «dar una versión ecuánime» de los personajes e incluir «los elogios y crÃticas que pudieran haber suscitado». Pero muchas de las entradas sobre figuras vinculadas al franquismo que ha ido publicando este periódico los últimos dÃas, son panegÃricos sin rigor cientÃfico alguno.
Es el caso de las mencionadas entradas sobre JoaquÃn Alonso Hernández y Santiago Alonso Sáenz. La del religioso, dado su tendencia a exagerar sus logros, podrÃa pasar por un ejercicio de humor involuntario. Para empezar, Brocos afirma que Alonso creció en un «ambiente, sencillo, alegre y familiar» que le transformó en un niño «dócil, alegre, responsable y generoso».
Con esos mimbres no es extraño que Alonso, tras pasar por el seminario con el «corazón» lleno de «ilusión y gracia», se convirtiera en un adulto de «profunda sensibilidad humana».
Parte de los textos sobre franquistas son panegÃricos sin rigor cientÃfico
El 27 de agosto de 1939 le nombran capellán de las Franciscanas del Zarzoso, en un ambiente rural y «edificante» que hace mella en el juicio del historiador: «AquÃ, en contacto con la naturaleza, afianza JoaquÃn su confianza en la Providencia Divina, contemplando las aves del cielo y los lirios del campo».
En 1938 llega el citado «momento difÃcil» (por la «guerra de liberación que se vivÃa en España»), en el que Alonso comienza su nueva misión: capellán de la Prisión Provincial de Salamanca, cárcel en la que, según la Asociación Salamanca Memoria y Justicia, fueron fusilados más de un centenar de presos durante la guerra (al margen de los que murieron por otras causas).
Pero no esperen encontrar estas cifras en la entrada sobre el religioso español. Brocos prefiere narrar la presunta fascinación que los presos sentÃan hacia el sacerdote: «Logra con su oración y su ayuda la recuperación de muchos presos a una vida social y cristiana. Les atiende religiosa, moral y humanamente (…). Fue una gran amigo de los hombres caÃdos que siempre tuvieron en él una mano protectora y una luz para la esperanza».
Apoteosis final
Tras citar la muerte de Alonso en un accidente de tráfico en 1966, Brocos pierde definitivamente el norte de la objetividad: «Su personalidad humana era enorme: energÃa, sencillez, naturalidad, cariño, cumplidor de su deber, puntual, gran seguridad en sà mismo, intuitivo, observador, práctico, exigente consigo mismo y con los demás, cercano, afable, con afán de superación, clara inteligencia, rectitud y responsabilidad son algunos de los [sus] rasgos».
En ese estilo apologético se sitúa también la reseña del coronel Santiago Alonso, del que el historiador asegura que intervino «siempre brillante y heroicamente» en «más de cien hechos de armas».
Entre las muchas hazañas bélicas de Alonso glosadas por Brocos hay una especialmente disparatada cuya descripción deja, por los motivos más diversos, sin respiración. «El 10 de mayo de 1937, fuerzas internacionales con un ataque violento y por sorpresa logran poner pie en las lÃneas propias en la posición denominada El Picarón y avanzan sobre Casas de San Galindo [Guadalajara]. El comandante Santiago Alonso, al frente de su unidad, y al grito de ¡Viva Cristo Rey!’, contraataca e influye notablemente para cambiar rápidamente el curso del combate, expulsar al Ejército rojo de las posiciones en que habÃa puesto pie, restablecer Ãntegramente la lÃnea, recuperar el material perdido y apoderarse del material de una CompañÃa de Ametralladoras, más de doscientos fusiles, quedando en el terreno más de un centenar de cadáveres enemigos».
En efecto, el historiador transita por un camino que le acerca más a cierto tipo de novela española de los años cuarenta que a un estudio histórico riguroso subvencionado con dinero público.
Las citas
«El 7 de noviembre de 1938 comienza la nueva misión, en ese momento difÃcil por la guerra de liberación que se vivÃa en España, de capellán de la Prisión Provincial»
Reseña sobre el religioso JoaquÃn Alonso
«Tras el alzamiento nacional, consciente del sentido de verdadera cruzada que adquirirÃa nuestra guerra comenzó la campaña mandando el Tercio de Valvanera en cuyo frente intervino siempre brillante y heroicamente en más de cien hechos de armas…»
Sobre el coronel Santiago Alonso
«El comandante Santiago Alonso, al frente de su unidad, y al grito de ‘¡Viva Cristo Rey!’, contraataca e influye notablemente para cambiar rápidamente el curso del combate, expulsar al Ejército rojo de las posiciones en que habÃa puesto pie, restablecer Ãntegramente la lÃnea…»
Hazaña del coronel Alonso
http://www.publico.es/culturas/379651/la-guerra-civil-fue-una-cruzada-y-una-guerra-de-liberacion