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Crónica de Menasalbas

Francisco Pimentel. Memoria Histórica de Ronda, 17.07.2011 | 21 julio 2011

Los 16 habían vuelto a su pueblo después de la derrota militar. Abatidos pero confiando en su pueblo, que era republicano

 

 

Ronda 17.07.2011

Ayer, Ana Avilés y yo, estuvimos en Menasalbas. Era el acto de inhumación de los 16 fusilados por sus vecinos en Abril del 1939, ya terminada la guerra.

Hace un año el Foro por la Memoria procedió a la exhumación y a su identificación, confirmando lo que siempre se ha sabido: casi todos eran jóvenes.

Los 16 habían vuelto a su pueblo después de la derrota militar. Abatidos pero confiando en su pueblo que era republicano.

Mejor dicho, había sido republicano, pero el triunfo del fascismo transformó a sus vecinos en falangistas que deseososde congraciarse con los vencedores no dudaron en hacer prisioneros a los que llegaban del frente. No les había dado tiempo ni a llegar a sus casas. Nada más entrar en el pueblo los rodearon, los maniataron y los torturaron. Casi todos eran jóvenes. Algunos muy jóvenes. Uno con 16 años, casi todos entre 20 y 30 años y 3 con 50 años.

Ana y yo llegamos justo a la hora que comenzaba el acto homenaje. Habiamos hecho siete horas de viaje desde Málaga hasta Menasalbas, un pueblo cercano a Toledo pero perdido en el agreste páramo de la meseta, que fue una odisea encontrarlo por malas y confusas carreteras.

Cuando llegamos el salón de actos que había conseguido la concejala del PSOE estaba lleno. En ese momento los responsables de las inhumaciones entraban y subían las cajas-féretros al escenario. Cada una llevaba encima un ramo de flores con cintas con los colores de la bandera republicana. Un fuerte aplauso, como si de un abrazo colectivo a los fusilados para revivirlos se tratara, arropó este traslado del vehículo al estrado.

Hablaron arqueólogas, antropólogas, psicólogas y otros responsables de las exhumaciones que procedieron a explicar con detalle lo que científicamente habían encontrado y habían hecho. Muchos detalles eran espeluznantes. Prometieron la publicación de sus exhaustivos estudios y conclusiones. También hablaron responsables del Foro por la Memoria diciendo que con este paso se cumplía con el requisito de saber la VERDAD de lo que había pasado. Quedan aún pendiente de cumplir los requisitos de JUSTICIA y REPARACIÓN. Aunque este acto y la inhumación de los 16 en un túmulo monolítico venía a ser el comienzo de ese proceso.

Estábamos emocionados. Ana lloraba y decía que ella no quiere morirse sin haber hecho lo mismo. Sacar de las fosas de Ronda a todos los asesinados y tener a su padre entre sus brazos, tal cómo él la tuvo a ella cuando la despidió el día antes de que lo mataran.

Terminó el acto y en comitiva silenciosa fuimos todos detrás de los féretros por las calles del pueblo. Familiares y gente venidos de todos los puntos de España y también de otros paises. Muchos jóvenes. Hombres y mujeres en la veintena, llenos de vida y de ilusión por un mundo bueno y equilibrado, que me hacían pensar en los jóvenes fusilados. Decenas de banderas republicanas que una suave brisa hacía que ondearan al viento de una forma festiva y altanera como saludando popular y militarmente a los 16 de Menasalbas.

A lo largo de la entrada al cementerio hicimos el paseo. Entre las dos filas de personas pasaron los familiares cada cual con sus féretros entre aplausos, lágrimas y banderas. El cementerio es impresionante. Muy diferente a los de Andalucía.

No hay nichos. Todas son tumbas familiares, de granito con una gran cruz cada una de ellas y parecía como un pequeño bosque de cruces enormes, marmóreas y frías.

Al fondo nuestro mausoleo rompe con la triste estética de la muerte cristiana. Sobre la tumba se alza un monolito rectangular elegante y sobrio que destaca y sobresale con vida sobre la muerte de alrededor. Son las 7 de la tarde. El sol nos deslumbra. Vemos, a contraluz, grabada sobre el monolito la imagen de la república. La emoción hace que no sintamos el achicharrante calor.

Hablan, lloramos, cantamos, dolor y alegría en nuestro corazón. Sobre la pesada lápida están grabados los 16 nombres.

Con un nudo en la garganta allí estamos sin querer irnos porque los 16 somos nosotros mismos. Lágrimas, puños levantados y banderas al viento.

Francisco Pimentel. Memoria Histórica de Ronda