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La memoria de Josep Sunyol

Antoni Segura. El Periódico, 06-08-2011 | 11 agosto 2011

Se cumplen 75 años del asesinato del presidente del Barça y de la Federación Catalana de Fútbol

 

Sábado, 6 de agosto del 2011

Hoy hace 75 años que Josep Sunyol i Garriga, diputado de ERC, presidente del FC Barcelona y de la Federación Catalana de Fútbol y fundador del diario La Rambla, era asesinado en la carretera de Madrid a La Coruña. Pocos días después de iniciada la guerra civil, el presidente del Parlament de Catalunya, Joan Casanovas, le encargó que se desplazase a Valencia y Madrid para hacer de enlace político con las autoridades republicanas.

El jueves 6 de agosto se dirigía al frente del Guadarrama, que se había convertido en un punto clave para la defensa de Madrid, acompañado de Pere Ventura i Virgili, periodista de La Rambla y de La Humanitat, un teniente y un chófer. Era un frente aún inestable donde las posiciones variaban de un día para otro. Sin darse cuenta, atravesaron el límite y, cerca de una caseta ubicada en el kilómetro 52 de la carretera, fueron apresados y fusilados por las tropas rebeldes. Hasta hoy, no se ha podido determinar el lugar exacto del fusilamiento ni recuperar los restos.

Josep Sunyol había intuido muy bien que el fútbol estaba destinado a convertirse en un fenómeno de masas, pero también que el deporte podía convertirse en una herramienta inmejorable en la formación de la juventud y en la regeneración nacional y ciudadana de Catalunya, como nos recuerda Jordi Badia en un libro de próxima aparición (Josep Suñol i Garriga. Viure i morir per Catalunya), editado por la Fundació Esport i ciutadania, que intenta revivir actualizados sus ideales sobre el deporte como formación de ciudadanos comprometidos con la realidad sociopolítica y el país.

Así, desde mediados de los años 20, Sunyol acuñaría un lema que condensaba gran parte de su ideario político y deportivo: Deporte y ciudadanía. Se trataba de educar a los jóvenes en el ejercicio del deporte, beneficioso para la salud y el desarrollo de determinados valores -esfuerzo, superación, trabajo en equipo, solidaridad con los compañeros, objetivos comunes, lo que no se podía hacer al margen, sino todo lo contrario, de unos valores republicanos, libertad, democracia, igualdad de oportunidades…, de ciudadanía en suma- y de regeneración nacional, de país, de catalanidad. El deporte como fenómeno de masas debería transmitir también estos valores a los espectadores. De hecho, durante la dictadura de Primo de Rivera, el FC Barcelona ya había destacado por su catalanidad cuando en el transcurso de un partido amistoso con el CE Júpiter el público vociferó la interpretación de la marcha real española, por lo que fue clausurado el campo de Les Corts durante medio año y el presidente Joan Gamper, obligado a dimitir y conminado a marcharse al exilio. Años después, en una conferencia titulada Deporte, escuela de ciudadanía, Josep Sunyol decía que a raíz de aquellos hechos se dio cuenta «de la relación entre el estadio y la calle», reafirmando así su lema Deporte y ciudadanía.

Y, sin embargo, después de la guerra civil, la figura de Sunyol cayó en el olvido. No en vano, a pesar de haber sido fusilado a principios de la guerra, formaba parte de los vencidos. Ni siquiera el FC Barcelona o ERC conservaban poco más que un recuerdo vago. Habría que esperar hasta la década de los 90 cuando una serie de iniciativas, que culminaron con la publicación del libro Josep Sunyol, l’altre president afusellat, de Josep Maria Solé, Carles Llorens y Antoni Strubell, la colocación de un monolito en el lugar aproximado del fusilamiento y la dedicación de una calle en Barcelona, comenzaron a recuperar su memoria. Hoy, 75 años después, la citada fundación, de la mano de su presidente Mario Romeo, restaura el monolito y hace un pequeño homenaje donde encontró la muerte, en el kilómetro 52 de la carretera de Madrid a La Coruña.

Es bueno que haya instituciones preocupadas por recuperar el recuerdo de aquellos que en momentos trágicos supieron dar la vida por las libertades y por un ideario que debería ser guía para todos los aficionados y practicantes del deporte. Y es bueno recordarlo también por todos aquellos que niegan la afirmación de que el Bar-ça és més que un club. Lo niegan porque no entienden que no hace referencia a los resultados, que pueden ser mejores o peores y, a veces, como sucedió durante la dictadura, condicionados por unas circunstancias políticas ajenas a la práctica del deporte, sino a su trayectoria en defensa de la catalanidad y los valores democráticos.

Lo recordaba el añorado Ernest Lluch cuando en la campaña de las elecciones a la presidencia del club del 2000 afirmaba, en contraposición a otros candidatos, que él no sería nunca un forofo porque su Barça es un símbolo vivo de ciudadanía y de compromiso democrático y de catalanidad que no se aviene con los no valores de los hooligans, dispuestos a admitir el todo vale con tal de obtener el éxito deportivo a cualquier precio y con desprecio de los valores que deberían ser consustanciales al deporte. Ese mismo año Lluch también era asesinado por defender la necesidad de salvaguardar la preeminencia de las libertades en el conflicto vasco.

Antoni Segura. Catedrático de Historia Contemporánea de la UB.

http://www.elperiodico.com/es/noticias/opinion/memoria-josep-sunyol-1107851