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El cortijo de la represión franquista

El Mundo.es, | 29 septiembre 2011

Hallan restos humanos en una gran fosa común en Cádiz

 

El Cortijo del Marrufo fue uno de los primeros campos de concentración. Encuentran cuatro cadáveres pero se estima que podrían llegar a 600. Creen que es una de las fosas comunes más importantes a campo abierto. Asociaciones de Memoria exigen a Gobierno y Junta asumir las exhumaciones.

Álvaro Carvajal |

Andrés era un hombre de campo. Se ganaba la vida como arriero en la zona gaditana del valle de la Sauceda, junto a su mujer, cuatro hijos y un hermano, cuando el avance franquista rompió a tiros su rutina entre burros y cabras. Era noviembre de 1936, en los primeros meses de la Guerra Civil. Su familia logró huir, pero él y su hermano fueron detenidos y nunca más se supo de ellos. Se les cree víctimas de uno de los primeros campos de concentración del franquismo. Un lugar de torturas y ejecuciones que está hoy más cerca de esclarecerse tras el hallazgo de los primeros restos humanos en la que podría ser una de las fosas comunes a campo abierto más importantes de España. Andrés y su hermano, sólo serían dos de los entre 300 y 600 asesinados que aún permanecen allí, olvidados.

La estremecedora estimación está hecha por un equipo de investigadores impulsado por varias asociaciones de Memoria Histórica que llevan diez años buscando la verdad de lo que ocurrió en el Cortijo del Marrufo (Jerez de la Frontera) y el valle de la Sauceda. Han recopilando testimonios, documentos y, ahora, pruebas que confirmen lo que muchos lugareños han escuchado desde hace décadas con el objetivo de abrir las diferentes fosas diseminadas por la zona, exhumar los cuerpos e identificarlos

En unas primeras catas superficiales para localizar evidencias, fueron hallados cuatro cadáveres «en posición anatómica» -algunos con impacto de bala en el cráneo-. Asimismo, se encontraron numerosos casquillos y proyectiles de fusil y pistola -los hay fechados en 1936- que probarían que esas personas fueron ejecutadas durante los primeros meses de la guerra.

Un equipo de investigadores lleva diez años buscando la verdad

El Foro por la Memoria del Campo de Gibraltar calcula que hay cientos de cuerpos como estos y, concretamente, su presidente espera dar algún día con el de su abuelo Andrés, para poder dignificarlo. Tras anunciar las evidencias encontradas, Andrés Rebolledo exigió ayer, en una rueda de prensa en Madrid, al Gobierno y la Junta de Andalucía «tomar la responsabilidad», abrir las diferentes fosas y hacer que la exhumación «sea un hecho». «Es una deuda pendiente», apuntó, «no vamos a desistir».

Las primeras excavaciones contaron con la subvención del Ministerio de la Presidencia, pero ahora que la convocatoria de ayudas ha finalizado, se pide un tratamiento especial por la «dimensión histórica» y el «presumible número de víctimas» para abordar cuanto antes las exhumaciones.

El presidente de la Federación Estatal de Foro de Memoria, José María Pedreño, aseguró que casos como éste son un «problema de Estado» que están por encima de los partidos y los momentos políticos. Así, sentenció que hasta que no se solucione «no habrá una democracia de verdad» en España.

‘Quien entró, cayó’

Los testimonios de familiares y vecinos recogidos por los investigadores dan cuenta del infierno vivido hace 75 años en este idílico paraje entre las provincias de Cádiz y Málaga, donde las fuerzas franquistas golpeaban con contundencia el último foco de resistencia republicana de la provincia y donde también cientos de residentes de la zona huían de la guerra.

La siniestra sombra de la muerte se extiende desde el Cortijo del Marrufo, el epicentro de la represión y la tortura. En esta finca se estableció uno de los primeros campos de concentración del país -la guerra apenas llevaba cinco meses-. Los hombres detenidos eran encerrados en unos barracones que hoy siguen en pie, mientras que las mujeres y los niños eran recluidos en una ermita. «Quien entró, cayó», subrayó Andrés Rebolledo haciendo alusión a los testimonios recogidos en la investigación.

«No fue una ejecución puntual», explicó el presidente del Foro por la Memoria del Campo de Gibraltar, «hubo premeditación y alevosía» para ir asesinando a los prisioneros «día a día, con tranquilidad», en diferentes lugares sin causa ni juicios.

El coordinador de la investigación, Fernando Sigler, afirmó que el Cortijo del Marrufo se convirtió en un «centro de tortura» y ensañamiento del llamado «terror caliente» de las fuerzas «nacionales» y apuntó que en la propia «documentación oficial» se reconoce una «limpieza» en la zona de unas 50 personas en el valle de la Sauceda y unas 20 en el cortijo.

Andrés Rebolledo recordó ayer con emoción las palabras de su abuela: «Aquella pena la tuve que dejar de lado en un rincón para sacar adelante a mis cuatro hijos». Y cuenta que ella siempre se negó a firmar un falso certificado de defunción. Ahora, 75 años después, el largo camino para encontrar a Andrés y a otros cientos de personas está más cerca tras hallar los primeros cadáveres que probarían los horrores del particular cortijo de la represión franquista en Cádiz.

http://www.elmundo.es/elmundo/2011/09/28/andalucia/1317239653.html