Gijón: La investigación anulada incluye víctimas de ambos bandos
«Esto no es política, es historia», asegura una de las investigadoras
E. G. Bandera Gijón
“Esto no es política, es historia”. Así de rotunda se expresaba ayer Amaya Caunedo, una de las investigadoras del proyecto de recuperación de la memoria histórica que se abordaba en la Universidad de Oviedo gracias al convenio ya descartado con el Ayuntamiento de Gijón, además de los fondos procedentes de la extinta Consejería de Bienestar Social y Vivienda, hasta junio en manos de IU. Caunedo explica que, fruto de la investigación, se había recopilado toda la documentación escrita que existía en todos los archivos españoles sobre las víctimas de la represión de la República. “Gijón es uno de los puntos fuertes de esa represión, el llamado terror rojo, que dejó 2.900 muertos en Asturias y, de ellos, más de un millar en Gijón”, añade.
Buena parte de estas muertes están documentadas en las listas de los “caídos por Dios y por España” (como la que se muestra en la Iglesiona), pero otras se han podido identificar a través de los testimonios orales que se han venido recabando a lo largo de esta investigación que, como insiste Caunedo, abarcaba a los fallecidos en combate de los dos bandos y las víctimas de la represión franquista y de la República. “Si el estudio que hemos realizado aporta o no a Gijón depende de la valoración que se haga de la investigación cultural e histórica. Es historia y tiene que ver con la cultura, y si ésta no te interesa pues no te aportará nada”, considera Caunedo, que desde 2006 se hizo cargo de la parte gijonesa del estudio.
Testimonios imprescindibles La investigadora asegura que, desde 2003, se han recogido testimonios orales “imprescindibles” para los dos bandos, “que ahora se van a perder irremediablemente con la retirada de la subvención. No los pudimos recabar todos porque no tuvimos tiempo material”. En este sentido, insiste en que la documentación seguirá en los archivos y no ocurrirá lo mismo con los testimonios de personas. En Gijón, las muertes violentas registradas durante y después de la Guerra Civil se debieron a los bombardeos nacionales y a la represión de ambos bandos. Las víctimas republicanas, que se calculan en más de 9.000 en Asturias a falta de la que aún no han aparecido, eran ejecutadas tras consejos de guerra (como recoge la documentación escrita) o mediante los llamados paseos, “en los que te pegaban un tiro en una cuneta y de la que no hay documentación como tal; sólo testimonios orales”.
Sólo en la fosa de El Sucu se consiguió identificar a 1.934 víctimas franquistas, pero el rastreo de los fallecidos gijoneses llevó a los investigadores -que realizaban esta labor en condiciones salariales “precarias”- a toda Asturias e incluso a otras comunidades autónomas.
“El volumen de represión en Gijón fue enorme y en los estudios franquistas realizados tras la Guerra Civil, a todos los muertos del 14 de agosto, día en el que hubo bombardeos por la mañana y por la noche, los incluyeron en los caídos por Dios y por España. Y, entre ellos, había gente también con carné de la CNT. El 80% de los muertos de aquel día fueron consecuencia del terror rojo, el 20% no”, expone Caunedo, para ejemplificar el valor de una investigación exhaustiva que “cuenta a todos los muertos y con la que hemos entrevistado a personas de todos los partidos políticos, incluida la Falange Española”.
El estudio, de haberse mantenido los convenios, se iba a centrar ahora en los represaliados que fueron perseguidos o encarcelados. De hecho, la investigadora asturiana habla desde Guadalajara, a donde se ha desplazado para consultar documentación del Archivo Militar sobre trabajadores penados de los dos bandos.
Está en el paro desde agosto, al agotarse el dinero incluido en los convenios. Los costes de la estancia y las fotocopias corren por cuenta de la Federación Asturiana Memoria y República (Famyr). Caunedo también cuestiona si los parados de la investigación histórica son lo mismo que los desempleados de la construcción
