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Las izquierdas y las derechas

Maruxa Vilalta. Excelsior-México, | 22 noviembre 2011

Pienso en el entonces embajador Claude G. Bowers y su libro Misión en España

 

La guerra civil de España (1936-1939) fue causada por la traición al gobierno de la República, elegido por una gran mayoría de la población, la traición, decíamos, de Franco, que causó una guerra civil y unos dos millones de muertos; la cifra exacta a la fecha no se sabe porque se siguen abriendo fosas comunes de los fusilados, asesinados por el franquismo. Hasta la muerte del dictador, en 1975, siguieron los fusilamientos. Tengo a mano un artículo del periodista Antonio Alonso Baños, enviado desde París a México y publicado por el periódico Le Monde y por Novedades el 27 de agosto de 1971, informando que, cuando el golpe de Estado del 18 de julio de 1936, un solo general de los ocho comandantes en jefe de las regiones militares en que se dividía el territorio español, solamente uno se sublevó. Y de los 21 oficiales generales de mayor categoría del ejército, 17 permanecieron leales al gobierno de la República. Todos los que no quisieron unirse al franquismo fueron puestos en fila y fusilados de inmediato.

Sabido es que los aviones fascistas de Hitler y Mussolini apoyaron al franquismo durante los terribles bombardeos de la guerra de España. Al escribir estas líneas pienso en Hugh Tomas cuando en su libro La guerra civil española dice: «Estoy consciente de que muchos están decididos a olvidar la Guerra Civil en un país donde mucho más de la población nació después de 1939. A pesar de todo, el pasado sólo podrá ser enterrado cuando se conozca claramente la verdad respecto al mismo».

Y pienso en Claude G. Bowers, acreditado por Roosevelt como embajador de Estados Unidos en España en tiempos de la Guerra Civil, y su libro Misión en España, cuando escribe acerca de bombardeos en Barcelona: «Nada semejante en aterradora escala, implicando a la raza blanca, se había conocido antes (.) Después de cada bombardeo el personal de los hospitales, asistido por voluntarios, se echaba a la calle llevando canastas donde podían echar fragmentos de carne humana, partes de brazos, piernas, cabezas».

Franco dio orden de construir en el llamado Valle de los Caídos un monumento, basílica y enorme cruz de 150 metros de altura, para los muertos en la guerra civil que él provocó y dio orden de ser él ahí enterrado. Para la construcción del Valle de los Caídos fueron obligados a trabajar los presos antifranquistas defensores de la República. Acerca de esto Freyre, ese gran caricaturista mexicano, escribió, parodiando a José Zorrilla en su obra de teatro Don Juan Tenorio: «No os podéis quejar de mí / muertos a quienes maté / pues si buena vida os quité / mejor sepultura os di».

Lo de la guerra de España viene al caso ahora con motivo de Los indignados, principalmente en Barcelona y Madrid, cuyo movimiento y empeño considero totalmente justo. Escribo estas líneas cuando ya, como estaba previsto, las derechas del llamado partido Popular ganaron las elecciones legislativas. Lamentablemente hay peligro de que a Los indignados, con las derechas, no les vaya mejor, o hasta les vaya peor que con las izquierdas.

Los jóvenes indignados de hoy nacieron mucho después de la guerra civil en España. Se les educó, quisieran o no, en escuelas franquistas con materia obligatoria a favor del franquismo. No olvidemos que el dictador murió en 1971 y años después había franquismo, lo hay todavía. Como el huevo de la serpiente, el franquismo y el fascismo en el mundo renacen. Si los de ahora se hubieran indignado durante el franquismo, ya estarían fusilados. Afortunadamente esto ahora no sucede y los que protestan tienen derecho a una mejor vida y tienen razón en estar indignados.

En el mundo las izquierdas integran un conjunto de grupos y partidos que profesan opiniones avanzadas, liberales, en oposición a las derechas, conservadoras y a veces hasta fascistas.

Al escribir estas líneas no he dejado de pensar en nuestro México. A la fecha, según cálculos que cada día van en aumento, 45 millones de mexicanos padecen hambre. Pienso en el pequeño campesino que trabaja su pedazo de tierra sin obtener la autogestión, mientras su familia, sus niños, mueren de esa terrible enfermedad que es el hambre. En otros casos, aquellos niños hambrientos, discriminados por la gente, golpeados por sus padres, sin que aquellos sufrimientos disculpen su actual conducta, ahora son narcos.

Queda esto como llamada de atención para que a la fecha niños y adultos tengan una mejor educación en su vida personal y una mejor cultura con el aprendizaje de la historia, bellas artes, música. pintura, en nuestro país y en otras naciones. Ser internacional es ser más mexicano. Pero cómo hablarle de cultura al hambriento.

Afortunadamente somos una República. Que en las próximas elecciones para la presidencia el voto del pueblo se deje oír y sea el que determine quién será el ganador. Así sea.

http://excelsior.com.mx/index.php?m=nota&seccion=opinion&cat=11&id_nota=786102