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La sombra vencida

Pablo Paz. El Día, | 27 diciembre 2011

Cada injusticia es una afrenta a la razón y a la verdad que delimita la propia libertad de los individuos que la padecen

 

AUNQUE la ley de la Memoria Histórica declarara ilegítima las condenas producidas durante los años de la Guerra Civil, e incluso los que se hubiesen elaborado en la posguerra, siempre y cuando se hubieran producido las condenas por motivos políticos e ideológicos, existe al menos un caso, el de Miguel Hernández, donde sus familiares no se conforman con tachar dicha condena como espuria y fraudulenta, sino que, convencidos de que el genial poeta era completamente inocente de lo que se le acusaba, solicitaban una revisión de la propia sentencia del consejo de guerra que condenó nada menos que a muerte, aunque más tarde se le conmutó dicha pena por la de cadena perpetua, por el gravísimo delito de «adhesión a la rebelión».

Lo paradójico de esta doble injusticia es que el propio tribunal que denegó en su día la solicitada revisión lo hizo aludiendo a la «inexistencia de presupuesto para el mismo», según lo dispuesto en la propia ley de la Memoria Histórica; aunque se reconozca implícitamente que dicha sentencia fue radicalmente injusta e ilegítima, debido a numerosos vicios de forma y fondo en el proceso, y a pesar de que los familiares de Miguel Hernández se enfrentaron a esa «ilegitimidad» con unas pruebas clarísimas en forma de cartas escritas por el jefe de la Falange de Valencia que exculpaban al poeta de toda intención, culpa o delito.

Cada injusticia es una afrenta a la razón y a la verdad que delimita la propia libertad de los individuos que la padecen. Para Miguel Hernández y para sus familiares, además, es una afrenta que conduce a la sinrazón del hecho de que el poeta siga estando, en el centenario de su muerte, condenado por un delito que, en resumidas cuentas, no cometió. Y lo peor de todo esto es que él era consciente de ello; de ahí que, independientemente del desgraciado proceso tuberculoso que padeció, y que, según la historia, lo conduciría a la muerte un triste 28 de marzo de 1942, la realidad seguramente fue que Miguel Hernández murió, sencilla y lamentablemente, de una pena inmensa, desbordada por ciertos acontecimientos injustos y trágicos que conformaron sus últimos meses, días y horas, de una vida que debió seguir otros derroteros llenos de amor y poesía y que, sin duda, le hubieran llevado a crear una de las trayectorias más prometedoras de las letras españolas del siglo XX.

Esa vida truncada, esa pena desgarradora y, a la vez, esa fortaleza y esa convicción de hombre libre y auténtico quedaron reflejadas magistralmente en el dibujo que Buero Vallejo, su compañero de sufrimiento e injusticia -los dos fueron condenados a muerte y a los dos se les conmutó dicha pena por la de cadena perpetua-, le hizo en la prisión madrileña de Conde de Toreno, donde convivirían casi diez meses, y donde, según cuenta el propio dibujante y años más tarde famoso dramaturgo, reconstruyó orgullosamente una amistad forjada a base de días de nostalgia y esperanza, que sirvió para reconfortar su propia existencia y guardar dicho sentimiento, eternamente, en su corazón.

El hoy famoso dibujo plasma a la perfección el momento de una triste realidad, ya que, después de haber perdido a su primer hijo, sentía la necesidad de que su segundo hijo recién nacido, y dado que no le dejaban verlo en persona, conociera su rostro para que no se olvidara de quién era su padre; por eso le pidió a su compañero Buero Vallejo que le hiciera un retrato, aunque le advirtió de que no le sacara demasiado serio para que el niño no se asustara. Pero, inevitablemente, su amigo reflejó en el papel no solo unas características faciales, sino que, viendo el trágico cariz de los acontecimientos, reflejó con cruel realismo sus dudas y su frustración; la inmensa soledad de quien se debate entre el dolor y la alegría de un trovador que, además, se había dejado atrapar por la tragedia humana que tan magistralmente había reflejado en sus poemas; pero también reflejó la pena, el valor y la heroicidad de un hombre, de un esposo, de un padre y de un poeta al que tan solo pudieron vencerle en la sombra.

macost33@hotmail.com

http://eldia.es/2011-12-27/CRITERIOS/18-sombra-vencida.htm