¿Aceptarían los que quieren mantener el permanente homenaje al dictador y el ninguneo a sus víctimas que se homenajeara a los etarras?

 

RUBÉN MARTÍNEZ

Hace 35 años se tomó una decisión injusta que o bien estaba basada en el miedo a los militares o bien a la simpatía con la dictadura y su represión. Que ahora se defienda la persistencia en la decisión solo puede ser por simpatía y más cuando se compara con la situación de las víctimas del terrorismo etarra. ¿Aceptarían los que quieren mantener el permanente homenaje al dictador y el ninguneo a sus víctimas que se homenajeara a los etarras? ¿Aceptarían una amnistía de «reconciliación», un olvido de sus víctimas como el que pregonan para las de la represión franquista como si hubiera sido una penitencia necesaria que permite el asesinato santo? ¿Puede esa simpatía ser tan hipócrita y a la vez tan insensible? Si a nadie le importa que el Valle de los Caídos sea por fin de todos para remediar 35 años de vergüenza e impunidad, por qué no se hace rápido y ya está? ¿O es que, pese a lo que dicen, sí les importa?

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