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Desmontando mentiras del franquismo

Javier Reverte. El País, 07/01/2012 | 8 enero 2012

El franquismo desarrolló un sutil sistema que convertía los desaciertos del líder supremo en aciertos

 

JAVIER REVERTE

El franquismo desarrolló, imagino que como cualquier dictadura, un sutil sistema que convertía los desaciertos del líder supremo en aciertos, para llevarnos a la conclusión de que el Caudillo nunca se equivocaba. Por ejemplo, tras el encuentro de Franco y Hitler en Hendaya, en octubre de 1940, España estuvo a punto de integrarse al Eje y declarar la guerra a los Aliados. Franco lo quería así, como han demostrado ya varios historiadores en años recientes. Y, sin embargo, en España se nos hizo creer, concluida la II Guerra Mundial, que Franco negoció con Hitler a «a la gallega» para dilatar la entrada en el conflicto, ya que el dictador español era consciente desde mucho tiempo antes de que la guerra la perdería el Eje.

Ese mismo sistema de exaltación de las cualidades visionarias del jefe supremo se aplicaba también en sus cualidades de rango moral. El jefe no sólo era infinitamente sabio, sino también infinitamente bueno. Y así, en los años siguientes al término de la II Guerra Mundial, los servicios de propaganda del régimen, por caminos sutiles, llevaron a la sociedad española a la convicción de que Franco, durante el conflicto, había ayudado a salvar las vidas de miles de judíos, engañando a la diplomacia del Führer. Por fortuna, en democracia, hay gente que investiga y va tumbando con lentitud y precisión todo el entramado de mentiras y medias verdades que construyó a su alrededor la propaganda del franquismo. Y en esa línea se integra el premio Espasa de Ensayo, del año 2001, recién publicado, que recayó en Diego Carcedo por un trabajo que titula Entre bestias y héroes. Los españoles que plantaron cara al Holocausto. Es un texto bien narrado y bien documentado que desmonta una gran mentira: que Franco ayudó a los judíos, y que alumbra una verdad: que no fueron pocos los españoles, sobre todo diplomáticos, que actuando por su cuenta lograron salvar la vida de miles de judíos perseguidos por el nazismo. Carcedo pone nombre y apellidos a esos «héroes» hasta ahora casi anónimos, y descubre el juego de los cómplices españoles de los nazis en uno de los crímenes más perversos perpetrados en la historia de la humanidad: el Holocausto judío. El libro rescata la memoria de Eduardo Propper de Callejón (cónsul español en Burdeos), de Bernardo Rolland de Miota (cónsul en París), Alfonso Fiscovich (su sucesor), el médico Eduardo Martínez Alonso (Lalo), Julio Palencia Tubau (diplomático destinado en Bulgaria), el conde Casas Rojas (embajador en Rumania), José Ruiz de Santaella (diplomático en Berlín), Sebastián Romero Radigales (cónsul en Atenas), las hermanas gallegas Touza en el pueblo de Ribadavia y su red para pasar judíos a Portugal, el asturiano Francisco Ponzán (fusilado por la Gestapo) y su red para pasar judíos a España desde Francia, y los diplomáticos destinados en Budapest Miguel Ángel Muguiro y Ángel Sanz-Brito. Todos ellos se jugaron sus carreras y, a menudo, la vida para salvar de los campos de extermino a miles de judíos. Y frente a esos «héroes», el recuerdo también de los cómplices españoles de las «bestias» nazis, en particular los ministros Ramón Serrano Súñer, Francisco Gómez Jordana y José Félix de Lequerica. Y tras ellos, la sombra del general Franco.

http://www.elpais.com/articulo/portada/Desmontando/mentiras/franquismo/elpepuculbab/20120107elpbabpor_46/Tes