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» Hay cicatrices marcadas en la piel de la memoria que no borra el tiempo»

farodevigo.es, 23-01-2012 | 24 enero 2012

Maria Victoria Villaverde – Escritora, traductora, periodista y voz del exilio gallego

 

«Cuando en 1966 volvimos del exilio para instalarnos en Madrid, los de Brais Pinto, gente como Bautista Álvarez o Patiño, nos dieron una cobertura humana entrañable»

Fueron demasiados 40 años de espera, de vidas disgregadas, desmembradas de tantos amigos muertos, de tantos afectos interrumpidos, de tantas gentes encarceladas, de tantas aspiraciones truncadas… cuenta Mariví Villaverde, a cuya vida hasta los años 60 le dedicamos espacio ayer. La vida de una mujer marcada por los exilios: en 1936, de Galicia a Marsella; en 1939 de Francia a Argentina; en 1944, vuelta a Galicia para casarse, retorno otra vez a Argentina en 1949… En 1966 regresa por fin a España con su marido tras una intensa actividad cultural en Buenos Aires.

Fueron demasiados 40 años de espera, de vidas disgregadas, desmembradas de tantos amigos muertos, de tantos afectos interrumpidos, de tantas gentes encarceladas, de tantas aspiraciones truncadas… cuenta Mariví Villaverde, a cuya vida hasta los años 60 le dedicamos espacio ayer. La vida de una mujer marcada por los exilios: en 1936, de Galicia a Marsella; en 1939 de Francia a Argentina; en 1944, vuelta a Galicia para casarse, retorno otra vez a Argentina en 1949… En 1966 regresa por fin a España con su marido tras una intensa actividad cultural en Buenos Aires.

FERNANDO FRANCO Recordemos que Mariví Villaverde era hija del primer alcalde republicano de Vilagarcía, Elpidio Villaverde, diputado del Frente Popular que hubo de huir en 1936 a Francia con su familia y luego de Francia a Argentina por la II Guerra Mundial. Si su padre sería con Castelao miembro del Consello de Galicia en el exilio, su marido, Ramón de Valenzuela, sería también un activista político y cultural huido de España con los perdedores, detenido en Francia por la Gestapo, encarcelado después en España… que nos dejó entre otros trabajos las novelas Non agardei por ninguén (1957) y Era tempo de apandar (1980). Ella, por su parte, Tres tempos e a esperanza, escrita en 1962. Cuatro años más tarde volverían a España definitivamente.

– Vuelta definitiva a España en 1966. «En 1966, fui a ver desde Buenos Aires a mi hijo Fernando, que estudiaba en Praga, y a mi marido le sirvió como pretexto para decirme que era mejor que ya no volviera a Buenos Aires, que quedase en España y él se reuniría conmigo en breve, idea que nos rondaba hace tiempo y que se aceleró por un golpe de Estado habido en Argentina. Así hicimos, dejándolo todo y volviendo a empezar otra vez de cero, él con 53 años y yo con 47, tras 17 en Argentina. No era una decisión sin riesgo, dejando atrás muchos años y amigos y encarando un futuro político inquietante porque, siendo nosotros del PCE (hasta 1968), en España seguía operando el mismo régimen y el mismo Tribunal del Orden Público».

– Comienza otra vida. Ya en España, Ramón de Valenzuela trabaja como representante de fábricas de Cristal de Bohemia de Checoslovaquia mientras que Mariví, que primero imparte clases de francés, se hace cargo de las Cerámicas de la Magdalena de Isaac Díaz Pardo que ya había representado en Buenos Aires, también conocidas como do Castro, hoy Sargadelos. Un día decidieron que Ramón se dedicara a escribir y dar clases y ella llevaría las representaciones. «Se preguntará usted -dice Mariví- porqué cuando regresamos del exilio nos instalamos en Madrid y no en Galicia. En parte porque en ese momento político de España consideramos más conveniente el anonimato, aunque fuera un modo de prolongar el exilio».

– Los amigos de Madrid. «Pero en Madrid -contó ella en una entrevista a Terra e Tempo- tuvimos «a nosa Galiza» en el Club de Amigos de la Unesco, con Ben-Cho-Sei, con Laxeiro y con Lala, con Herminio Barreiro, con Bautista Álvarez, con Manolo Conde y Ana. Con Luis Tobío o Neira Vilas, con Borobó, con Alexandre Cribeiro, con Raimundo Patiño… y tantos amigos más que nos ayudaron a soportar esa vuelta del exilio siempre difícil. En Galicia teníamos familiares pero aún había muchos prejuicios sobre nuestro pasado, y dificultades para hallar trabajo».

– Los de Brais Pinto. En 1963 Méndez Ferrín, Bautista Álvarez y otros del grupo Brais Pinto habían fundado en Madrid la UPG y, aunque Ferrín ya estaba en Vigo en 1966, cuando llegaron a Madrid Mariví y Ramón de Valenzuela, no así algunos de sus conmilitones. «Brais Pinto -dice Villaverde- fue para nosotros, en los primeros años que llegamos a Madrid, una cobertura humana muy entrañable. Todos los domingos por la mañana nos reuníamos en el Club de Amigos de la Unesco para hablar de todo y, por supuesto, de Galicia».

– Sus amigos del exilio. Le preguntamos a Mariví por algunos de los «persoeiros» gallegos con los que compartió el exilio. «A Blanco Amor le tuve gran admiración y en gran estima. Era un hombre extraordinario, superior, con el que mi marido y yo trabajamos incluso en el teatro. Fue de las personas que quise de verdad. A Castelao lo conocía de antes porque se daba la casualidad de compartió muchas cosas no solo con mi padre sino con mi marido. No tengo que hablar de su gran humanidad y entrega a Galicia. Ramón colaboró con él principalmente durante la guerra civil en Barcelona y mi padre en Buenos Aires. ¿Rafael Dieste? Era muy amigo de sus amigos. ¿Díaz Pardo? ¡Qué hombre especial, qué enorme entrega a Galicia, no tenía horarios! La vida para él era trabajar para Galicia mejor. Yo misma trabajé años para su marca de cerámicas «Magdalena».

– A María Casares la conocí en la recepción y cena que le hicimos cuando visitó Buenos Aires, ya gran actriz, pero el libro sobre su vida lo releo en verano, cuando voy a Galicia. Tenga en cuenta que mi padre y el suyo, Santiago Casares Quiroga, estuvieron juntos en 1936 como diputados de Izquierda Republicana. ¿Osorio Tafall? También era un exiliado de Izquierda Republicana y fue como director de la FAO el gallego con cargo internacional más alto. Ya de niña me examinó varias veces en el Instituto de Pontevedra de Bachillerato. En fin, son tantos recuerdos rotos..».

– Tres tiempos y la esperanza. «Mariví llegó a España con un libro suyo, Tres tiempos y la esperanza», escrito en Buenos Aires en 1962 y reeditado luego por Edicións do Castro y A Nosa Terra». Cuando lo escribí en 1962 –cuenta– quise meterme en el mundo de las pesadillas que vivimos durante la guerra. Pensé que era momento adecuado porque la memoria aún estaba fresca y no quería que nada de lo vivido se desvaneciera. Aunque difícilmente podría suceder porque hay experiencias que son cicatrices marcadas en la piel de la memoria que no borra el tiempo».

http://www.farodevigo.es/sociedad-cultura/2012/01/23/hay-cicatrices-marcadas-piel-memoria-borra-tiempo/616966.html