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Memoria en el paredón de Valencia

Interviú, 05/01/2012 | 11 enero 2012

Paterna (Valencia): Familiares de republicanos fusilados exigen la dignificación del lugar en el que los mataron

 

Texto: Juan José Fernández / Fotos: José Jordán

Lo llaman El Paredón de España. Es uno de los puntos donde fusilaron a más gente tras la guerra (2.238), pero está perdido en un pinar. Los descendientes de los ejecutados reclaman que no se dé carpetazo a su proyecto de levantar allí un monumento conmemorativo.

Se ha hecho el silencio de repente. El grupo que venía charlando mientras cruzaba el monte desde el cementerio de Paterna ha cesado en sus conversaciones porque ha llegado el momento de ponerse en el paredón, los pies en el mismo sitio que hollaron sus padres, abuelos, tíos; la mirada hacia el mismo horizonte que miraron ellos por última vez. Han venido desde diversos puntos de la provincia de Valencia para posar para interviú. Reivindican la dignificación de este lugar, ahora perdido entre pinos. La mayoría se ha traído un recuerdo, fotos del pariente asesinado, copias de sentencias de muerte, cartas de despedida, o, incluso, versos de Vicente Aleixandre. Se percibe una rara energía en este sitio cuando se lo visita sabiendo que aquí exhalaron su último suspiro 2.238 seres humanos.

Los familiares de los fusilados, constituidos en asociación, temen que en esta legislatura se dará carpetazo a su proyecto: levantar un monumento conmemorativo en este lugar, al que el exalcalde socialista Francisco Borroy hace años bautizó como “el paredón de España”. Salvo en las tapias del cementerio madrileño de La Almudena, en ningún otro punto de este país se mató a tanta gente en la posguerra.

En Paterna los llaman afusellats, fusilados. El paredón es una galería de tiro de un viejo cuartel de Artillería. Tenía casi cien metros. A partir de abril de 1939 llegaba el camión de los presos a la entrada de la galería. Los condenados eran colocados de pie, al borde mismo del muro y, tras los disparos, caían a un callejón. Los verdugos metían los cadáveres en el mismo camión, a veces carro, y partía la fúnebre carga al cementerio chorreando sangre. Al paso del transporte quedaba a veces un reguero en la calle Mayor. Explican algunos asistentes que por eso, popularmente, a esa calle se la llama Camí de la Sang.

Reportaje completo en la revista interviú.

http://www.interviu.es/reportajes/articulos/memoria-en-el-paredon-de-valencia