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«Ensayé durante horas la postura para ser fusilado»

La Vanguardia, 17/02/2012 | 18 febrero 2012

Marcelo Usabiaga, que vivió 21 años en las cárceles de Franco

 

 

Victor-M Amela, Ima Sanchís, Lluís Amiguet

Qué asco de mundo! Cada día con más gente pobre y con más riqueza en manos de menos gente. ¡Qué porquería!

¿Este es su resumen del estado actual del mundo?

¡No costaría tanto repartir la riqueza del mundo de modo más justo!

¿El comunismo es eso, Usabiaga?

Así lo entiendo yo, es por lo que he luchado toda mi vida. ¡Cada día estoy más enamorado de las ideas comunistas! En la cárcel, por ejemplo, nos funcionaron muy bien.

¿En qué cárcel?

Los comunistas presos por Franco hacíamos caja común con todo lo que nos enviaban nuestros familiares. Y luego nos lo repartíamos igualitariamente.

Pero un país no es una cárcel, ¿no?

Si pudimos organizarlo allí, ¿por qué no en un país, por qué no en el mundo entero?

Cayó el bloque comunista: ¿qué pensó?

Lo viví como una derrota, claro.

¿Cómo llegó a la cárcel?

Combatí a los franquistas, primero en Irun, en julio del 36: tenía 20 años y a un colega se le disparó el arma y me hirió en un tobillo.

Comenzó la guerra con mal pie.

Nada grave, una monjita me curó. Luego combatí en Catalunya, Madrid, Pirineos…, y con un compañero hui en un pesquero, el Toñín, y una fragata franquista nos asaltó.

Y fueron detenidos.

No: mi compañero y yo, en la bodega, nos encañonamos mutuamente con nuestras pistolas, para matarnos si bajaban…

Situación límite.

Pero no bajaron a registrar. Se fueron diciéndole al capitán: «Diríjanse a la costa o les cañonearemos». El capitán dudó… ¡pero puso proa a Escocia! Y no nos cañonearon.

¿Y cómo regresó de Escocia a España?

Por Francia, para combatir contra Franco.

¿Con violencia?

La guerra era la guerra. Hacia 1956, los comunistas debatimos en la cárcel sobre la lucha armada…, y yo voté en contra.

¿Por qué?

Me asquea la pena de muerte. A mí me habían condenado a muerte en 1940…

¿Cómo vivió ese momento?

Fueron las peores semanas de mi vida: en una celda junto a otros condenados a muerte, y casi cada día se llevaban a algunos…

¿Para fusilarlos?

Sí. La mayoría se hundían: eso me apenaba y avergonzaba. Llegó una nota que me salvó la vida: la monjita que me curó el tobillo declaró que yo estaba con ella mientras se cometían los desmanes de que me acusaban.

Ella le encubrió casi sin conocerle.

Es verdad, sí. En 1944 logré fugarme. Me uní al maquis en Francia. Con un grupo volví por la frontera de Irun con armas… y me detuvola Guardia Civil.»¡Esta vez sí que me fusilan, seguro!», pensé. Y me preparé.

¿Cómo?

A solas en una celda, ensayé durante horas la postura que adoptaría ante el pelotón de fusilamiento. Apoyaba la espalda contra la pared, erguido, y recreé el trance…

¡Qué angustia!

Temía desmoronarme, doblegarme, hundirme: ¡lo temía más que a la muerte!

Pero no le fusilaron tampoco esa vez.

Tuve más suerte que mi hermano Bernardo, que con 16 años, al comienzo de la guerra, fue fusilado y enterrado clandestinamente en un caserío, junto a otros 17 chicos.

¿Ha podido saber dónde?

Con pico y pala cavé donde yo sospechaba… ¡y afloraron los restos! Fue en 1976, y decidimos dejarlos allí, en el alto de Pikoketa, bajo un monolito conmemorativo.

¿Qué hizo al salir de la cárcel, en 1960?

Acabé siendo jefe de personal de la fábrica de aceros Orbegozo. Yo aconsejaba al patrón que tratase mejor a los empleados.

¿Siguió siendo comunista?

Sí, pero sin actividad política: ¡hubiese comprometido al partido! De hecho, me espiaba un confidente de Melitón Manzanas.

¿El policía torturador en Euskadi?

Me había dado palizas: me tuvo descalzo y saltaba sobre mis pies con los zapatos.

¿Cómo supo que le espiaba?

Un trabajador de Orbegozo me soltó en la cara que era espía de Manzanas…, que sería el primer asesinado por ETA, en los sesenta.

¿Qué pensó al saberlo?.

Dígame la verdad.

¡Me alegré!

Se entiende.

Pero nadie merece la pena capital, ¿eh? Lo que pasa es que recordé a un buen amigo vasco republicano al que militarizaron y obligaron a fusilar a compañeros suyos…

¿Qué ha sido lo mejor de su vida?

Mis mejores momentos fueron aquellos en que me jugaba la vida por mis ideas.

Pero tantos años de cárcel…

Aprendí a escribir en miniatura, limando una plumilla, y con lupa: así sacábamos información al exterior en papelitos que se leían en Radio España Independiente…

¿Y no se arrepiente, le ha compensado?

Si naciera de nuevo, ¡yo repetiría igual todo lo que hice!

Le veo en excelente forma física y mental: ¿cómo lo consigue, a sus 95 años?

Mira, hijo, yo me pasé de los24 alos 45 años encarcelado, sin mujeres y comiendo muy poquito: si esta pauta te sirve…

Pues no, gracias.

Quizá sí te sirva saber que nunca he dejado de luchar por los objetivos humanos, por cambiar la humanidad…, y así sigo.·······················

Maizales bajo la lluvia: Testimonios de los últimos gudaris y milicianos dela Guerra Civilen Euskadi

http://www.lavanguardia.com/lacontra/20120217/54255649480/marcelo-usabiaga-ensaye-durante-horas-la-postura-para-ser-fusilado.html