«Ensayé durante horas la postura para ser fusilado»
Marcelo Usabiaga, que vivió 21 años en las cárceles de Franco
Victor-M Amela, Ima SanchÃs, LluÃs Amiguet
Qué asco de mundo! Cada dÃa con más gente pobre y con más riqueza en manos de menos gente. ¡Qué porquerÃa!
¿Este es su resumen del estado actual del mundo?
¡No costarÃa tanto repartir la riqueza del mundo de modo más justo!
¿El comunismo es eso, Usabiaga?
Asà lo entiendo yo, es por lo que he luchado toda mi vida. ¡Cada dÃa estoy más enamorado de las ideas comunistas! En la cárcel, por ejemplo, nos funcionaron muy bien.
¿En qué cárcel?
Los comunistas presos por Franco hacÃamos caja común con todo lo que nos enviaban nuestros familiares. Y luego nos lo repartÃamos igualitariamente.
Pero un paÃs no es una cárcel, ¿no?
Si pudimos organizarlo allÃ, ¿por qué no en un paÃs, por qué no en el mundo entero?
Cayó el bloque comunista: ¿qué pensó?
Lo vivà como una derrota, claro.
¿Cómo llegó a la cárcel?
Combatà a los franquistas, primero en Irun, en julio del 36: tenÃa 20 años y a un colega se le disparó el arma y me hirió en un tobillo.
Comenzó la guerra con mal pie.
Nada grave, una monjita me curó. Luego combatà en Catalunya, Madrid, Pirineos…, y con un compañero hui en un pesquero, el ToñÃn, y una fragata franquista nos asaltó.
Y fueron detenidos.
No: mi compañero y yo, en la bodega, nos encañonamos mutuamente con nuestras pistolas, para matarnos si bajaban…
Situación lÃmite.
Pero no bajaron a registrar. Se fueron diciéndole al capitán: «DirÃjanse a la costa o les cañonearemos». El capitán dudó… ¡pero puso proa a Escocia! Y no nos cañonearon.
¿Y cómo regresó de Escocia a España?
Por Francia, para combatir contra Franco.
¿Con violencia?
La guerra era la guerra. Hacia 1956, los comunistas debatimos en la cárcel sobre la lucha armada…, y yo voté en contra.
¿Por qué?
Me asquea la pena de muerte. A mà me habÃan condenado a muerte en 1940…
¿Cómo vivió ese momento?
Fueron las peores semanas de mi vida: en una celda junto a otros condenados a muerte, y casi cada dÃa se llevaban a algunos…
¿Para fusilarlos?
SÃ. La mayorÃa se hundÃan: eso me apenaba y avergonzaba. Llegó una nota que me salvó la vida: la monjita que me curó el tobillo declaró que yo estaba con ella mientras se cometÃan los desmanes de que me acusaban.
Ella le encubrió casi sin conocerle.
Es verdad, sÃ. En 1944 logré fugarme. Me unà al maquis en Francia. Con un grupo volvà por la frontera de Irun con armas… y me detuvola Guardia Civil.»¡Esta vez sà que me fusilan, seguro!», pensé. Y me preparé.
¿Cómo?
A solas en una celda, ensayé durante horas la postura que adoptarÃa ante el pelotón de fusilamiento. Apoyaba la espalda contra la pared, erguido, y recreé el trance…
¡Qué angustia!
TemÃa desmoronarme, doblegarme, hundirme: ¡lo temÃa más que a la muerte!
Pero no le fusilaron tampoco esa vez.
Tuve más suerte que mi hermano Bernardo, que con 16 años, al comienzo de la guerra, fue fusilado y enterrado clandestinamente en un caserÃo, junto a otros 17 chicos.
¿Ha podido saber dónde?
Con pico y pala cavé donde yo sospechaba… ¡y afloraron los restos! Fue en 1976, y decidimos dejarlos allÃ, en el alto de Pikoketa, bajo un monolito conmemorativo.
¿Qué hizo al salir de la cárcel, en 1960?
Acabé siendo jefe de personal de la fábrica de aceros Orbegozo. Yo aconsejaba al patrón que tratase mejor a los empleados.
¿Siguió siendo comunista?
SÃ, pero sin actividad polÃtica: ¡hubiese comprometido al partido! De hecho, me espiaba un confidente de Melitón Manzanas.
¿El policÃa torturador en Euskadi?
Me habÃa dado palizas: me tuvo descalzo y saltaba sobre mis pies con los zapatos.
¿Cómo supo que le espiaba?
Un trabajador de Orbegozo me soltó en la cara que era espÃa de Manzanas…, que serÃa el primer asesinado por ETA, en los sesenta.
¿Qué pensó al saberlo?.
DÃgame la verdad.
¡Me alegré!
Se entiende.
Pero nadie merece la pena capital, ¿eh? Lo que pasa es que recordé a un buen amigo vasco republicano al que militarizaron y obligaron a fusilar a compañeros suyos…
¿Qué ha sido lo mejor de su vida?
Mis mejores momentos fueron aquellos en que me jugaba la vida por mis ideas.
Pero tantos años de cárcel…
Aprendà a escribir en miniatura, limando una plumilla, y con lupa: asà sacábamos información al exterior en papelitos que se leÃan en Radio España Independiente…
¿Y no se arrepiente, le ha compensado?
Si naciera de nuevo, ¡yo repetirÃa igual todo lo que hice!
Le veo en excelente forma fÃsica y mental: ¿cómo lo consigue, a sus 95 años?
Mira, hijo, yo me pasé de los24 alos 45 años encarcelado, sin mujeres y comiendo muy poquito: si esta pauta te sirve…
Pues no, gracias.
Quizá sà te sirva saber que nunca he dejado de luchar por los objetivos humanos, por cambiar la humanidad…, y asà sigo.·······················
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